Capítulo 7

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Viernes, último día de la semana, y el último día para que Jungkook entregara esas dichosas tarjetas. El sábado sería su cumpleaños y su madre había planeado una fiesta para celebrarlo. Ella quería que Jungkook tuviese más amigos, no existían muchos niños vampiros, Jungkook era de los pocos que había, por eso quería que interactuara más con otros niños de otras especies, ¿Y qué mejor que una fiesta de cumpleaños para ello? Era bien sabido que en esas celebraciones todos eran amigos, sin importar que ni siquiera supieran el nombre del cumpleañero.

Sentado en la mesa junto a sus compañeros, miraba las tarjetas que tenía en sus manos debajo de la mesa. No estaba seguro de hacerlo, los chicos de su mesa eran los únicos que lo trataban bien, el resto de sus compañeros solo lo toleraban. Miró a la mesa de al lado, donde los niños hablaban entre sí muy animadamente, pero cuando notaron la mirada del vampirito, dejaron de reír y empezaron a hablar más bajo.

Jungkook suspiró levemente y volvió su mirada al frente, sus compañeros seguían haciendo los ejercicios de matemática, esos que él ya había acabado.

-Oigan... -llamó lo suficientemente alto para que solo ellos lo escucharan.

-¿Si, Kookie? -habló Jihoon mirándolo.

-Tienen... uhm... ¿Tienen algo que hacer mañana? -preguntó con timidez.

-Yo no, solo molestar a Baekhyun Hyung -dijo Taehyung sonriente

-Mamá quiere llevarme al dentista -se quejó Sehun, otro de sus compañeros de mesa, también era lobo.

-Yo iré a visitar a mi abuelita -habló Jihoon sonriente-. Hace mucho no la veo.

-Mañana es día de limpieza. -Suspiró Yugyeom, otro lobito y compañero de mesa.- ¿Por qué preguntabas?

-Por nada. -Desvió la mirada y guardó las tarjetas.

Durante el resto del día escolar, Taehyung notó que Jungkook no se encontraba de animos, pues no reaccionaba a sus provocaciones, ni tenía ganas de competir contra él, incluso no había aceptado las gomitas que Jihoon le ofreció, ¡las gomitas! Jeon amaba las gomitas y era muy raro, pero muy raro que no las aceptara.

A la hora de la salida, y como casi todos los días, los pequeños amienemigos estaban sentados en la escalera de la estrada de la escuela, esperando a que alguien llegara por ellos. A diferencia de todos los días, Jungkook estaba calladito sentado bajo la sombra, parecía deprimido, Taehyung por su parte, impedía que la hilera de hormigas que por ahí pasara, siguieran su rumbo de forma ordenada. Se le hacia chistoso ver como se volvían locas cuando ponía una mano para impedir su paso. Era eso o estaba completamente aburrido y necesitaba entretenerce con algo. Quizá hasta las dos cosas.

En un suspiro aburrido, llevó su mirada al vampirito, quien seguía en el mismo estado desde que acabaron las clases.

-Oye -lo llamó. Jungkook lo miró-, ¿qué tienes? Desde hace rato te ves raro.

-Tú eres raro -dijo con simpleza y volvió su mirada al suelo.

-¡Claro que no! -Lo miró molesto y le sacó la lengua, aunque él no lo estuviese mirando, y volvió a molestar a las hormigas.

Los minutos pasaban y Taehyung se sentía más aburrido, aveces odiaba que él y su hermano estudiaran en diferentes escuelas. Así tardaban más en llegar a la casa. Suspirando se levantó del suelo y sacudió de sus manos los restos de tierra que pudiera haber. Volteó a ver a su compañero, quien seguía en la misma posición desde hace rato. Por un momento dudaba de que siguiera vivo.

-Oye, Jungkook -lo llamó, captando su atención-, tengo hambre.

El pequeño azabache suspiró levemente, sabía lo que significaba aquello. En todos esos meses que llevaban conociéndose, ambos habían aprendido las manías, costumbres y gustos del otro, quizá de manera inconciente, pero lo habían aprendido. Jungkook tomó su mochila, la abrió y de ella sacó un paquete de galletas con forma de dinosaurios, las favoritas de Taehyung. El pequeño lobito era muy glotón, así que Jungkook siempre guardaba un paquete de galletas o de dulces como reserva para cuando le diese hambre.

