Capítulo Tres

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Pequeña cosa bonita, pensó Seokmin, con los ojos más bellos que había visto en mucho tiempo. Unos que mostraban cada emoción cursando a través de él, sobre todo el miedo, en este momento. ¿Qué había traído a un tímido ciervo a este rebaño de yuppies retorcidos?

Oyó el clic de las uñas del perro sobre el piso y se volvió.

—Thor. Quédate aquí.

Después de una larga pausa y de una mirada seguramente-no-hablas-en-serio, Thor regresó lentamente hacia la recepción y se dejó caer junto con un suspiro de sufrimiento.

El perro de gran tamaño podría ser una reina del drama real. Seokmin sonrió y siguió al ciervo llamado Soonyoung fuera de la puerta.

¿No era interesante ver cómo su timidez desapareció en el minuto en que se dio cuenta que Thor se había quedado atrás? Su postura se enderezó, su cabeza se elevó. Ahora realmente lucía como el hombre profesional que su cabello y traje azul oscuro proclamaban. Obviamente un chico exitoso, tan sólo que ese tipo de costoso diseño lograba ocultar los mejores atributos de su cuerpo. Una lástima, la verdad. Tenía un exuberante cuerpo que gritaba por destacarse, no esconderse. Y alta costura o no, Soonyoung no podía ocultar demasiado su belleza.

Mientras esperaban a que Soohyuk se libere de los dos miembros del club a los que se había unido, Soonyoung se apoyó contra un poste del pórtico. Maldita sea, estaba cansado, hasta los huesos. Las dos pesadillas de la noche anterior no lo habían dejado dormir mucho, especialmente la última. Se frotó el rostro con las manos. Las balas, los cohetes... no eran tan malos. Pero los sueños de las explosiones de los IED y de sus compañeros de equipo volando en pedazos... Una mierda, odiaba eso.

Cuando Soohyuk se unió a ellos, Seokmin dirigió a la pareja hacia la hilera de casas a la izquierda de la portería. Las de la derecha se habían llenado antes.

Cuando finalmente entraron en la casa, Seokmin encendió el interruptor de la luz y vio al joven apreciar el lugar. La cama tamaño extra grande contaba con una colcha azul con diseños dorados. Dos mesas de noche y una cómoda. Una pequeña cocina por la esquina. Dos sillones con lámparas. Una pequeña mesa redonda debajo de la ventana trasera. Una alfombra azul marino y un pequeño baño en la parte posterior. Seokmin observó al chico de la ciudad.

Él parecía un poco sorprendido, entonces se acercó a la cama y pasó una mano por la colcha.

—Es increíble cómo los colores no deberían mezclarse, pero lo hacen. Quien haya hecho esto tiene todo un ojo.

—Le diré a mi tía lo que has dicho.

Soohyuk entró caminando despacio y dejó caer su maleta junto a la puerta antes de unirse a Soonyoung. Le envolvió un brazo por los hombros y lo besó en el cuello.

—Bienvenido al nido, cariño.

Soonyoung se puso ligeramente rígido y miró a Seokmin, como si se sintiera incómodo con la demostración de afecto en público.

Seokmin sofocó una sonrisa. Definitivamente el chico se estaba relacionando con la gente equivocada.

Soonyoung salió del agarre de Soohyuk.

—Estoy muy cansado.

Soohyuk dudó, su mirada fue de Soonyoung hacia la puerta, como si estuviese siendo atraído por un imán.

—Si estás seguro...

—Estoy seguro.

—Está bien —dio un paso hacia la puerta y se detuvo—. Oh, la chimenea de leña...

—Se la mostraré —dijo Seokmin. Dejó la maleta de Soonyoung al lado de la otra.

—Gracias, Seokmin. Volveré enseguida, cariño —Soohyuk salió de la casa como si temiera que alguien lo detenga.

Alguien quería empezar con los intercambios esta noche, ¿no? Con una sonrisa cínica, Seokmin indicó con la mano la chimenea y se arrodilló para poner leña y troncos. El chico se quedó tan cerca que su cadera le rozó el hombro. Una suave, redondeada cadera. Mientras Soonyoung se acercaba para mirar, su fragancia se envolvía alrededor de él. Su suave jabón olía bastante agradable, pero su esencia pura le daba ganas de desnudarlo y ver si sabía más dulce. Se aclaró la garganta y se alejó. Le explico brevemente como encender el fuego de la chimenea y como colocar la madera para después preguntarle:

—¿Lo has entendido?

Soonyoung frunció el ceño, estudiándolo como si fuera un rompecabezas esotérico sobre el cual él haría un interrogatorio más tarde, y luego asintió.

—Creo que lo conseguiré. Gracias.

Para su alivio y lamento, Soonyoung se acercó a la pequeña estantería de libros junto a la cama. Mientras él se ponía de pie, Soonyoung sacó un libro, con un grito feliz.

—¡El Hombre Que Ríe! No he leído esto desde la Universidad.

Cuando sus ojos se iluminaron por eso, Soonyoung perdió la aspereza de la ciudad y sólo se veía atractivo. Muy atractivo. Los labios rosados pasaron de besables a rozar con lo carnal.

—¿Hasta qué hora puedo dormir? ¿Hay horarios determinados para las comidas o algo así? —preguntó, sosteniendo el libro como un apreciado tesoro.

—Tu grupo por lo general rota de cocinero, pero siempre habrá café y aperitivos disponibles en la cocina.

—Voy a ser uno de los primeros en tomar un café —Soonyoung arrugó la nariz de una manera muy linda—. Soy adicto a la cafeína.

—Te veré entonces —Seokmin llegó a la puerta, deteniéndose, los chicos bonitos eran un infierno en los procesos de pensamiento de un hombre, y sacó una tarjeta electrónica del bolsillo—. Aquí está tu tarjeta. Le daré a Soohyuk la suya.

Cruzó la habitación. Cuando Soonyoung tomó la tarjeta, vio una pequeña sonrisa.

—Buenísimo. Tú tienes un lugar muy interesante, Señor Lee.

—Es Seokmin —le pasó un dedo por la mejilla, encontrando su piel tan suave como parecía. Maldita sea—. Bienvenido, pequeño.

鸡 ㅤׄ ㅤ El amo del placerㅤ :ㅤ SeokSoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora