Capitulo 37: Lo quieras o no

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-¡Vamos, James! Deja de refunfuñar-me quejo, ganándome otro bufido de su parte mientras expando adecuadamente la base de maquillaje en su rostro recientemente afeitado.

Siempre he visto a James luciendo una bien cuidada barba de dos días en su rostro. Ahora su rostro está afeitado completamente y debo admitir que le resulta bastante favorecedor. Sin barba hace que su rostro sea más anguloso y su piel más suave. Aunque claro, resulta verlo extraño tal como está ahora mismo. Su piel con un tono casi pálido. Básicamente, he mezclado la base de mi tono de piel con una más oscura.

Miro a James a sus azules ojos. Sí, azules.

-Es tan raro verte con ojos azules-comento.

Debo morder mi labio interior para evitar volver a estallar en carcajadas al ver como James batallaba para ponerse las lentillas de colores. Sacando la lengua con rostro concentrado y mordiéndosela fuertemente cuando por poco se saca un ojo.

-A mí también me es raro llevar cinco quilos de maquillaje en mi perfecto rostro-dice de vuelta con un eje de enfado.

Me rio a la vez que cojo una barra de labios rojizo natural. James aparta la cara instintivamente. Pongo los ojos en blanco antes de tomar su rostro, alzando su mandíbula y ahuecando sus labios y aplicarle el labial.

Minutos después, doy varios pasos atrás para observar desde un ángulo distinto mi obra de arte. El resultado es un maquillaje natural, apenas sí parece llevar alguno. El castaño cabello de James, ahora negro por el tinte, que desaparece en unos lavados, sus ojos azules y su piel blanquecina. Obviamente, es más que agradable a la vista. Y obviamente también, yo prefiero mil veces más a James de preciosos ojos castaños oscuros y pelo de color natural. Simplemente, prefiero al James de siempre.

-Estás muy guapo-alago junto con una risita burlona.

-Ni que lo jures-dice Stephen, el conocido de James y ahora amigo mío, a mis espaldas-. ¿Estás seguro que no eres gay, Jamie?-pregunto guiñándole un ojo.

-Plenamente seguro-contesta este-. Y no vuelvas a llamarme así-advierto señalándolo con su dedo índice.

Stephen nos ha permitido instalarnos unos días en la habitación de invitados de su casa. La noche de nuestra llegada, hace dos días, él mismo me contó por qué era de total necesidad que acudiéramos a él. No recuerdo exactamente el nombre de su oficio, aunque estoy completamente segura que fue una palabra inventada por él. Sencillamente, se ocupa de entregarnos identidades falsas y cambiarnos lo más posible de aspecto físico a la realidad. Esta mañana me dijo que gracias a él, millones de fugitivos o simplemente personas que necesitan no ser percibidos por la sociedad, entre ellos James, se salvaron, textualmente, "el culo". Me dijo que el primer trabajo que hizo por James, fue cuando James tenía veinte años, cambiando su nombre por Jayden Cox. Realmente, Stephen posee una gran habilidad para inventarse identidades y nombres de la manga en escasos segundos.

-Está bien, señorita Bellezon-empieza Steph dirigiéndose a mí. Al parecer, es un genio para inventarse nombres, pero a la hora de dirigirse a las personas por sus nombres reales, es un cero a la izquierda. Y como según él, Emma, es un nombre demasiado complicado que recordar, me llama por su cariñoso apodo "señorita Bellezon".- Es tu turno. Las lentillas verdes están en el tercer cajón. El tinte rubio en el armario de la derecha, segundo estante-indica-. Confío en que seas tan lista como pareces y sepas aplicarte todas esas cosas tú solita, Bellezon.

-No te queda duda, señorito Zapatillas de hipopótamo rosa-digo asintiendo mientras deshago mi coleta mal hecha.-Voy a ducharme-informo quitándome la camisa, quedándome en una camiseta sencilla negra y ajustada0 de tirantes. Al ver que ninguno de los se dispone a abandonar el lavabo para que pueda darme un rápido baño a solas, entrecierro los ojos y señalo con un cabeceo la puerta-. Fuera, pervertidos.

