Algo... diferente

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Voy manejando al hospital con Xander a mi lado, ambos vamos en silencio disfrutando de la música, solo faltan tres semanas y oficialmente seremos libres de la escuela, aunque eso pueda representarme un problema.

Estaciono frente al hospital y Xander baja del auto, cierra la puerta y voltea para mirarme.

—¿Nos vemos? —pregunta.

—No lo sé, debo ir con Uriel y Elías, ¿recuerdas?

—¿Te tardas mucho?

—Espero que no —exclamo con una mueca —Pero te aviso y me dices si vengo por ti

—Va —acepta mi primo —Nos vemos Karim

—Nos vemos Xander —despido y vuelvo a arrancar mi auto para dirigirme a la empresa de mis tíos.

Conduzco por las calles, llegó al lugar, apagó mi auto y bajo dirigiéndome a la recepción, mi tía Irene me mira desde el escritorio.

—Bienvenido de nuevo Karim —saluda con su típica seriedad —¿Qué pasa?

—¿Están mis tíos? —pregunto metiendo las manos en las bolsas de mi chamarra.

—Sí, en la oficina de Elías —apunta señalando hacia el pasillo de la derecha.

—¿Puedo pasar? —pregunto y ella asiente.

—Adelante

Camino por el pasillo y me dirijo a la derecha, de ese lado vuelve a haber dos elevadores, subo al que dice "Arquitectura"; llegó hasta arriba, el elevador funciona igual que el de Ingeniería así que no hay mucha diferencia, pero el pasillo al que llegó parece estar hecho de piedra volcánica… muy acorde a la personalidad explosiva de Elías, si me lo preguntan.

Avanzo por el pasillo hasta la puerta y al dar la vuelta para entrar suelto un grito y doy media vuelta para quedar viendo al pasillo mientras me tapo los ojos; no tengo ningún problema con que mis tíos se estén besando, el problema es que Elías tiene la camisa desabrochada y está sentado sobre el escritorio.

—¡Karim! —los escucho gritar a ambos asustados y un golpe contra el suelo, asumo que Elías se bajó del escritorio.

—¡Irene! —escucho el grito molesto de Elías y la risa de Irene.

—¿Ya llegó? —pregunta la voz de Irene desde el comunicador.

—¡Sigue con tus bromas y voy a despedirte! —advierte Elías y escucho a Uriel soltar una risa.

—Ya puedes pasar Karim —avisa Uriel, yo me asomo antes de entrar, Uriel está apoyado en el escritorio y Elías está buscando su saco detrás de los sillones.

—Lo que sea que hagan, sé que no es mi problema —menciono entrando a la oficina —¡¿Pero por qué en su oficina por Dios?!

—¡Porque nadie tiene permitido entrar a mi oficina! —reclama Elías tomando su saco.

—Yo no sabía eso —murmuro apenado.

—Lo sabemos —responden ambos.

—Creeme, nosotros tampoco queríamos que vieras eso —advierte Elías.

—Por fortuna no fue mucho —comenta Uriel en voz baja —Pero bueno, ¿a qué venías?

—Ah claro —busco en las bolsas internas de mi chamarra hasta dar con el proyector portátil y se lo tiendo a Uriel —Vengo a devolvérselos

—Gracias —acepta Uriel tomándolo —¿Resolvió tus preguntas?

—Casi todas —afirmo asintiendo.

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