Parte 12

69 7 0
                                    

Narra Catherine.

Él se había puesto aquella ropa que le di, se veía triste y eso me daba pena. El aire era tenso entre nosotros dos, para mí se sentía extraño tener a ese hombre que investigué al igual que Christine, se veía solo e indefenso, era un hombre que estaba dispuesto por renunciar a su vida por una mujer que no lo quería, es muy lamentable ...pero a la vez algo muy hermoso.

Yo quizás también sea capaz de morir por amor, pero no puedo saberlo con exactitud...

Cuando bajé era de tarde, y ahora ya eran alrededor de las 5, él tiempo pasaba lentamente, y no sabía qué hacer.

-...Erik, ¿No quieres recostarte en tu... Cama de la muerte? - Realmente no sabía cómo llamarle- ¿Tu cama-ataúd? - Él hacía gestos desagradables, yo sabía que no le agradaba que esté aquí, pero aun así no me iría.

-Estoy bien aquí...- Él me miraba con esos ojos de agua clara, estaban apagados y tristes, aunque trataba de lucir "amenazante".

- ¿Bien?, ¿En el suelo? - Me burlé de él. Mientras lo tomaba de los hombros haciendo que se levante. - Está vez no te arrastrare-

- Realmente odio esto, nunca nadie me ayudó de esta manera. - decía tantas cosas entre dientes, se estaba quejando, yo solo rodeé mis ojos y lo ayudé a llegar a la habitación.

-Yo te he salvado, al igual que el Persa. - Él ya no se sorprendía de eso, aquel hombre le había contado toda su vida, era lo más seguro. Cuando entramos en la habitación lo ayudé a qué se recueste en la cama-ataúd.

- No entiendo para que querría acostarme tan temprano. - Me miró con disgusto, yo alcé los hombros como signo de indiferencia.

-Para descansar, ¿No? Estás débil, yo voy a cuidarte. - Le quité los zapatos, que por cierto eran enormes, para mí. -No puedo estar aquí por más tiempo, debo irme. - Dije mientras lo cubrí como sea con las sábanas y me fui hasta la puerta, él habló.

-Quien sabe, quizás cuando vuelvas me encuentres muerto. - Eso me congeló la sangre, pero no me animé a mirarlo, salí de aquel lugar y cerré la puerta de salida. Estaba a 2 metros del bote en el agua, tenía que volver sola por allí, le tenía miedo a la sirena.

Cuando me subí remé manteniendo la calma, por momentos escuchaba su hermosa voz, pero la ignoraba, luego otro pensamiento vino a mi mente.

"Quien sabe, quizás cuando vuelvas me encuentres muerto en el suelo".

Sentí miedo de que lo haya dicho en serio, lo peor es que lo ignore cuando lo dijo... Esperaba que él considerara otra cosa aparte de morir, parecía ser alguien joven, como de veinte y algo, también parecía alguien bueno y educado cuando lo veía en el palco desde el escenario, o cuando escuché su voz las pocas veces que me metí allí, me imaginaba a un hombre... ¿Bueno? La verdad es que no lo sé.


Pienso tantas cosas...

Cuando al fin llegué al otro lado me baje con sumo cuidado del bote y me fui por el mismo lugar que vine, no había olvidado por dónde me trajo el Persa, yo iba muy tranquila, aunque fuera muy oscuro todo, aun así, había algunas antorchas por los pasillos.

En lo último subí las escaleras de caracol y abrí la puerta secreta de la viga, ya sabía cómo abrirla. Cuando salí del Palco suspiré, me sentía feliz de que estuviera vivo, la historia parecía no haber terminado para mí, si es que era solo una broma lo que Erik dijo.

Caminaba por los pasillos, por el escenario, el camerino vacío que fue de Christine hace unos días, estaba desocupado.


En un momento me crucé con la Carlota, ella se veía por animada ya que su contrincante ya no estaba para quitarle el puesto. Me saludó.

- ¡Hola jovencita!, ¿Estás paseando? - Realmente estaba feliz, usualmente trata a todos mal.

-Oh, ¡Claro!, Estaba muy aburrida en las habitaciones con mis compañeras... ¿Cómo está, señora?, Me imagino que muy bien. - Sonreí.

- ¡Mejor que nunca!, Ya que al fin he recuperado mi puesto, mi ópera, ¡Mi escenario! - Reímos juntas, ella me agradaba un poco, por su carácter, era una mujer que no se dejaba manipular tan fácilmente.

-Me alegro de su felicidad, ¡Usted tiene una voz muy espléndida! - Dije, no mentía, pero Christine la superaba en cierto modo. Me despedí y seguí caminando por los pasillos, me sentía un poco cansada.

Creo que ya es hora de irme a recostar un rato...

El Fantasma de la Ópera GarnierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora