Narrador omnisciente
El siguiente día todo fue normal, Catherine desayunó, practicó ballet, descansó. Pero había algo que no la dejaba estar en paz por completo, era Erik. Ella estaba preocupada por lo que el Persa le había dicho. "Él morirá", no quería que Erik muera, parecía tener una especie de obsesión con el hombre.
Luego pasaron los días, tres o cuatro, cada vez se sentía más aterrada, el Persa no aparecía, él le había dicho que lo pensaría, ella ya perdía la esperanza de que Erik siguiese vivo.
Fue al palco número 5. Estaba oscuro y había un silencio incomodo.
-. . . ¿Erik?, ¿Estás ahí? - Su voz sonaba más aguda de lo que ya era. Esperó alguna respuesta, pero no oyó nada. <Debo entrar> Pensó, pero no sabía cómo hacerlo, miró alrededor de la habitación, pero no había nada, también buscó entre la puerta secreta pero tampoco encontró nada. Empezó a buscar detrás de la cortina, allí encontró algo que parecía ser un botón, mejor dicho, era un resorte. Lo presionó y fue rápidamente a la viga, pero esta no se abrió. Desilusionada salió por la puerta, iba triste por el pasillo hasta que... ¡Chask!, se escuchó un chirrido, como el de aquella vez. Corrió y entró nuevamente al palco.
¡La puerta se abrió! Catherine estaba emocionada. Se asomó bajó con cuidado las escaleras de caracol, estaba oscuro y apeas veía ya que la antorcha que sacó la vez pasada ya no estaba. Recorrió todo el pasillo, ella tenía muy buena memoria.
A lo lejos vio una antorchar, se dirigió hasta esta y la tomó, parecía que en cualquier momento se apagaría. Trató de encontrar alguna manera de llegar a donde pueda ser que Erik se encontraba, pero había muchos pacillos, y ninguno la estaba llevando a donde quería. Las horas pasaron y nada, Catherine comenzaba a sentir hambre y algo de sed. Cuando miró su antorcha se percató de que había una pequeña corriente de viento en la dirección contraria, así que fue para ese lugar, en el camino escuchó un ruido. Aceleró el paso y trató de hacer como que no lo escuchó, pero algo se acercaba cada vez más a ella, la tomó por el hombro.
Catherine iba a gritar, pero cuando se dio la vuelta se sorprendió. Era el Persa, él sonrió y dijo:
-Te busqué, pero no estabas, me imaginé que ibas a tratar de bajar por tu cuenta. - Él no se equivocaba, Cathy estaba feliz de que haya aceptado ayudarla.
-Gracias a Dios . . .Estaba perdida. -
-Tranquila, yo sé cómo llegar a partir de aquí al lago de la sirena. - Empezó a caminar y Catherine le siguió el paso detrás de él.
- ¿El lago de la sirena? - Ella sabía que había agua, pero le daba curiosidad lo de la "sirena".
-Es extraño, y casi imposible de creer, pero hay una sirena allí, por eso el nombre- Cathy no podía creerle.
-Pero, ¿Acaso usted la vio? -
-Si si, y peor aún, ¡Casi me mata!, si no hubiera sido por Erik que me sacó del agua. - Inhalo muy hondo y empezó desde el inicio. -Cuando bajé una vez, hace muchísimo, me subí al bote que estaba allí y de la nada empecé a oír un dulce canto. Este canto parecía provenir de abajo, ¡En el agua!, yo me asomé tanto que me tomo desprevenido y ¡Zas! Me hundió, creí que iba a morir, pero como te dije, Erik me sacó de lo profundo. - Catherine trataba de imaginar ese suceso, pero realmente no conseguía hacerlo. -En fin, cuando lleguemos quizás la escuches. - él la miró con una amable sonrisa.
Narra Catherine
Cuando llegamos al "Lago de la Sirena" sentí algo de miedo, me daba escalofríos imaginar que me subiría a un bote y cruzaría dónde hay un monstruo debajo del agua. El Persa me ayudó subir a este, yo miraba constantemente el agua mientras avanzaba el pequeño bote. Una hermosa voz se empezó a escuchar.
...Era ella
- ¡La escuché! - Dije asustada. - Me agarré del brazo del Persa.
-Tranquila niña, no pasará nada mientras no te asomes lo suficiente- Lo solté ya que si lo sujetaba no le permitiría seguir remando, me agarraba con fuerza de los extremos y cerré mis ojos, <No pasará nada, estoy a salvo> me decía constantemente en mi cabeza, la voz de la sirena se oía cada vez más cerca, era un canto, una hermosa voz, mucho más hermosa que la de Christine.
-Ya casi llegamos Cathy. A partir de aquí encontraremos la casa de Erik, aunque estaba inconsciente recuerdo que él me trajo por aquí- Suspiró - Sabes, creí que él nos iba a dejar morir ahogados en la cámara de los suplicios. Pero yo lo salvé, me debe mucho. -
Cuando dijo esto último me despertó interés de saber.
- ¿Lo salvó? -.-Si, es una larga historia...-
- Cuénteme, por favor, me gustaría saber cómo pasó- Le dije con emoción.
-Bien... Todo empezó en el palacio de Mazenderan, el Sha-in-sha le tenía afecto, y con Erik tenía ideas de arquitectura únicas y personales le encargó un palacio de su estilo. El edificio era tan ingenioso que su majestad podía pararse en cualquier lugar sin que lo vieran y desaparecer incluso.
Cuando está obra de arte fue suya, como todo los había hecho con otros, ordenó que le sacaran los ojos, pero pensó que incluso ciego, Erik sería capaz de construir otra mansión para otros hombres como la suya, entonces decidió matarlo, como a todos los obreros que trabajaron con él. Yo era el Daroga de Mazenderan y a mí me dieron la orden de matarlo, Erik me había prestado muchos servicios y me divirtió en varias ocasiones, así que le facilité la huida. Más adelante se encontró un cadáver flotando en las orillas del mar Caspio, que, por cierto, había vestido con ropa de Erik, para hacer creer que era él.
A mí solo me castigaron con el exilio, me despojaron de mis bienes y destituyéndome de mi cargo. Pero como soy de sangre real el tesoro Persa siguió pasándome una parte de lo que me corresponde, fue cuando vine a refugiarme a París. - Yo lo miraba sorprendida, ya habíamos llegado al otro lado, se bajó y me ayudó a bajar a mí. - ¡Oh! Por cierto, antes de eso él era mago, también interpretaba obras con su magnífica voz. Era un artista, aunque aún lo es, si es que vive...--Espero que aún lo esté. Pareciera que antes se mantenía más al contacto de la gente. - Le dije con una sonrisa, ya quería llegar al destino. Caminamos por 20 minutos, atravesamos muchos pasillos, era como un laberinto, no quise pensar en cómo haría para volver, esperaba que no me falle la memoria tan buena que tengo.
-Llegamos, está es su casa- Dijo el Persa mientras nos deteníamos frente a una gran puerta. -Hasta aquí llego yo. ¿podrás volver sola? - Me preguntó con un poco de preocupación.
-Si, tranquilo. Ya puede irse. - Le dije. El Persa dio media vuelta y se fue.
Miré aquella puerta por unos segundos, di unos pasos hacia ella y la abrí lentamente.
Tengo miedo de lo que me pueda encontrar allí dentro...
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El Fantasma de la Ópera Garnier
RomanceCatherine, una joven de 17 años llega como bailarina a la Ópera Garnier dónde vivirá junto a sus compañeras. Luego de la desaparición de la cantante Christine durante toda una semana despierta sospechas en ella, así que decide investigar sobre aqu...