¡Fiesta!

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     Narra Sam

-9:30- Aquí estaba yo, viendo la hora cada cinco minutos y manteniendo mí vista entre tres distintos puntos; reloj en mi muñeca, puerta y celular, todo en ese mismo orden. Era algo estúpido estar  en mi propia fiesta y ni siquiera haber tomado un trago, y lo sé pero era esto o pasármela pensando en el imbécil de Ashton y su nueva amiga, Valentina. ¿Cómo es que habían llegado a conocerse? No tenía ni la más remota idea, y lo peor de esto es que no puedo acercarme a ella y preguntárselo porque eso supondría otro enfrentamiento ya que, a pesar de que eso no era lo que yo quería, sabía que tenía algunas cosas que explicarle, como el beso por ejemplo. Estuve así mismo cerca de hora y media, hasta que me di por vencido, no iba a permitir que dos mujeres me distrajeran de esta forma así que, con eso en mente, me alejé de la entrada y comencé a recorrer mi sala con la vista.

-Hola- me voltee sobresaltado a saludarla.

-Hola Erica- esta chica ya se está volviendo algo molesta. Estaba dispuesto a dejarla ahí sola pero cuando me volteé ella sostuvo mi muñeca.

-Espera… no te vayas ¿Por qué no vamos a bailar un rato?- peguntó con un brillo de esperanza en sus ojos.

-Eeemmm… tal vez luego- era realmente incómodo seguir en su presencia. Yo siempre supe que le gustaba pero jamás me imaginé que fuera la clase de chica que cree que por mucho persistir terminará consiguiendo mi cariño… que equivocada estaba –Erika, por favor. No estoy de ánimos en estos momentos-

-Vamos, no puedes seguir el resto de la fiesta así, prometo comportarme- dijo, levantando su mano derecha en señal de promesa.

-Realmente no tengo ganas de bailar pero…- la miré enfocando mi vista en ella de forma reprobatoria, arqueando una ceja –no te darás por vencida ¿Cierto?- pregunté, a lo que ella contestó negando con la cabeza –de acuerdo, pero solo serán unas cuantas canciones- no tuve tiempo de terminar mi advertencia ni de conseguir una respuesta antes de que ella me arrastrara hasta el centro de la pista y comenzara a moverse de forma muy sugerente contra mi cuerpo, con las notas de una canción de David Guetta sonando en el aire. Estuvimos así por al menos media hora, ninguno de los dos dijo alguna palabra y yo realmente no le estaba prestando mucha atención porque, aunque quisiera evitarlo, seguía pensando en Ignacia y en si había llegado.

-Necesito ver si llegó una persona, vuelvo en un momento…-

-Realmente espero que no la hayas invitado- me dijo Erika, muy alto para que pudiera escucharla por sobre el sonido de la música.

-¿De quién hablas?- pregunté con el ceño fruncido. Viniendo de ella me podría esperar cualquier cosa, eso lo supe cuando me enteré que me espiaba luego de mis prácticas de natación… bastante escalofriante.

-Valentina creo que se llama, ¿Estás haciendo obras de caridad? Porque hay otras formas Sam- deténganse aquí, ¿QUÉ? Ahora sí que no entendía nada.

-De qué diablos estás hablando-

-Es que realmente no te entiendo Sam. Primero llega esta aparecida y te haces “amigo de ella”, eres la única persona que ah hablado con ella y no se te tiró encima como una zorra y luego… bueno, ahora de la nada resulta que te peleas con otro por culpa de esta don nadie. Tú no eres así, jamás te metiste en una pelea y esta semana lo hiciste dos días seguidos, y por culpa de la misma persona, ¿acaso se conocen?- esto ya era el colmo, comenzó hablando de una forma calmada y ahora se encontraba cruzada de brazos, fulminándome con la mirada.

-Primero, cuida tus palabras, no puedes hablar de las personas de esa forma, al menos no cuando no las conoces. Ignacia no es una zorra, los celos realmente transforman a las chicas…- con esas últimas siete palabras me gané una mirada de muerte por parte de ella, pero nada podía importarme menos en este momento –y con respecto a Valentina… no tengo por qué responderte nada, no me hables como si te debiera explicaciones porque nosotros no somos nada, además- me detuve un momento cuando los ojos de Erika comenzaron a llenarse de lágrimas –querer alejar a alguien inocente de una mala persona es una razón de fuerza para estar dispuesto a pelear. Ahora, si me disculpas, realmente me voy- esta vez no la dejé que me tomara del brazo, me di la vuelta y me fui hacia ninguna parte en particular y, curiosamente, terminé nuevamente cerca de la entrada.

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