Espero impaciente a que ambos individuos salgan lentamente del cuarto. Una vez fuera, hago desaparecer toda ropa de mi cuerpo. Observo mi cuerpo desnudo en el espejo. Mi cabello castaño que antes acaba a mitad de mi espalda, ahora luce un nuevo peinado. El largo de mi cabellera es ahora diez centímetros aproximadamente más corto, aunque escalado como siempre. He perdido peso en los últimos meses. No un peso exagerado, unos tres quilos más o menos. Por lo demás, me veo exactamente igual que siempre. Con un encogimiento de hombros, deslizo mi pie izquierdo en la bañera y luego el derecho.

Sitúo mi cuerpo debajo de la alcachofa de la ducha y abro el grifo. Al instante, el agua caliente empapa mi cuerpo. Aplico unos gotitas de shampoo en mi mano antes de llevarlas a mi cuero cabelludo y trazar masajes allí, creando espuma. Una vez acabo de enjabonar mi cabello, lo enjuago y empiezo a lavar mi cuerpo.

No paso más de diez minutos bajo el agua. Es una ducha rápida y una vez acabo, salgo de la moderna ducha de Stephen. Enrollo una toalla en mi cuerpo mientras, con otra toalla más pequeña, escuro mi cabello para humedecerlo. El espejo está empañado, por lo que paso mi mano por él para poder observar a través del vapor impregnado en el cristal debido a la caliente agua de mi baño. Me dispongo a vestirme, pero caigo en la cuenta en que no tengo aquí ropa para cambiarme. Por lo que, descalza y únicamente cubierta por una escasa toalla azul claro que acaba a la altura de mis muslos.

Cruzo los pasillos mirando cada cuadro colgado en las paredes. Algunos, son coloridos y brillantes, otros, son más apagados, más tristes. Todos ellos, sin importar lo contradictorios que son unos de los otros, están colgados juntos, sin orden alguno.

Una fría brisa, provocada por una ventana abierta, me pone la piel de gallina, por lo que decido avanzar más rápidamente hasta la habitación de invitados. Pero no doy más de cinco pasos, antes de detenerme.

Y la razón por la que me detengo, no es más que otra cosa que los susurros hostiles de Stephen y James proveniente del salón. Me acerco a hurtadillas, procurando no causar demasiado ruido y pego la oreja a la pared.

-He dicho que no-sentencia la voz de James con dureza.

-¡No tienes más opción. James!-exclama Steph- ¿¡Qué otra cosa puedes hacer, entonces!?

-Cualquiera menos esa-responde James-, pero nunca eso.

-Pues si no harás "eso", ¿qué harás? ¿Dónde irás? ¿Qué cojones harás con tu vida?-inquiere Steph. Entonces, debido al prolongado silencio por parte de James, asiente como haría cualquier persona al entender algo- No se trata de que harás contigo. Sino con ella.

-Cierra la boca-escupe James en respuesta-. He venido aquí para lo de siempre. Para que prepares unas identidades falsas sacadas al horno y me las des con un bonito lazo rojo. No para que me des ningún consejo moral. No es tu asunto.

-Pero tampoco asunto tuyo, únicamente-corrige-. ¿Recuerdas la primera vez que acudiste a mí? Yo sí. Me despertaste a las tres de la mañana, con las manos manchadas de sangre, incluso estropeaste mi alfombra blanca de marca, pidiéndome ayuda tiritando por tu empapada ropa por la tormenta que caía. Pero viniste solo. No me interpuse en tu vida privada en ese momento, ni en los centenares de veces siguientes. Pero ahora es diferente. ¡Es diferente porque no solo estás tú involucrado en todo esto, James! Ahora está ella. Y tienes que hacerlo, James. Lo quieras o no.

-¿¡Es que acaso quieres que ella se entere, Stephen!?-susurra con los dientes apretados y cada palabra suya muestra su rabia.

Y es entonces, cuando mi sangre se hiela. Y salgo de mi escondite, sin importarme estar semidesnuda y con pequeños chorros de agua cayendo de mi cabello. Y cuando mi mirada encuentra la ahora azul y falsa mirada de James, puedo ver todo el temor en ellos.

-¿Enterarme de qué, James?

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HOLA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! OMG! ¿James...que nos ocultas? Ah, lo sabreis...con el tiempo.

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LUCHEMOS TODOS JUNTOS POR UN MUNDO LIBRE DE SPOILERS!!!

Huye conmigo (Elypeea#2) Fanfic THEO JAMESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora