Narra Sam
-Llegaron las pizzas ¿Bajas a comer?- estuve una hora hablando con James. Después de que terminaran las clases se vino directo a mi casa, él y los demás pensaron que tal vez mis padres habían regresado antes de su viaje y habían encontrado el desastre de la fiesta. James fue el único que se atrevió a venir, a pesar de que él mismo podría meterse en muchos problemas por haber formado parte de todo, yo sabía que era un buen amigo, no me dejaría solo si pensara que estoy en apuros, aunque eso lo afectara a él.
Volví a tocar la puerta luego de que no recibiera respuesta de Ignacia, por algún motivo se las arregló para mantenerse ocupada todo este tiempo, no creo que el celular tarde tanto tiempo en cargar y tampoco creo que tenga tantos mensajes como para demorar una hora. Después de ver que otra vez no había respuesta decidí entrar para ver qué hacía. Estaba dormida, con el celular en su mano derecha que estaba metida por debajo de su mejilla, lo que hacía que ésta se viera más abultada, dándole un aire tierno. Su boca estaba ligeramente abierta y respiraba en inhalaciones suaves y profundas mientras que en su frente tenía una pequeña arruga. No esperé más y saqué mi celular para tomar un par de fotos de ella, puede que le moleste un poco, a las chicas no suele gustarles que les tomen fotos en momentos embarazosos, pero no tiene por qué enterarse ¿cierto?
Luego de estar otro par de minutos sentado a su lado, sin hacer nada más que mirarla, recordé por qué había venido en primer lugar.
-Ignacia, hey, despierta- dije, moviendo un poco sus hombros.
-Mmm, no, quiero dormir otro poco Pato, vuelve después- dijo somnolienta. ¿Pato? Estoy seguro que escuché bien ¿Quién era ese imbécil? Debía ser alguien cercano a ella para que pensara que la estaba despertando, espero que sea algún hermano.
-Ignacia, llegaron las pizzas- repetí, moviéndola con un poco más de fuerza esta vez.
-¿Qué? Pero si yo...- en ese momento pareció recordar dónde estaba porque abrió sus ojos en menos de un segundo y observó su entorno, hasta que su mirada llegó a mí, congelándose ahí -¿Qué fue lo que dijiste?- preguntó con una voz algo profunda.
-Que llegó la pizza hace un rato, llevo algún tiempo intentando despertarte- mentí, la verdad es que casi ni lo había intentado hasta ahora último.
-¿Dices que LA pizza llegó?- estaba arrugando la frente -creí haberte dicho que no me gusta de papearon...-
-Si, por eso fue que pedí una para ti y otra para mí, aunque creo que James posiblemente ya esté comiendo un poco de la mía...-
-¿James?-
-Sí, era él quien tocaba la puerta tan fuerte hace rato, está abajo esperando. Intenté convencerlo de que se fuera pero se puso a sospechar y dijo que no se iría hasta ver qué le estaba escondiendo... o quien-
-Uhmmm...- desvió la vista y susurró, pensando que no la escucharía -pensé que se iría-
-¿Cómo dices?-
-Nada- dijo, dándome una sonrisa forzada -¿Vamos? No creo que mi estómago siga aguantando el hambre- dijo en el momento en que hacía un sonido extraño, provocando que se sonrojara... esto sí me gusta.
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Juegos traviesos
Подростковая литература-Una mujer y veinte hombres encerrados en una habitación no suena nada bien, aunque desearía poder decir que esa es la peor parte. Pero no, aunque después de todo yo me busqué llegar hasta este punto, y más aún, conseguir lo que será el peor final p...