El lobito alegre se acercó a Jungkook y se sentó a su lado, para luego tomar un par de galletas cuando el azabache le ofreció. Los dos estaban sentados en las escaleras, con una pequeña distancia que los separaba. Jungkook se encontraba bajo las sombras y Taehyung en medio del sol, ambos comiendo de las galletas de dinosaurios.

Mientras comía la galleta, Jungkook se debatía mentalmente si invitar o no al lobito a su casa. Ellos no eran amigos, pero se llevaban relativamente bien, fuera de todas las discusiones y competencias, podían tener una conversación sin pelearse. Suspirando levemente, el vampirito bajó su mirada al interior de su mochila que se encontraba entre sus piernas, y luego miró de reojo a su compañero.

-Oye, Tae.

-¿Mhm?

-¿Irías mañana a mi casa? -preguntó en voz baja, como no queriendo que lo escuchara. Pero Taehyung sí lo oyó.

-¿Para qué iría a tu casa? -Lo miró confundido. Ni siquiera sabía dónde vivía.

Jungkook no respondió, simplemente sacó una de las cincuenta tarjetas que tenía dentro de la mochila y la dejó en el escalón. Usando sus deditos la arrastró hacia el lobito hasta que ya no pudo, la tarjeta quedó justo en medio, donde se dividía la sombra de la luz. Curioso, Taehyung tomó la tarjeta y la miró. Él no sabía leer muy bien, pero por lo poco que lograba entender, notó que era una invitación de cumpleaños.

-Llegó tu hermano -avisó el pequeño azabache.

Taehyung levantó la mirada, y efectivamente ahí se encontraba Baekhyun esperándolo. Con rapidez tomó su mochila y bajó los pocos escalones que había. Pero antes de correr hacia su hermano, se volteó hacia el vampirito.

-Le tengo que preguntar a mi mamá. -Jungkook asintió ligeramente sabiendo a lo que se refería.- Adiós, bobo.

-Adiós, tonto.

Sin más, Taehyung se volteó y corrió donde su hermano para de una vez irse a casa.

Estando solo, Jungkook se levantó de su lugar y volvió a entrar al edificio. Caminó hasta encontrar un bote de basura y allí sacó todas las tarjetas que tenía en su mochila y las tiró. Sabía que no estaba bien mentir, pero tampoco quería que su mamá se sintiera mal, ella se había esforzado mucho para preparar todo lo de su cumpleaños y que así hiciera amigos. No era culpa de su mamá que todos lo rechazaran por ser vampiro.

Prefería mentirle a que sintiera culpa por haberlo traído a ese cruel mundo lleno de prejuicios.

Cuando volvió a salir nuevamente se encontró con su madre parada al pie de la escalera. Al verlo, ella sonrió, tan radiante como solo ella podía. Inevitablemente, Jungkook le devolvió la sonrisa y corrió hacia ella para abrazarla. Estando bajo la sombra, ella pudo soltar el paraguas que tenía y dejarlo en el suelo para poder corresponder el abrazo de su bebé.

-Hola, mamá.

-Hola, cariño.~ -Sonrió leve para seguidamente dejar un beso en la frente de su pequeño.- ¿Cómo estuvo tu día, cielo?

-Bien.

-Me alegro mucho.

-Señora, debemos irnos -habló una de las doncellas que acompañaba a su madre.

Ella siempre iba acompañada de al menos cuatro doncellas a donde quiera que fuese. Estas eran vampiresas de bajo nivel y medianamente jovenes, apenas tenían unas cuantas decadas. Ellas iban igual de vestidas que la madre de Jungkook, sólo que sus vestidos no eran tan refinados como los de ella.

-Oh, sí, cierto. Debemos irnos, aún me faltan cosas por hacer para mañana. -Sonrió emocionada.- ¿Invitaste a tus compañeritos, Kookie?

-Sí, mami.

-Bien. Vamos.

Sin más, el pequeño grupo de vampiresas comenzaron su camino hacia el castillo, bajo las sombras que les otorgaban los paraguas que llevaban.






Garritas y colmillitos •ᴷᵒᵒᵏᵛ•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora