Plan de emergencia

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Marcos sigue sentado en la silla de la recepción de su oficina, tiene las piernas estiradas y la cabeza apoyada en la pared, está cayendo dormido cuando la puerta se abre de golpe

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Marcos sigue sentado en la silla de la recepción de su oficina, tiene las piernas estiradas y la cabeza apoyada en la pared, está cayendo dormido cuando la puerta se abre de golpe.

—¿Marcos? —exclama la preocupada voz de Irán.

Marcos lleva sus manos a su cabeza antes de jalar su cabello y hacer un sonido extraño similar a un berrinche.

—Es la primera vez en una semana que me estoy quedando dormido, ¡y tenías que interrumpir! —reclama abriendo los ojos para ver a su esposo.

—Lo siento, las enfermeras me hablaron, dijeron que te caíste y te lastimaste —informa el pelirrojo cerrando la puerta tras él para acercarse a Marcos —¿Qué pasó? ¿Cómo estás?

—Me duele la cabeza —murmura el castaño —Y la espalda; siento como si estuviera cargando todo el hospital

—Ven, vamos a buscar algo para que te tomes

Irán ayuda a Marcos a levantarse, abre la puerta de la oficina del mayor y pasa primero para tomar el botiquín, mientras busca algo para darle, escucha un golpe contra el suelo y al voltear, ve a Marcos tirado intentando levantarse.

—¡Marcos!

Irán deja el botiquín y corre a ayudar al castaño a incorporarse, este se levanta entre quejidos y se apoya en la pared de su oficina sosteniendo su cabeza entre sus manos.

—¡Ah! Duele —se queja.

—¿Qué te pasa? —cuestiona Irán preocupado.

—Siento que mi cabeza va a estallar —exclama Marcos —Y mi espalda no ayuda

—Resiste, buscaré algo y nos vamos, ¿sí?

—Sí, pero ya

Irán se sorprende ante la respuesta, comprendiendo que no es un dolor cualquiera puesto que Marcos jamás habría aceptado irse, regresa al botiquín, hay artículos de primeros auxilios y las medicinas propias que Marcos necesita por su trastorno.

—Debe haber algo por aquí —murmura Irán buscando.

—En el escritorio —avisa Marcos estirando su mano, Irán escucha y empieza a abrir los cajones.

El pelirrojo comienza a revolver entre las cosas, sabe que cuando su esposo revise va a tratar de matarlo, pero por el momento eso es una preocupación que puede pasar a segundo plano, al abrir el cajón derecho, un montón de pastilleros se exponen ante él, sonríe y al intentar buscar, uno de estos sale volando hasta la mano estirada de Marcos; Irán se sorprende al ver esto, pero el castaño no le toma importancia, tomando una de las pastillas y tragándosela sin más.

—¿Marcos? —llama Irán.

—¿Qué? —inquiere Marcos mirando hacia su esposo, al verlo parado sorprendido tras él escritorio se queda igual —No me lo lanzaste, ¿verdad?

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