Capítulo 33

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Se reunieron como cada mañana a desayunar. En la mesa solo estaban Naruto, Shikamaru, Sakura y Hinata.

El pelinegro estaba llamando para comprobar lo que le habían dicho los empleados, que Sasuke Uchiha había abandonado la isla esa mañana. Mientras escuchaba que efectivamente se había llevado el avión sus ojos estaban encima de la pelirrosa que aunque no decía nada parecía culpable con su rostro pálido apuntando hacia el piso.

—Dinos que pasó, Sakura —exigió el rubio preocupado por su amigo.

Sin responder se levantó de la mesa, la pelinegra la siguió preocupada del silencio que había tenido su amiga desde la noche anterior cuando la encontró con los ojos rojos y sin poder sostenerle la mirada.

Cuando Sakura iba saliendo del sitio se encontró con Sai, de inmediato empezó a llorar de nuevo. Lo miró de reojo cuando él se detuvo a su lado, deseaba un abrazo reconfortante, quizá una palabra que le hiciera sentir menos culpable, pero él solo suspiró, bajó la mirada y continuó hacia la mesa donde estaban sus amigos.

Apenas llegó el avión para llevarlos a Konoha los empleados llamaron para informarles. El vuelo de regreso a casa se hizo casi en silencio, un incómodo silencio.


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Sakura respiró profundamente antes de abrir la puerta de su hogar, cuadró sus hombros, trató de que su rostro se viera tranquilo y entró.

—Hija mía, ¿por qué no nos avistaste que habías llegado? —Kizashi dejó el sofá donde veía televisión para ir a saludarla— Te hubiera ido a recoger en la camioneta.

—No fue necesario, tranquilo —logró que su voz no temblara pero era apenas un susurro.

El sonido alertó a todos los demás miembros de su familia que corrieron a saludarla y la atiborraron de preguntas.

—¿Qué se siente ir al exterior? ¿Todo es diferente?

—¿El mar es más bonito en ese sitio? ¿Cómo es el avión privado de Sasuke?

—¿Él se portó bien? ¿Fue amable contigo? ¿Todo un caballero?

Esas últimas preguntas de su padre fueron las únicas que pudo y quiso contestar.

—Si lo es, es una persona muy amable... —la voz se le quebró por más que quiso ser fuerte— Es muy bueno, mejor que yo.

Pidió excusas y se fue a su habitación. Se sentó al borde de su cama, junto a la mesita de noche, mirando al frente sin ver nada en específico, de nuevo las lágrimas cayeron por sus mejillas. Sacó de su bolsillo el celular, no había ninguna llamada ni ningún mensaje. Luego sacó una pulsera sencilla hecha de conchitas de mar. La aferró entre sus manos mientras cerraba los ojos y recordaba ese primer día cuando habían conocido el precioso pueblo de la isla.

FLASH BACK

Hinata y ella habían entrado en varias tiendas de souvenirs. En una en especial se quedaron mucho tiempo contemplando los collares, pulseras y aretes que hacían los lugareños. La pelirrosa deslizó sus dedos por una delicada pulsera hecha de conchas rosadas.

—Dígale a su novio que le compre esa —dijo pícara la anciana vendedora.

—¿Perdón?

—El guapo muchacho de cabello negro que no ha dejado de observarla desde que entró aquí —Sakura levantó la vista y a través de la puerta de la tienda se encontró con la mirada de Sasuke— Le aseguro de que si se la regala van a estar juntos por siempre —sonrió amablemente la mujer.

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