Seokmin observaba como su pequeño rebelde luchaba para sentarse de nuevo, sus ojos completamente montados en cólera con él.
—Tú... hombre de las cavernas. Yo no te pertenezco y tú...
Joder, Soon era adorable. Aún así, estaba en su habitación ahora. Seokmin no le haría ningún favor a un sumiso tolerando su falta de respeto. Momento de entrenamiento.
—No tienes permiso para hablar —gruñó, satisfecho cuando su diatriba se cortó en la mitad de la frase, mostrando la obediencia instintiva de un sumiso bajo el mando.
Lo observó durante un largo minuto, aumentando su expectativa, así como su preocupación. Su rostro sonrosado por el inicio de la excitación. Sus manos frotando sus muslos, como si tratara de tranquilizarse a sí mismo.
—Desvístete.
Su jadeo fue delicioso.
—Ahora, escucha...
Inclinándose hacia adelante, le levantó la barbilla para que pudiera ver su disgusto.
—Las únicas palabras que quiero de ti son Sí, señor ¿Soy claro?
Podía verlo considerando escapar usando su palabra de seguridad. Luego un estremecimiento lo recorrió y apretó las manos, enfatizando su excitación, y revelándole su decisión incluso antes de que Soonyoung dijera:
—Sí, señor.
—Buen chico —aflojó el apretón, acarició suavemente su mejilla. Lo besó, dejándole sentir su calor.
El placer del sumiso por la aprobación de su amo brillaba en sus ojos cuando se retiró. Le apretó el hombro, y luego dio un paso atrás, se cruzó de brazos y esperó.
Mordiéndose los labios, se levantó y se quitó el camisón, apoyándolo sobre el brazo del sofá. Su rubor se incrementó, sobre todo por la vergüenza.
—Toma tu posición allí —dijo, señalando a la alfombra junto a la chimenea.
Soonyoung se arrodilló como le ordenó. Cuando lo miró hacia arriba a través de sus pestañas, Seokmin frunció el ceño hasta que Soonyoung abrió las piernas más amplias, lo suficientemente amplias como para ver su erección y testículos. Hermoso, rosado banquete.
—Muy bonito, pequeño rebelde. Quédate ahí ahora —sacó su bolsa de juguetes del armario—. Vamos a trabajar primero la confianza. Y luego hay otras cosas que quiero hacerte.
Sus puños apretados le rebelaban su reacción. Dado que sus ojos estaban obedientemente bajos, él se permitió una sonrisa. Mientras hurgaba en la bolsa, Soonyoung mantenía su posición. Su obediente pequeño sumiso.
¿Pinzas para pezones? ¿Demasiado doloroso para su segunda vez? Hmmm. Después de un minuto, encontró un par que tenía cristales colgando.
—Ven aquí.
Cuando se puso de pie enfrente suyo, Seokmin sonrió.
—Las manos detrás de tu espalda otra vez, los ojos hacia abajo, las piernas ligeramente separadas.
Seokmin se acercó lo suficiente para ver el rápido latido del pulso en su cuello.
—Me gusta la joyería en mis sumisos —inclinándose, tomó un pezón en su boca, lo chupó hasta lograr un pico, y aplicó una pinza, ajustándolo hasta que vio los músculos alrededor de sus ojos apretarse por el dolor. El reconocimiento barrió a través de él, Soonyoung no era un quejica, ¿no? Sus dientes se mordieron los labios de nuevo, así que lo besó y comprobó su polla. Dura como roca. La otra pinza siguió, acompañada de un silbido de aire. Deslizó su mano hacia abajo, acariciando la erección.
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鸡 ㅤׄ ㅤ El amo del placerㅤ :ㅤ SeokSoon
FanfictionCuando el novio de Soonyoung le propone ir de vacaciones con su club swing rápidamente se da cuenta de que no disfrutaba con el intercambió de parejas. Ahora no tiene dónde dormir. Seokmin, el propietario del lugar, lo encuentra congelado en el porc...