Capítulo 5

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—Es una chica preciosa, parece una muñeca, creció en el extranjero y es muy simpática conmigo —le narraba Sakura a su mejor amiga mientras atendían las mesas en Ichiraku.

—Qué bien que ya tengas una amiga Sakura-chan, empezaba a preocuparme por ti —Hinata había estado inquieta por su amiga desde que entró al Colegio Uchiha, por eso ahora con las buenas noticias sonreía feliz y aliviada —Tenía miedo de que esa gente te tratara mal y fueran groseros contigo.

—Pues es muy tarde, ya fueron groseros conmigo —la pelirrosa mantuvo la vista en la mesa que limpiaba, encogió sus hombros y movió la mano restándole importancia al incidente— Pero eso ya no importa, es hasta... mejor. Así nadie se acercará a mí y me meteré en menos problemas.

Hinata abrió sus ojos alarmada, no sólo por lo que relataba Sakura sino por su actitud conformista.

—¿Cómo puedes estar tan tranquila? Tú nunca has sido así, siempre eres tan fuerte y valiente. Cuando...cuando esos niños me molestaban en el colegio tú fuiste quien me defendió, siempre has estado allí para ser mi fortaleza —terminó casi en un susurro mientras jugaba mirando sus dedos nerviosa.

—No te preocupes —sonrió la pelirrosa para animar a su amiga— Ya verás que todo irá mejorando, además, si yo hubiera reaccionado como siempre lo hago lo más probable es que mi madre me hubiera colgado de uno de los ganchos donde se pone la ropa recién tinturada.

Eso hizo que Hinata riera, Sakura siempre encontraba la forma de animarla, de alegrar a todos los que la rodeaban, un don innato en ella.

—Igual... ten cuidado, ¿eh, Sakura?

La pelirrosa asintió con su energía chispeante como siempre.

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Ya en su casa se encontró en una situación totalmente inesperada, su madre decidió ponerle toda una ensalada compuesta de pepinos y aguacate en su rostro para tratar de mejorar su apariencia. Ella renegaba de esta situación tan absurda mientras en los descuidos comía un poco de su deliciosa mascarilla.

—No te los comas, niña.

—Sigo sin entender porque me pones todo esto.

—Ya te lo dije, esto es una inversión ya que si te conviertes en una belleza hasta el más humilde de los alumnos de ese colegio es el mejor partido al que puedas aspirar para casarte.

—¿Casarme? ¡¿Casarme has dicho mamá?! Pa, ayúdame —suplicó la ensalada humana.

—A mí no me distraigan —Kizashi planchaba con devoción el costoso uniforme de su hija— Ni siquiera sabía que podían existir telas tan lujosas como esta, he trabajado quince años en la tintorería y nunca he visto algo tan lindo. Tienes que cuidarlo muy bien, que nunca se manche —canturreaba mientras abrazaba la tela.

Harta de toda esta locura Sakura se fue para alistarse a dormir dejando a su madre enojada por no seguir con su "tratamiento de belleza".

‹‹Ya está bien de todo esto, yo no voy a cambiar, no me voy a apartar de mi camino. Y como a todos los de ese colegio no les importa nada sobre mí me niego a quedarme callada, a dejar que esos F4 o quien sea me pase por encima. ¡Desde mañana que nadie se me interponga, Shannaro! ››

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Y como si los hubiera invocado con los pensamientos de la noche anterior, justo cuando ella acababa de entrar al edificio se escucharon los acostumbrados gritos enloquecidos de las estudiantes antes de la llegada de los F4.

Tan elegante como siempre Sasuke ingresaba liderando el grupo, el alumnado abría paso en la improvisada calle de honor para sus ídolos hasta que antes de que llegaran a la escalera una tímida chica se atravesó al grupo con un pastel en sus manos.

—Sasuke-sama yo te-te hice este pastel pa-para demostrarte mis sentimientos —dijo con un hilo de voz temblorosa y emocionada.

Todos quedaron sorprendidos cuando Sasuke tomó el postre en sus manos, la chica sonreía y su rostro se iluminó de alegría hasta que el Uchiha habló.

—Odio lo dulce.

En menos de un segundo la cara de la chica estaba untada del pastel mientras alrededor algunos miraban sorprendidos y otros reían.

Como alcanzó a tocar la crema del postre, Sasuke cogió el pañuelo que Karin solía llevar en su chaqueta y se limpió. Luego se lo entregó a la pelirroja que no dejaba de boquear sin decir una palabra, ella estaba tan emocionada de por fin tener algo que hubiera tocado el pelinegro que casi se desmaya y acto seguido se lo guardó entre la blusa para que ni Shion ni Amaru se lo fueran a arrebatar.

Los F4 reanudaron su camino hasta que una enojada pelirrosa les cortó el paso.

—Hn... ¿qué quieres?

Sakura quiso levantar su dedo para apuntarlo directamente hacia el pelinegro.

Quiso sacar de su interior toda la furia que sentía por lo que acababa de presenciar.

‹‹¿Acaso en tu casa no te enseñaron lo que son los modales? Tu más que nadie debería ser amable, pero si no lo vas a hacer al menos podrías tener algo de respeto para con tus semejantes. Si no querías comerte ese pastel debiste simplemente rechazarlo y no humillar a esa chica que lo único que quiso fue ser buena con un idiota››

Quiso demostrarle a los F4 que no podían hacer lo que les viniera en gana... pero no hizo nada. Las palabras quedaron reprimidas en su garganta.

—¿Pregunté que qué quieres? —tronó la voz de Sasuke.

—Nada —finalmente dijo Sakura, bajó su rostro y se hizo a un lado para que pasaran los muchachos.

Todos siguieron de largo excepto Sai quien por primera vez en años esbozó una sonrisa, no la mueca que siempre usaba a nivel social, no la que utilizaba de máscara porque era lo que esperaban de él en ciertas ocasiones, sino una verdadera sonrisa que le llegó hasta el corazón al ver con admiración como una chica se oponía al estatus quo que reinaba en su mundo.

Sin saberlo Sakura ese día empezó a darle color al mundo monocromático de un pintor.

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