Capítulo Dos

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Cuando el auto avanzó hacia adelante por el interminable camino de tierra lleno de baches, Soonyoung se sentía como si todos los huesos de su cuerpo se hubieran convertido en astillas. Las luces del automóvil creaban un fino túnel entre los invasores árboles, y luego de repente, lanceaba a través de una superficie más abierta.

Finalmente habían llegado a su destino.

—Por fin —Soohyuk expresó los pensamientos de ambos mientras metía el auto en una pequeña área de aparcamiento bien escondida detrás de arbustos y árboles.

Soonyoung suspiró aliviado de que el viaje haya terminado. Luego la expectación erizó sus nervios.

—¿Qué pasa ahora?

Soohyuk le dio unas palmaditas en la pierna.

—Nada va a pasar esta noche. Solo desempacaremos y nos acostaremos temprano.

—Buen plan. Estoy agotado —el único movimiento que quería hacer esta noche era meterse en una cama. Antes de salir, tuvo que acabar con el trabajo sobre su escritorio, reunirse con su equipo contable, y luego con su redactor. No podía permitirse el lujo de atrasarse, no con el gerente observando su trabajo.

Soonyoung se deslizó fuera del auto y tomó una bocanada de aire tan frío y vivificante que le quemó los pulmones. Mirando hacia arriba más allá de los altísimos pinos en los gruesos puntos blancos dentro de la noche negra, parpadeó sorprendido. Las estrellas se hacían más grandes fuera de la ciudad, ¿no? ¿El cielo se veía como este antes de que él y su mamá se mudaran a Seúl después de que sus padres se divorciaran?

—¿Puedes creer estas estrellas?

—¿Qué, cariño? —Soohyuk le respondió, la cabeza escondida en el maletero.

—Nada.

Después de sacar las dos maletas, cerró el maletero y le entregó su bolso.

Atravesaron el claro hacia una bellísima estructura estilo Hanok de dos pisos. Soonyoung acarreó con dificultad su maleta a través del ancho y circular porche, siguiendo a Soohyuk hacia una sala enorme. Varios sofás de cuero, grandes sillones tapizados en color rojo oscuro, y una alfombra creaban una acogedora sala de estar. En la pared izquierda, un fuego crepitaba en la chimenea de piedra englobada por grandes estanterías llenas de libros. Cuatro hombres jugaban a las cartas en el otro extremo.

Una mujer cerca del fuego le dio la bienvenida a Soohyuk, y de repente la gente parecía emerger de la nada.

Soohyuk estaba radiante, intercambiando abrazos con hombres y mujeres.

—Soonyoung, estos son Paul y Amy.

Soonyoung asintió y sonrió, tratando de ponerle nombre a las caras. Paul y Amy: un hombre alto y calvo y una morena delgada, con un bronceado oscuro. Eun y SuBin: una pelirroja y un hombre fornido. Sony y JiGeon: mujer rubia, hombre cerebrito con gafas.

Entonces Soonyoung comenzó a perder la pista, pero no lo suficiente como para perder el hecho de que todos eran de diferentes tamaños, pero estaban en buena forma. Él seguramente no era apto para esto si ese era el criterio para su aceptación. Un sentimiento de ahogo tiró de su estómago, siendo la única persona que no tomaba clases de gimnasia tendría que aspirarse. ¿Estos ejercicios de calistenia sexual serían lo mismo?

—Encantado de conocerlos a todos —dijo, notando los voluminosos suéteres, camisetas y jeans. Muy casuales. ¿Por qué no había mencionado Soohyuk el código de vestimenta? Soonyoung todavía llevaba su traje. Por otra parte, no había tenido muchas opciones. Además de los dos pares de jeans, su guardarropa entero sólo contenía ropas de negocios, sudaderas y más sudaderas cubiertas de pintura.

—Vamos a confirmar la reservación. Luego podemos transportar nuestras cosas a nuestro lugar —dijo Soohyuk, tirando de él hacia una pequeña recepción a la derecha de la puerta principal.

Un gruñido bajo lo detuvo en seco. Un perro. Su maleta cayó al suelo mientras saltaba hacia atrás. El corazón hizo un ruido sordo dentro de su pecho, luchó por mantenerse tranquilo y no correr hacia la puerta. Cualquier perro permitido en el interior no podía ser violento. No podría.

—Vamos, Soonyoung —Soohyuk le dirigió una mirada impaciente.

—Bien —obligó a sus pies a ir hacia adelante, un firme-provechoso paso tras otro. ¿Dónde estaba el perro? Cuando el hombre detrás de recepción le dio la mano a Soohyuk, Soonyoung registró el suelo. Allí. Parado al lado del hombre, parecía enorme, con un pelaje marrón oscuro y un hocico más oscuro. Se le quedó mirando, y oyó otro rugido.

—Thor —dijo el hombre, en voz baja casi a la altura del perro—. Abajo.

El perro se aplastó contra el suelo. No dejó de mirarlo, sin embargo.

—Soonyoung, él es Lee Seokmin. Es el dueño del lugar —dijo Soohyuk.

—¡Hey, Hyuk! —una de las mujeres gritó desde la puerta principal—. Ven a ayudarnos a decidir sobre los planes para mañana.

—Ya voy —gritó en respuesta, a continuación, dio unas palmaditas en el brazo de Soonyoung—. Soon, confirma tu la reservación. Yo voy a estar afuera con Paul y Amy.

Soonyoung asintió con la cabeza, incapaz de romper la mirada con el perro.

—Soonyoung, mírame a mí, no al perro —la voz profunda y áspera lo liberó, y se volvió hacia el dueño. Lee Seokmin parecía tan perverso como su perro, con esos ojos penetrantes y una blanca cicatriz debajo de su pómulo. Confirmo la reservación y luego de entregarle un lapicero, golpeó el papel delante de él—. Nombre y dirección. Firma arriba de la remisión.

—¿Remisión?

Sus labios firmes se curvaron.

—Así no puedes demandarnos si te caes abajo de la montaña y te rompes el cuello.

Correcto. Después de llenar el papel, tomó su maleta, sosteniéndola frente a él en caso de que el perro se moviera. Cuando el propietario se levantó, retrocedió un paso. Levantó al menos un metro ochenta cinco centímetros, con rígidos músculos debajo de su camisa de franela roja oscura. Las mangas enrolladas mostraban gruesos antebrazos. Más cicatrices agraciaban sus manos. Todo lo que había hecho en el pasado debería haber sido brutal.

—Te voy a mostrar donde se quedaran —se acercó a él, y cuando el perro lo siguió, Soonyoung parecía no poder moverse. Ese animal podría descargarlo en pedazos, derramando su sangre, rasgando su...

—Abre la mano, pequeño —un destello de diversión se veía en sus ojos mientras tiraba de la maleta que tenía en su mano.

—Lo siento —susurró. Soohyuk ya estaba afuera de la puerta, lo había dejado solo, lo dejó aquí con ese perro.

El perro lo seguía mirando, gruñendo.

—Thor, se amable —le espetó el hombre.

El perro se detuvo, sin embargo Soonyoung podía ver que quería morderlo.

—Él puede sentir que le tienes miedo, y está jugando al matón —el hombre se acercó hasta que Soonyoung tuvo que mirarlo, su perro no era el único matón en el lugar, pero cuando su mirada se encontró con la suya, de alguna manera supo que Seokmin no lo dejaría salir herido.

Puso una mano sobre la parte baja de su espalda, conduciéndolo hacia la puerta.

鸡 ㅤׄ ㅤ El amo del placerㅤ :ㅤ SeokSoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora