Campamento, excursiones y un extraño (Parte 3)

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Seguía encerrada en mi carpa, llevaba así desde las seis de la tarde y ya eran las nueve, pero no podía evitar entrar en un ataque de pánico cada vez que pensaba en encontrarme con Ashton. Mi amiga tuvo que llevarme mi cena hasta ahí porque yo me negué rotundamente a salir, aunque ella insistía en que debíamos compartir cada momento del viaje, pero ahora se encontraba nuevamente fuera de mi carpa, molestándome para que saliera de una vez, y comenzó a amenazarme con hacerme algo terrible si no lo hacía, pero yo hice caso omiso de sus palabras y, al fin, escuché como se alejaba de ahí. Luego de un momento de paz volví a escuchar pasos, pero no eran los de una sola persona.

-Bien- pude escuchar unos susurros –ahora o nunca-

-¿Y si se molesta mucho con nosotros?- esta vez era Pato el que hablaba –digo, tu sabes cómo es su temperamento, no se enoja a menudo pero, cuando lo hace, suele ser muy explosiva y escalofriante-

-Créeme, eso no pasará, de todas formas si lo hace tendremos que convencer a nuestro nuevo amigo de que la atormente un rato, eso parece funcionar-

-Entonces… a la cuenta de tres- ya estaba entrando en pánico de nuevo –uno, dos y… ¡tres!- y de pronto sentí como mi carpa se Hundía sobre mi cabeza y la linterna que tenía dejó de funcionar, seguramente cuando la dejé caer las pilas salieron volando. Luego de eso comencé a sentir que me movía, y con esto no me refiero a que me levantaron y me llevaban a alguna parte, no… lo que pasaba era que estaba dando vueltas por sobre rocas, aún estando dentro de mi carpa, y chocando con mis cosas que seguían encerradas conmigo. Creo que pasaron años antes de que se detuvieran y, antes incluso de que protestara, escuché como habrían el cierre de la carpa y alguien me tomaba de la cintura para obligarme a salir. Cuando abrí los ojos pude ver que ese “alguien” era Ashton, pero no había espacio en mi interior para avergonzarme, claro que no… sí sentí mi cara enrojecer pero de furia, estos imbéciles habían desarmado mi carpa para soltarla de las estacas y hacerme girar como pelota sobre el terreno duro. Me zafé con gran rapidez del agarre del chico y me paré en seco, asesinando con la mirada a los tres chicos que ahora comenzaban a mostrar preocupación en sus rostros.

-¡Quién fue el imbécil que se le ocurrió semejante “broma”! En mi vida había visto a tarados más grandes, no pensaron…- y me detuve cuando hice un movimiento para apuntarlos. Me dolía todo el cuerpo y sentía unas putadas horribles en mi espalda. Mis amigos lo notaron y, sin pensarlo mucho, se acercaron a revisar mi estado, entonces pusieron unas caras de espanto al notar no se qué cosa sobre mi piel.

-¡Hay no! Mira lo que le hicimos a tu inmaculada piel- dijo Pato con un quiebre en su voz.

-¿Qué es?- pregunté con otra mueca de dolor en mi rostro.

-Tienes muchos raspones y creo que, más tarde, también habrá moretones- dijo Vicky un grado más calmada que nuestro amigo.

-¡Pero claro, tontos!- dije el insulto que me sonó menos ofensivo, después de todo eran mis amigos -¿Qué esperaban que sucediera? ¿Salir riendo por su broma? El jodido piso está lleno de piedras, ¡PIEDRAS!- alcé la voz en la última palabra –imagínense rodar como pelota en un río seco, lleno de piedras, y que ustedes son una miserable pelota desgastada, tan frágil como un bebé- ¡Ay por dios! Seguía dramatizando, pero esta vez estaba diciendo muchas incoherencias –El punto es que, que... simplemente no pueden hacerle eso a una persona-

-Lo siento- escuché una voz un poco más atrás de mis amigos –en realidad no pensamos en eso, fuimos unos estúpido pero, ahora, déjanos atenderte porque si no lo hacemos de seguro quedarán unas marcas horribles de por vida- volvió a dramatizar Ashton. Bien, definitivamente nos parecíamos un poco, aunque creo que él era más teatral que yo. Quejándome un poco al principio me debatía en decirle que sí o que no, pero al final acepté su ayuda porque realmente me estaba doliendo mucho mi espalda. Luego de que, avergonzada, levantara mi polera para dejar ver mi espalda, Ashton le pidió a mis amigos que fueran a la cabaña del guardabosques, la cual estaba a unos ocho minutos caminando, para que le pidieran alguna crema cicatrizante.

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