Lunes 9 de Enero de 1978
Remus escribió tres cartas en su última noche antes de la escuela en las vacaciones de Navidad. Dos necesitarían una estampilla muggle, y debían de ser colocadas en el buzón rojo del Correo "Royal" al final de la calle antes de partir hacia King's Cross. La tercera podía esperar hasta que llegara a Hogwarts dónde usaría una de las lechuzas de la escuela.
La primera era para Hope:
"Estimada Sra. Jenkins,
Mi nombre es Remus Lupin. Mi padre era Lyall Lupin y creo que soy su hijo.
Ahora tengo diecisiete años. Recibí una carta escrita por usted en 1965. Espero que no le importe que le escriba. Si desea responderme, me gustaría mucho.
Suyo sinceramente,
Remus John Lupin."
(Pensó que sería mejor firmar con su nombre completo, aunque se sorprendería mucho si hubiera otro Remus Lupin viviendo en Gran Bretaña. También pensó que era mejor hacer la carta breve y directa. Ella lo agradecería, quizá, si es que optaba por ignorar la carta).
La segunda carta era para Grant.
"Querido Grant,
Espero que hayas tenido una linda Navidad. Me hubiese gustado ir a visitarte, pero me quedé con la familia de mi amigo y es difícil irse de ahí.
Espero que estés bien. ¿Cómo vas con el trabajo? ¿Has ahorrado ya para un departamento? Yo tendré que empezar a pensar en eso pronto. Este es mi último año escolar. En Junio saldré al mundo real. Espero poder verte entonces.
Por favor, escríbeme tan pronto como puedas, quiero saber cómo estás.
Tuyo, Remus."
(No quería poner 'tuyo sinceramente', porque parecía tonto y demasiado formal. No quería poner 'con amor', porque eso parecía muy extremo. Así que al final, 'tuyo', parecía el forma más sencilla y honesta de terminar la carta).
— Entonces, ¿Solo queda envíar la carta de Ferox? — Preguntó Sirius, mientras tomaban asiento en su vagón habitual en el Expreso de Hogwarts. Estaban completamente solos: Peter había ido en busca de Dorcas, quien aparentemente le había escrito una carta muy ardiente durante las vacaciones de Navidad, mientras que James y Lily se habían dirigido directamente al vagón de los prefectos.
— Solo la de Ferox. — Remus asintió, palmeando su bolsillo. Sirius se sentó en el mismo banco que él, reclinándose y estirando las piernas en el regazo de Remus, con los brazos cruzados detrás de la cabeza. Remus resopló con indulgencia, — Claro, ponte cómodo, no pasa nada.
— Gracias, lo haré. — Sirius sonrió con malicia. — Entonces. — Dijo: — ¿Por cuál carta estás más ansioso de recibir una respuesta?
— ¿Qué respuesta tengo más ganas de recibir? — Remus arqueó una ceja secamente — ¿Quieres decir entre mi ex-maestro herido en batalla, mi jóven ex-novio delincuente o la madre que me abandonó?
— Bueno, cuando lo dices así. — chasqueó la lengua Sirius. — Honestamente, la cantidad de cosas que te guardas.
— ¿Preferirías que estuviera lloriqueando todo el tiempo? — Remus suspiró, abriendo el libro que había traído para el viaje encima de las piernas de Sirius.
— No — reflexionó Sirius, mirando pensativamente al techo del vagón. — Pero, quiero decir. Si no me tuvieras a mí para hablar sobre estas cosas, me preocuparía que tu cabeza explotara.