parte 9

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Narra Christine

Ese día me había quedado esperando al Persa y Raúl sentada por horas, no volví a saber nada de ellos hasta un día después.

El mayordomo del Persa lo había encontrado inconsciente en la puerta de su casa y Erik volvió junto a Christine, ella lucía triste pero aliviada. Raúl me contó todo lo que sucedió allí.

- Estuvimos atrapados en la cámara de los suplicios de Erik, perdimos la noción del tiempo allí, casi morimos de sed y de calor. ¡Y por poco morimos ahogados! - Yo estaba impactada por todo lo que tuvo que pasar él y el Persa. Y que a Christine la habían hecho elegir entre la muerte de muchas personas, o aceptar casarse con Erik. ¡Pero qué hombre!

- ¿Cómo estás, Christine? - Le dije acercándome a ella y mirándola con lastima.

-Bien... Pero estoy preocupada por Erik, el dejó que me fuera con Raúl...-

- ¡Oh!, No debes de estar mal por eso, si te libero fue por qué te ama. Y no quiere obligarte - Dije, pero a la vez pensaba en que la había hecho elegir entre la vida y la muerte. ¿Que habrá hecho que cambie de opinión después de tal amenaza?

Christine sonrió y luego se fue con Raúl, ellos iban a irse muy lejos para poder vivir su romance en paz y felicidad, mientras tanto Erik... No sabía nada de él.

-Pobre Erik...- susurré, mientras iba a las habitaciones, era de noche y estaba muy cansada para estar despierta por más tiempo. Me recosté y me dormí en cuestión de minutos.

A la mañana siguiente me levanté a las 8, me puse un vestido un poco elegante, solo para visitar al Persa, realmente necesitaba verlo y saber si este estaba bien.
Su casa estaba algo lejos, me tomó media hora llegar hasta allí, cuando estuve frente a la puerta golpeé tres veces. Un hombre muy mayor me abrió la puerta, pregunté por él Persa y este me dejó pasar para luego llevarme a una sala de estar donde él se encontraba. Cuando me vio se alegró.

-Hola Cathy, me alegra tu visita, ¿Quieres té? -

-Claro, tomemos té - tomé asiento frente a él mientras esté me servía una taza de té, cuando me la dio tomé un sorbo.

-Y.... ¿Como está?, Raúl me contó de todo lo que pasó allá abajo. - Lo miré - ¿Qué pasó con Erik? - me interesaba mucho saber que sucedió con él, no quiera estar en el final de la historia que no me correspondía.

-Bien niña, un poco adolorido por todo lo ocurrido. - tomó un poco de té y suspiró - Erik... Anoche me visito luego de todo.

- ¿Enserio? Creí que no salía de la ópera - Dije sorprendida.

-Oh, claro que sale, siempre lo hace, él come como todos nosotros y necesita comprar alimentos para existir, solo que se pone una máscara mucho más "realista" de la que tiene. - Claro, que tonta que soy, no creo que viva de los peces que hay en el agua debajo de la ópera.

- Dígame, ¿A qué vino? - Necesitaba saber. Él quedó en silencio y me miró mientras dejaba su taza en la mesita que teníamos en frente.

-Vino para avisarme que él morirá. - No sabía que decir, ¿Morirá?

-P-pero, ¿Cómo?, ¡No comprendo! -

-A él ya no le queda nada, solo morir, morir de amor por Christine- En la mirada del Persa había tristeza, pero a la vez alivio. -Al fin todo se acaba-.

De un momento a otro perdí el control de mí misma. Temblaban mis piernas y apreté mis puños, él estuvo a punto de decir algo, pero yo lo interrumpí.

- ¡No puede morir! - Me miraba sorprendido, no esperaba una reacción cómo está de mi parte. - necesito que me lleve abajo. -

-Niña...-

-Yo sé que debe estar cansado, pero necesito que me acompañe, usted ayudó a Erik para llegar, ayúdeme a mí ahora. -

-No sé si sea bueno. Pero lo pensaré - él sabía lo que me pasaba.

-Si va a morir... Que sea por lo menos acompañando, yo estaré allí. - Me levanté de mi asiento, él hizo lo mismo.

-Catherine, piensa que lo que harás. Te ayudaré, pero no evites que muera. - Suspiré y lo miré con una sonrisa. Salí de allí sin decir una palabra.

No quiero dejarlo morir.

Y tengo que bajar antes de que sea tarde...

Narrador omnisciente.

Catherine al llegar a la ópera estuvo junto a sus compañeras, ensayábamos y hablábamos de lo que pasaría con la ópera, ya que Christine se había ido justo cuando la gente empezaba a gustarle su voz, lo más probable es que la Carlota vuelva, pero ya no será lo mismo. Luego de su horrible "¡Croac!".
Luego en la noche, como siempre se puso su camisón y se acostó, todos estaban dormidos ya, al igual que Cathy.

Parecía estar soñando, balbuceaba palabras indescifrables. No era un sueño, era una pesadilla.

-Mami, ¿Vamos a jugar? - Cathy se asomaba a su mamá con dos muñecas en la mano, esta la empujó haciéndola caer, la niña lloraba.

- ¡Por qué me molestas siempre!, ¡No quiero jugar! - Ella estaba molesta, tenía una botella de alcohol en las manos.

- ¡Perdón!, ¡Perdón, mamá! - Pobrecita, solo quería jugar, solo quería estar con su mamá. A pesar de los malos tratos de la mujer Catherine extendía los brazos hacia ella con lágrimas en los ojos buscando su consuelo.
La mujer la dejó en el suelo y se fue.

Ella no la quería.

Ella había sigo obra de un brutal abuso a su madre cuando tan solo tenía 15 años, muchas veces trató de quitarse la vida para no tener que cuidarla, pero seguía allí.

Catherine no tenía la culpa, pero cuando su madre la veía le recordaba cosas horribles.

Fue así como llegó a las manos de una mujer mayor, la cual quiso como una hija, pero también trataba más algunas veces, era su sirvienta.

¿Dónde está su padre?, en algún lugar, lejano o cerca, ella nunca pudo saber quién era, y tampoco quería saberlo, era un monstruo.

Su sueño duró toda la noche, o, mejor dicho, recuerdo. Se repetía una y otra vez, le clavaba un puñal en el corazón que la hacía sangrar constantemente pero siempre aguantaba.

-No eres la única...-


El Fantasma de la Ópera GarnierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora