鸡 ㅤׄ ㅤ El amo del placerㅤ :ㅤ SeokSoon

Capítulo Trece

—¿No hay habitaciones vacías? —Soonyoung ubicó sus manos en las caderas—. Bueno, eso es simplemente genial. ¿Qué se supone que haga ahora?

Las conversaciones después de la cena se habían vuelto cada vez más calientes. Soohyuk se sentó en el sofá con Amy casi en su regazo. Ella jugaba con su cabello, dándole a Soonyoung una mirada de superioridad.

—Podrías participar y divertirte como el resto de nosotros —dijo Soohyuk—. ¿Cómo sabes que no te va a gustar si no le diste una oportunidad? Sé que Paul y SuBin querían que te unas a ellos.

—Ugh. No estoy interesado —dijo secamente—. Por lo tanto... —¿Qué iba a hacer?

—Seokmin sugirió que hables con él, y tal vez podría arreglar algo —añadió Soohyuk, luego deslizó la mano dentro de la blusa de corte bajo de Amy, obviamente, su atención no estaba en la conversación.

Dando un bufido de exasperación, Soonyoung salió de la gran sala. Gritar de rabia, no ayudaría a las cosas, pero maldita sea, ¿no había estado en esta misma posición ayer? Dormir en el columpio del porche significaba correr el riesgo de una hipotermia de nuevo, así que estaba descartado. Apretando la boca, se dirigió hacia abajo del camino. Soohyuk utilizó la casa la noche anterior. La justicia dictaminaba que Soonyoung la tenga esta noche, para sí mismo. Después de todo, es por eso que Dios le daba cerraduras a la humanidad, para impedir la entrada de machos idiotas.

Con el sol ya oculto, la temperatura del aire había disminuido rápidamente, y se estremeció. En la quietud del bosque, los sonidos desde la gran sala parecían distantes mientras sus zapatillas crujían sobre los pedazos de pino que cubrían el camino. Casi allí, se detuvo. ¡Demonios!, había dejado su bolso de arte en la cocina. Miró hacia atrás por el camino y se encogió de hombros. No valía la pena retroceder de nuevo, no considerando lo que podría estar pasando.

En su casa, pasó hacia el pequeño porche, agarró el pomo de la puerta, y...

Risas salían del interior de la cabaña. La risa de un hombre, Paul, y la cama comenzó a crujir de una manera inconfundible.

Bueno, demonios, demonios, demonios. Retrocedió en lugar de patear la puerta, como quería. Esto en cuanto a ese plan. Soohyuk debería haber planeado un grupo de cuatro personas allí más tarde.

Se dio la vuelta y regresó por el camino, arrastrando los pies, observando el polvo brillando por la temprana luz de la luna.

Chocó contra una pared sólida y soltó un humillante chillido.

Poderosas manos lo agarraron por los brazos, sosteniéndolo para que no caiga, y Soonyoung miró la cara de Seokmin.

—Joder, sólo mátame y todo habrá terminado —dijo, poniendo su mano sobre su propio pecho, donde su corazón estaba tratando de calmarse.

—Lo siento, pequeño.

—Seguro que sí —murmuró. Seokmin no sonaba como que lo lamentara en absoluto, más como si estuviera tratando de no reírse, el muy cabrón—. Necesitaba hablar contigo de todos modos.

Desde detrás de Seokmin, Thor se adelantó, una bestia de aspecto siniestro en la tenue luz del camino. Soonyoung se puso rígido, y luego tomó aliento y le tendió la mano. No me muerdas, no me muerdas.

Thor olfateó la mano, luego, con la nariz, movió su mano hacia arriba. Acaríciame.

Con una risa ahogada, Soonyoung se dejó caer de rodillas y así lo hizo. Peludo y sólido, el perro no quería nada más de él que un poco de cariño. En un minuto, se extendía sobre sus rodillas, la mitad en su regazo, Soonyoung le frotó el pecho y obtuvo un ocasional lengüetazo birlando su barbilla.