Verano 1976: Londres

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Just a perfect day
Problems all left alone
Weekenders, on our own;
It's such fun.
Just a perfect day
You made me forget myself
I thought I was someone else
Someone good.

Miércoles 11 de Agosto de 1976

St. Edmund's fue menos soportable de lo habitual ese verano. Remus estaba enojado casi todo el tiempo. Hacía demasiado calor y extrañaba Hogwarts y a sus amigos, sobre todo extrañaba a Sirius, incluso si todavía odiaba. Era un desastre enorme. Echaba de menos a Grant también; Grant, que podría haberlo hecho todo un poco más manejable, o al menos podría ofrecerle a Remus algo de escapismo.

Pero, como le había dicho una conversación insatisfactoria con otro chico de St. Eddy llamado Mike, Grant se había ido de St. Edmund poco después de Navidad. Al parecer, vivía en un piso en Mile End, aunque Remus no tenía mucha más información que esa... aun que había dicho que Remus podía ir en cualquier momento.

Al menos no me voy a perder las licencias ni me voy a enojar más de lo común esta vez, pensó, mientras planeaba su escape. A medida que avanzaban sus rebeliones de verano, esta era quizás la más saludable.

Esperó hasta que pasó la segunda luna llena del verano, el diez de Agosto. El día once, esperó a que Madame Pomfrey viniera y le diera el visto bueno, y luego se fue. Estaba dolorido y extremadamente cansado, pero en ese momento sintió que no tenía otra opción. Hizo una pequeña maleta, sin llevar libros ni tarea ni su varita ni nada en absoluto que le recordara a Hogwarts. Sería un muggle durante unos días; ¿Por qué no?

Todo lo que Remus tenía que hacer era salir al jardín y gatear a través de la cerca en la parte de atrás, tal como lo había estado haciendo durante años para llegar a la ciudad. Desde allí, simplemente podía caminar hasta el metro más cercano.

La estación de metro Theydon Bois estaba a unas cinco millas de distancia, pero llegó fácilmente en menos de dos horas, incluso con su cadera rota. No podía pagar un boleto, pero no fue difícil traspasar las barreras detrás de un grupo de hombres con trajes de negocios de camino al trabajo.

Consiguió un asiento en el tren y fingió estar dormido para que el inspector de billetes no lo molestara, escuchando el estruendo retumbante del tren mientras el vagón zumbaba a lo largo de las vías, como una gran lombriz de tierra abriéndose camino hacia el centro de Londres.

La emoción palpitó en el pecho de Remus cuando llegó a Mile End, donde se apresuró a salir del vagón hacia la estación de baldosas verdes y blancas con poca luz.

Mile End había sido alcanzado por una bomba alemana durante la guerra y aún no se había recuperado del impacto. Era un desastre, todo sucio y con una extensa calle principal, llena de escombros y periódicos, niños jugando en la calle, ruido por todas partes. El sombrío anonimato le sentaba bien a Remus. ¿Quién vendría a buscarlo aquí? ¿Quién lo encontraría?

Vagó un poco, sin saber qué hacer a continuación. La información que le habían dado era solo el nombre del edificio, no la dirección. Pero después de preguntar en un quiosco y de seguir literalmente su nariz, lo encontró.

Resultó que Grant en realidad no tenía un piso, no en el sentido de que fuera el propietario, o incluso que lo alquilara. Por lo que Remus podía decir, era un departamento, compartido con varios otros hombres y mujeres jóvenes. Grant tampoco esperaba que Remus realmente fuera.

— ¡Maldita sea! — Exclamó, cuando una de las chicas finalmente lo llevó a la puerta — ¡¿Qué estás haciendo aquí?!

Remus se sintió muy tonto. No estaba seguro de qué tipo de bienvenida le hubiera gustado, pero no era esa.

— Dijiste que podía visitarte...

— Sí, lo siento — Grant lo agarró del hombro y tiró de él hacia adentro — Lo siento, solo estoy un poco ingobernable, dame un minuto.

All The Young Dudes (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora