Capítulo 8

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El sábado Severus llevó a Harry por red flu hasta el castillo, decidió utilizar la chimenea de sus aposentos.

–Harry – un fuerte abrazo casi derriba al chico.

–Casi lo matas, Hermione – le dijo Ron – ¿Qué tal hermano?

–Los extrañé, chicos.

–Y nosotros a ti. Después de estar estudiando tanto y por fin terminar los exámenes, estoy nerviosa por las calificaciones ¿tú no?

–Por dios, Hermione, sabemos que tendrás un excelente en todo – bufó Ron.

–Señor Weasley, señorita Granger, lleven a Potter a la oficina del director, le esperan – comentó Severus cuando los vio a mitad del pasillo.

Los dos asintieron.

–¿De qué hablaran tú y Dumbledore, Harry?

–Creo que Sirius quería verme, Herms.

–Ojalá todo vaya bien – Ron le dio unas palmadas –¿Cómo es la vida con Snape?

–Bien, ya se los he escrito en las cartas. Casi no lo veo, a veces cenamos juntos, pero no hablamos mucho.

–Y créeme que tuve que leer las cartas más de una vez. Para serte sincero, no me imagino vivir con el murciélago.

–Ronald Weasley ¿qué has dicho? – Molly Weasley estaba saliendo de las oficinas del director.

–¿Mamá qué haces aquí? – le contestó el pelirrojo.

–No me cambies el tema, Ronald – le miró furiosa – Harry, cariño, ¿cómo estás?

–Bien, señora Weasley.

–Nos alegra saberlo, chico – el patriarca de los Weasley venía acompañado del director.

–Bueno, Harry, te dejamos. Y tú, Ronald, más te vale que no vuelvas a hablar así de alguna persona, no importa quién sea. Me oyes, muchachito.

–Sí, mamá.

Ronald y Hermione siguieron a los señores Weasley, dejando a Harry en las oficinas del anciano director.

–Harry, Sirius te espera.

Harry y Sirius estuvieron cerca de tres horas en la oficina de Albus, hablaron de la vida del menor, de la escuela y del trato de los Dursley, aunque Harry suavizó las cosas sobre el último tema. Luego conversaron de James y de Lily, de los días en la escuela, de las travesuras de Sirius con Remus y con James, de cómo Lily los reprendía por llevarse mal con Snape. Cuando terminaron de hablar se dieron un fuerte abrazo, Sirius prometió visitarlo o hablar con Dumbledore para que les concretara una cita en el castillo.

...

Harry no habló cuando llegaron al claro de la mansión, tampoco en la caminata a la casa, simplemente sentía que si hablaba rompería en llanto. Después de la plática con Sirius se sintió pequeño, sintió que nunca podría con la carga de matar a Voldemort. Al escuchar lo fuerte que era su padre y su madre, lo poderosos que eran con su magia, él no era nadie, ni siquiera podía realizar bien una sencilla poción. Sus puños iban apretados y el profesor lo notó, así que antes de entrar a la casa desvió el camino de vuelta al lago. Potter no se percató de ello, hasta que chocó con la espalda del mayor cuando este se detuvo.

–Potter ¿se puede saber qué demonios le pasa? – fue áspero en su tono.

No sabía que tipo de platica tuvo con Black, quizás habló mal de él y el poco avance que tenía con el joven se había ido a la basura por culpa del chucho. Tampoco es que le importará mucho, o al menos, eso era lo que se repetía en su mente cada que intentó hablar con el joven y este no respondió.

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