Imperdonable

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Remus, James y el Sr. Potter corrieron hacia adelante a la vez. Remus cayó de rodillas, alcanzando a Sirius primero. Estaba acostado boca abajo, el cabello negro caía como sangre sobre la alfombra roja. Remus ni siquiera pensó, simplemente le dio la vuelta. Su rostro estaba pálido, sus ojos estaban cerrados, pero estaba vivo. Sí, Remus podía escuchar el corazón de Sirius, latiendo fuerte detrás de sus costillas. Podía oler el hedor del miedo, mezclado con adrenalina.

— ¡¿Sirius?! — James también estaba allí, presionando su cabeza contra el pecho de Sirius para escuchar.

— Está vivo. — Remus dijo, su voz sonando extraña. Todavía agarraba los hombros de Sirius, por donde lo había girado, no podía soltarlo, sus manos apretando la fina túnica de terciopelo.

— ¡Effie! — El Sr. Potter estaba gritando — ¡Rápido! — Se inclinó sobre Sirius — Apártense, chicos, denle un poco de aire...

— Mmm. — Sirius se movió, levemente, sus pestañas revolotearon, pero nada más.

— ¿Que está mal con él? — Remus preguntó a la habitación, desesperado. El señor Potter lo estaba guiando fuera de ahí, tenía que dejarlo ir. Se arrastró hacia atrás, como un cangrejo, cuando la Sra. Potter entró corriendo. Sabía que sus piernas no se sostendrían, no todavía.

Euphemia Potter estuvo en la alfombra en segundos, colocando la cabeza de Sirius en su regazo. Él debió haber hecho otro ruido, porque ella comenzó a susurrarle cosas dulces y pequeñas;

— Shhh ahora, amor, estoy aquí, estás a salvo, shhh...

Remus sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas, levantó las piernas por debajo de la barbilla y las rodeó con los brazos. ¿Que estaba pasando? Miró a James, sentado frente a él en el suelo de la sala, igual de sorprendido, igual de asustado. Hubo un *crack* distante afuera, y el Sr. Potter salió de la habitación, regresando momentos después con Dumbledore. Parecía traer el frío con él; Remus sintió el escalofrío asentarse en sus huesos a pesar del fuego que seguía ardiendo.

— Moody está afuera — le dijo el anciano al padre de James — Hechizos protectores, todo en su arsenal. Nadie más vendrá aquí esta noche.

Bien. Pensó Remus. Bien. Enciérranos a todos aquí, no dejes que nadie se acerque a él nunca más.

— ¿Cómo está Sirius, Effie? — Dumbledore se paró junto a la Sra. Potter, que todavía acunaba a Sirius. Estaba realizando algún tipo de magia, sus ojos cerrados, la varita recorriendo el cuerpo del chico inconsciente, sus labios se movían rápidamente sin hacer ningún sonido. Finalmente miró hacia arriba, más conmocionada de lo que Remus la había visto nunca, con una furia ardiente en sus ojos.

— Él vivirá. — Ella dijo. — Necesita descansar.

— ¿Acaso fue...? — El señor Potter parecía nervioso. La Sra. Potter volvió a cerrar los ojos y asintió.

— Cruciatus.

James se cubrió la cara con las manos. Remus simplemente se sintió vacío, como si todo lo que alguna vez había tenido algún sentido para él hubiera sido exprimido. La maldición de la tortura.

— Niños. — El Sr. Potter dijo de repente, bruscamente, mirando a James, luego a Remus — Sé que quieren quedarse, pero necesitamos que se vayan a la cama, ahora mismo. No hay nada que puedan hacer por Sirius en este momento.

— ¡Pero papá! — James se sobresaltó y se puso de pie temblorosamente. También había lágrimas en sus ojos.

— ¡James! — Dijo la Sra. Potter, desde el suelo. — No. Cama.

Ella no gritó, pero todos los hombres de la habitación parecieron encogerse un poco. No se podía plantear el desobedecerla.

Remus no estaba seguro de cómo se levantó, si Dumbledore lo ayudó o si lo hizo él mismo. Tampoco estaba seguro de cómo salió de la habitación en la que estaba Sirius. Parecía que horas después estaba parado en el rellano del primer piso, con James. Gully estaba encendiendo velas por toda la casa, moviéndose en silencio. Los retratos a lo largo de las escaleras estaban durmiendo. James mantuvo abierta la puerta de su dormitorio y Remus entró sin decir una palabra.

All The Young Dudes (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora