Capitulo 3: Cadenas rotas

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Creo que en mi vida, nunca antes me ha costado tanto decir algo. Busco y busco las palabras, pero sin éxito. ¿Qué decir? ¿Por dónde comenzar? ¿Mentir o decir la verdad? ¿Contar cada detalle o esconder algunas partes? Estas son las preguntas que no consigo sacar de mi cabeza. Por mucho que intente hablar, las palabras no salen de mi boca. Parece que me haya quedado muda.

Tampoco se podría decir que las miradas interrogativas de mi padre ayuden mucho. Todos nosotros estamos en el despacho de mi padre, aquella habitación que se nos prohibió entrar cuando éramos pequeñas mi hermana y yo. Mi padre de pie detrás de su escritorio, mi madre y mi hermana apoyadas en el marco de la puerta y yo sentada delante del escritorio. Esto parece un maldito interrogatorio.

-Emma, no tenemos todo el día-dice mi padre.- Quiero saber porque me llamaron anoche diciendo que mi hija mayor estaba en comisaría.

Sé que lo que me sucede no es que no sepa que decir, sino que no quiero confesar la verdad. Pero no tengo más remedio.

-Me encarcelaron porque creían que era cómplice-respondo sin apartar la mirada de mi padre.

-Cómplice, ¿de qué?

-De una huida de una ejecución-respondo y un nudo se instala en mi garganta al recordar como apuntaron a James directamente en la cabeza.

-¿Porqué creían que eras cómplice?-vuelve a interrogarme mi padre.

No puedo evitar bajar la vista. Las lágrimas no derramadas de mis ojos arden y piden a gritos ser liberadas. Me siento tan pequeña con todos los ojos de la sala puestos en mí. Quiero salir corriendo y esconderme para no ser vista. Para no ser juzgada. Quiero olvidar todo lo pasado. Quiero olvidarlo a él. Quiero dejar de sentir este repugnante sentimiento: estar enamorada. El amor es el indicio de todos mis sufrimientos actuales. Quiero que todo esto acabe. Son tantas las cosas que quiero pero que a la vez sé que son simples deseos y los deseos no tienden a suceder en la vida real.

Toda mi fortaleza, todo mi orgullo, desvanece pedazo a pedazo. Con la cabeza gacha mirando la moqueta granate, siento como todo el dolor, toda la rabia, simplemente todo, rompe las cadenas que yo misma he creado. Agradezco tener un pelo tan largo, porque ahora mismo, es una cortina que oculta las lágrimas que mis ojos derraman.

Una lágrima se desliza por mi rostro y sigue su camino hasta caer en mis manos entrelazadas sobre mi regazo. Noto mi rostro mojado, pero no me preocupo en limpiar el rastro de mis lágrimas. Ya no me importa nada. Mis labios hace rato que empezaron a temblar y ni siquiera me había dado cuenta. Lo muerdo con toda la fuerza.

-Emma...-me llama la voz de mi padre, esta vez con menos dureza.

Sé que se siente extrañado. Solo lloré una vez delante de ellos en toda mi vida. Nunca me derrumbé delante de ellos. Siempre mantuve todos mis sentimientos bajo llave. Nadie, ni siquiera mi hermana, ha sabido que yo no era una maquina insensible. Aunque claro, hasta hace poco, yo tampoco sabía que tenía sentimientos tan fuertes. Supongo que esto debe de tratarse por el hecho que nunca me he permitido sentir nada.

Por una maldita vez que bajo la guardia, he tenido que enamorarme. Bajé tanto la guardia que me permití enamorarme de sus ojos. De sus labios. De esos comentarios que me hacían reír, incluso en los días que no quería reír. De su pequeña sonrisa. De la forma con la que él podía estar solamente conmigo. Me enamoré de James.

La gente dice que el amor es lo mejor que puedes encontrar. Pues yo no pienso eso. Haría lo que fuera, lo que fuera, por cambiar todo esto.

-Me enamoré de un paciente, papá-digo cuando otra lágrima más cae por mi rostro.

-¿¡Qué!?-exclama mi padre.- ¡Son unos malditos asesinos, Emma! ¿¡Es que no te has dado cuenta!?

Esta vez, levanto la mirada hasta chocar con la mirada furiosa de mi padre. Resto importancia a que vea mi rostro empapado de mis propias lágrimas.

-¡Qué sean asesinos no los convierte en animales!-grito enfurecida.- Siguen siendo personas.

-No vuelvas gritarme, Emma-me advierte señalándome con el dedo índice.

-No vuelvas a faltarle el respecto a personas con problemas mentales-grito con más fuerza, simplemente para enrabiarlo aun más.- ¿Y qué pasaría sí te gritará, de todos modos?-grito.

Dejo escapar una risa sin humor cuando su mano abofetea mi cara. No lo creía capaz de eso, sinceramente. Para ser tan mayor, no tardó mucho en llegar hasta mí y callarme con una bofetada.

-¡Arthur!

-¡Papá!

Gritan mi madre y Susan al mismo tiempo horrorizadas. Seguramente, la parte derecha de mi rostro ya este roja. Pero no es el dolor físico lo que me duele.

Más bien agradezco lo que mi padre acaba de hacer. Este es mi merecido por haber sido débil. Este es mi castigo por haberme enamorado. Este es el castigo que yo misma me he hecho últimamente por ser así.


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Okay, okay, creo que no he llorado de milagro. Siento si he roto algun que otro corazon, de veras que lo siento.

Quiero aclarar una cosa.

Sé que esta Emma no es la misma Emma de el primer libro. Pero, entendla por favor. Ella culpa al amor por todo su sufrimiento. Ella ahora se cree débil. Pero ( no haré spoiler) creo que todos sabemos que ella sigue sinedo la misma persona de siempre. Fuerte, orgullosa, con horrible temor al compromiso, cinica... Pero , todos en el mundo pasamos una mala racha, en este caso: es una MUY mala racha.

Pero no perdais la esperanza en ella, Emma es Emma.


Espero que os haya gustado el capitulo independientemente si quereis matarme o no. No olvideis VOTAR y COMENTAR


LUCHEMOS TODOS JUNTOS POR UN MUNDO SIN SPOILERS

Huye conmigo (Elypeea#2) Fanfic THEO JAMESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora