Todo empezó cuando...

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Sí, aquí estaba yo deseando nunca haber empezado todo este estúpido juego, aunque no puedo negar que me sentí bien haciendo todo lo que hice, pero eso no quita el hecho de que me encuentre rodeada de tantas personas a las que lastimé aunque, en mi defensa, jamás creí poder llegar tan lejos con todo esto.

Sé que deben estar muy confundidos, se preguntarán cómo es que estoy metida en tantos problemas, bien, para que entiendan todo lo que estoy pasando en este momento deberé contarles la historia desde el principio, desde aquella tarde en la que me encontraba en la fiesta de matrimonio de mi hermana, el día que decidí cambiar el rumbo de las cosas...

          Un mes atrás

-Juro que te odio- grité al cuarto, como si hubiese alguien cerca que pudiera escuchar mi queja.

Tamara, mi hermana mayor, se casa hoy. Yo la amo, juro que la amo, pero en ocasiones es más fuerte el odio, y yo odio pretender ser alguien que no soy. Mis padres me OBLIGARON (y pongo mucho énfasis en la palabra) a comprar un vestido "decente" para la ocasión, y no es que yo no considere bonitos los vestidos de gala que se exhiben en tiendas, así como zapatos altos y accesorios, pero puedo jurar que éstos no fueron hechos para mí. Si hay alguien en el mundo que tenga menos estilo o gusto en moda que yo sería una aberración pues sé muy bien que en lo referente a ropa de fiesta o elegante no hay nadie que me supere en atrocidad. 

En fin, aquí estoy yo, zapatos de taco color plata con una cartera a juego y un vestido color turquesa con encaje en la espalda. No puedo decir que no sea lindo pero puesto en mí parece un traje de payaso, aunque de los zapatos no me quejo tanto ya que disimulan mi muy escasa estatura, algo por lo que siempre me he autocriticado. Pero ojalá pudiera decir que aquí termina mi suplicio, pero mi hermana tuvo la brillante idea de mandarme a su maquillista para que me arreglara, y ahora miro con odio al reflejo en el espejo que me saluda con cabello lacio y largo, un maquillaje sacado de revista y una falsa sonrisa en su rostro. Esto definitivamente no podría ser menos yo, y no puedo creer que tenga que pasar el resto del día con esta misma máscara saludando a tanto individuo me presenten.

Después de pasar una hora atormentándome por mi apariencia decidí que lo mejor sería no mirarme a un espejo el resto del día, tal vez con el paso de las horas olvidaría el engaño que estaba personificando. Salí de casa para recoger a mis padres en casa de Tami en mi auto, mientras iba conduciendo no pude evitar notar que se volteaban a mirarme, aunque no podía entender por qué, ya que mi auto no era un lujo, aunque tampoco era sacado de un remolque. Para cuando llegué a casa de mi hermana mis padres ya estaban listos y esperando en la puerta para regañarme por mi atraso... había llegado solo media hora tarde, pero en este momento parecía ser que llegaba un día entero tarde.

-Valentina, no puedo creer que ni siquiera para el día más importante de tu hermana llegues a tiempo, con la poca responsabilidad que tienes creo que llegarás tarde incluso para tu funeral- dijo mi madre muy enojada y me dio un golpe en la cabeza, aunque nada fuerte.

-Gracias mamá, sabía que esperabas el día de mi muerte pero nunca lo habías dicho en voz alta, al menos no hasta hoy- respondí de forma despreocupada.

-¡VALENTINA! como se te ocurre decir semejante cosa, un día me matarás de un infarto y ya no tendrás a nadie que te corrija todas esas mañas tuyas- dijo mi madre con cara horrorizada.

-Si mamá, realmente no sé que sería mi vida sin ti- contesté sarcástica, aunque a mi padre no le gustó nada mi respuesta y se adelantó a mi madre para decirme:

-Hija, detente ahora, ¿no te parece que al menos deberías agachar la cabeza luego de llegar retrasada? no hagas que tu madre se siga alterando, soy yo quien tiene que lidiar con su temperamento, hazlo al menos por mi- dijo enojado, pero dejando ver que lo que le importaba era su propia paz mental y no el bienestar emocional de mi madre. Para evitar que me siguiesen regañando les dije:

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