Capitulo 16

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Amy

—Pueden dejar sus cosas ahí, arriba hay solo cuatro habitaciones así que tendremos que dormir en parejas.—dijo Lucas señalando al segundo piso.

Nos encontrábamos en la casa de los vecinos de Lucas que se fueron de viaje, decidimos que lo mejor era que todos nos mantuviéramos en un mismo lugar, por precaución.

Y cuando digo todos, me refiero a TODOS.

En el inmenso salón estábamos los 8, Ivie, Lian, Nath, Damián, Kate, Mike, Lucas y yo.

Excepto Lucas, todos mirábamos con atención las lindas lámparas y decoraciones que tenía la mansión, era magnífica. Las paredes pintadas de blanco daban impresión de amplitud, y a través de los inmensos cristales que tenía todo el lugar se visualizaba el mar, un lindo patio con jardín y piscina, el bosque, y hasta la casa de Lucas.

Desde donde estábamos ahora, se veía un pasillo de cuatro lindas puertas en el segundo piso, cada una con un número, como si fuera un hotel.

—Y bien?— dijo Lucas para sacarme de mis pensamientos.

—Damián y yo dormiremos en la misma habitación—habló Nath feliz.

—Qué hay con ustedes dos?—preguntó Ivie cruzándose de brazos.

—Ups!—dijo Nath y subió huyendo de nosotras.

—Juro que íbamos a decírselos— se apresuró a hablar Damián en lo que subía las escaleras para dirigirse a la segunda puerta, donde había entrado Nathalia.

—Kate se va conmigo— dijo Mike haciendo disminuir la tensión del momento.

Kate asintió y se sonrojó ligeramente, Mike la ayudó a subir sus maletas a la primera habitación del pasillo y los miramos hasta que cerraron la puerta.

—Supongo que me iré con Amy—dijo Ivie feliz pasando su brazo por mi hombro.

—Y yo con Lucas—habló Lian imitando el gesto.

Ayudó a Ivie a subir sus maletas a la tercera puerta y entró en la última habitación, dejándonos solos.

—Muchas gracias por todo esto— le dije a Lucas intentando encontrarme con sus ojos que huían de los míos.

—No tienes nada que agradecer—me contestó.—Te ayudo con las maletas y voy a mi habitación, estoy algo cansado—agregó para concluir.

—Te sucede algo?—le pregunté al notarlo algo extraño.

—Nada, no debes preocuparte.

—Lucas, creo que ya te conozco lo suficiente para saber cuándo tengo que preocuparme—le aseguré.

—Es... mi abuelo, hace un rato me llamaron que está en el hospital, anoche sufrió un ataque cardíaco del que por poco no despierta y estoy preocupado.

—Ey— le tomé el mentón haciendo que me mire a los ojos— no estés mal, podemos ir a verlo.

—No... sería muy arriesgado para todos y no podemos poner en peligro a los chicos— se soltó de mi agarre girando el rostro.

—Lucas—lo hice mirarme nuevamente— estoy aquí para lo que necesites.

—Lo sé—contestó sin más.

Tras ayudarme a subir las maletas a mi habitación, y despedirnos con un simple "Nos vemos luego" de mi parte, me adentré en la misma. Nos tocó la tercera, y creo que no podía ser mejor.

Tiene una inmensa cama matrimonial con sábanas azul celeste, acompañada de dos mesas de noche preciosas, un gran ventanal desde el que se veía la piscina del patio y el mar, un inmenso vestidor además de los muebles que adornaban la habitación, y una puerta que daba a un baño gigante.

No puede ser amor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora