Capítulo 18

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Después de aquel atentado hacia la familia Jeon, la seguridad hacia ellos se reforzó. Las doncellas que antes acompañaban a Somi habían sido cambiadas por guardias que custodiaban el castillo. Incluso Jungkook era constantemente vigilado, durante las horas que pasaba en la escuela, habían guardias en los techos del edificio con una sombilla en la mano para protegerse del sol. Por seguridad no le dejaban ir a la casa de Taehyung y si el lobito quería jugar con él, debía ir al castillo, claro que después los guardias de los Jeon se aseguraban de llevarlo sano y salvo a su hogar, esto a pedido de Somi.

Al pequeño vampirito estaba empezando a molestarle tanta sobreprotección, los únicos momentos que estaba completamente en paz y en los que podía jugar con sus amigos, eran las horas que pasaba dentro del salón. Incluso en el castillo era igual de protegido. Ahora estaba prohibido abrir las ventanas de su hogar y no podía salir al patio a menos que hubiera mínimo diez guardias vigilando.

Quizás sea exagerado, pero las cosas han cambiado mucho desde aquel incidente, y no solo en la familia, sino que en todo el pueblo.

La noticia se esparció rápidamente y en poco tiempo toda la manada y sus visitantes se enteraron del atentado hacia la familia del líder del clan. Un ambiente de desconfianza se extendió por todo el pueblo a raíz de esto, y no solo por parte de los vampiros, sino para todos los ahí presentes.

Por un lado estaban todos los visitantes de las demás especies que se habían reunido para el tratado de paz que pensaban que si algo así le sucedió a la familia del líder del clan; ¿Qué quedaba para el resto que no eran nada? Cualquiera ahí estaba expuesto y podría ser blanco de cualquier atentado.

Y por otro lado, estaban a los licantropos, quienes se encontraban enojados ante la mirada acusatorias de todos aquellos que no pertenecían a la manada. Ellos aseguraban no haber tenido nada que ver con el atentado, pero las pruebas estaban en su contra.

Aquella noche, luego de que llegaran a la aldea y de que el mayor de todos se asegurara de que su familia y la del amigo de su hijo estuvieran a salvo, fue a charlar con el líder de la manada, quien no perdió el tiempo de ir hacia la macabra escena que dejó el líder del clan en el bosque. Ahí se encontró con los cuerpos desmembrados de unos alfas, que a decir verdad, no podría decir que eran de su manada, pues estaban irreconocibles. También se encontraban los cuerpos de los vampiros, los guardias que custodiaban el carruaje de la condeza, pero estos tan solo tenían un agujero que les atravezaba el corazón. Pronto sus cuerpos se carbonizarian con los rayos del sol.

Pero a pesar de todo, a los pequeños no les importaba qué estaba pasando, eran temas de adultos que no comprendían. Ni les importaba.

Lo que a ambos les mostaba era que no podían jugar tanto como antes, a Taehyung nunca lo habían restringido nada y a Jungkook jamás había sido tan protegido, salvo por su madre, pero esto ya era una exageración a su parecer. Quizás ambos ignoraban la magnitud del problema, pero eso es lo que siempre hacían los niños, para ellos su prioridad era pasar tiempo con su amigo.

—Jungkookieeeee, por favoooor —rogaba el pequeño lobito con un pucherito en sus labios todo desparramado sobre su mesa viendo a su amigo—, ¿Por qué no puedes venir a casa?

—Ya te lo dije. Mi mamá no me deja —respondió sin quitar la mirada de su dibujo. Estaba muy concentrado en no pasarse de la línea.

—¿Por qué no? ¡En casa no te pasará nada! ¡Está Baekhyun Hyung!

—Dicelo a mamá —dijo sin prestar mucha atención.

Taehyung suspiró molesto y miró hacía otro lado, manteniendo su puchero.

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—¡Ya, Taehyung! ¡Hablame! —se quejó Jungkook secudiendo a su amigo, quien estaba sentado en el suelo con los brazos cruzados.

Durante toda la clase y en el primer recreo, Taehyung había estado ignorando a su amigo, cosa que este notó, ya que el lobito se pasa todo el día parloteando.

Taehyung solo se puso aún más rigido para que no lo moviera y corrió la cabeza un costado para no verlo. El vampirito hizo un puchero molesto. Si había algo que le molestaba era que lo ignoraran, en especial personas importantes para él como lo era el lobito.

Y cuando eso pasaba, tomaba medidas extremas.

—¡Auch! —se quejó el lobito al sentir un "fuerte" dolor en su brazo— ¡Oye! ¿Por qué me pegas? —volvió a quejarse sobando el área.

—Para que me hables. —Sonrió su amigo, mostrando sus colmillitos.

—¡Eso es injusto!

—No lo es. Me hablaste, así que sí vale.

El lobio le sacó la lengua y volvió a su posición inicial, queriendo ignorar a su amigo. Suspirando, el vampirito se sentó a su lado, aunque él no quiera hablarle, el azabache sí quería estar con él, aparte que no tenía con quién más hablar, ya que Jihoon había faltado y Jabum estaba correteando por ahí con otros de sus compañeros.

De su bolsillo sacó un dulce que no sabía qué era y que conoció en esa manada, pero le gustaba. Era una especie de malvavisco relleno de una gelatina sabor a manzana. Sabía delicioso. Eran sus favoritas y las de Taehyung.

Por eso mismo, cuando la naricita del lobito captara el dulce aroma del azúcar, miró de reojo a su amigo notando que tenía en sus manos lo que sospechaba. Su boquita se lleno de baba al ver su dulce favorito.

—¿Me das? —preguntó el lobito con una sonrisa, olvidando su rabieta.

Jungkook lo miró unos segundos antes de fruncir el ceño y darle la espalda.

—¡No!

—¡Ahhh! ¡Pero Jungkookie! —se quejó tirándose encima de él, quedando colgado en su espalda.

—No le convido a niños que no me hablan —habló ignorando a su amigo. Aunque pesaba.

—Pero si te estoy hablandoooo —lloriquó el lobito.

—Yo no oigo nada —dijo actuando como si no hubiera nadie ahí.

—¡Jungkookieeee! —lloriqueó abrazándolo más fuerte por el cuello.— Lo siento —se disculpó haciendo un pucherito.

Sonriendo por arreglar su cometido, acercó el malvavisco a la boca de su amigo, que al notarlo sonrió y lo comió.

—Te perdono, pero si vuelves a dejarme de hablar te pateare —amenazó dándole de comer otro malvavisco. Tenía muchos que le había robado de Jihoon de su pequeño escondite.

—¡Eres un agresivo, Jungkookie! —se quejó el lobito con la boca llena del dulce y al rededor de sus labios lleno del azúcar impalpable.

El vampirito solo rió comiendo el dulce.

—Pero Jungkook, ¿Por qué no quieres venir a casa? —preguntó de nuevo haciendo pucherito.

—Yo sí quiero, pero mí mamá no me deja. Dice que puede ser peligroso —repitió las mismas palabras que su progenitora le había dicho.

—¿Por qué?

—Yo qué sé. —Le dio de comer otro dulce.— Tú deberías pedirle permiso a mi mamá. Te quiere más a ti que a mí.

Riendo, el lobito abrazó más fuertecito a su amigo, pegando su mejilla a la de él, pues en ningún momento se bajó de su espalda. Que aunque al vampirito le había empezado a molestar la posición, no lo apartó.

Cuando la campana sonó, los pequeños volvieron a clases. Taehyung tendría que esperar a que acabaran para poder pedirle permiso a la madre de su amigo. Era una ventaja ser tan lindo, jamás podría decirle que no.








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Garritas y colmillitos •ᴷᵒᵒᵏᵛ•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora