Capítulo 11

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Habían pasado dos días desde que practicaba con el pocionista, todo parecía estar volviendo a la normalidad, si no fuera por el hecho de que el tal Dimitri no se había ido aún. Seguía durmiendo en la habitación con el pocionista. Nunca había visto a Snape interactuar con alguien, ni siquiera sabía que tenía preferencias por los hombres hasta que lo besó aquella madrugada.  

Potter despertó indispuesto, estaba cansado de levantarse y ver a Dimitri con su estúpida sonrisa de modelo y su aspecto de señor perfección hablando con Severus. Ese día su entrenamiento de duelo también sería en la noche, por lo que no se preocupó en salir y llamo a Dally para que le llevará el desayuno a la cama. Pasado el mediodía salió a su pequeño balcón, donde alcanzaba a ver hasta el lago.

Dimitri y Severus paseaban por el lago, el primero había despertado de un humor más eufórico de lo usual.

–¿Y ya te dijo Dumbledore que hay de especial con la caja? – preguntó el conde.

–Aún no, planeamos juntarnos mañana para tomar el té.

–Ustedes los ingleses son tan especiales con la hora del té. Nada mejor que un buen licor para hablar de temas como esos – bufó.

–¿Y tú qué tienes, Dimitri?

–¿A qué te refieres, querido?

–Estas más entusiasmado de lo normal. Y por enésima vez, no soy tu querido, entiende.

–Solo recibí una buena noticia de mi casa. Al parecer mi joven amante volvió y me espera en Rumania.

–Dios, Dimitri, nunca te creí hombre de una sola persona.

–Severus, hay muchas cosas que no conoces de mí – se acercó al oído del profesor – ¿Quieres conocerlas?

–Muévete, Dimitri.

Se alejó con una sonrisa socarrona en su rostro.

–De cualquier manera, tengo mucho que agradecerte, querido. Mañana tendré que dejarte, lastimosamente. 

–Oh, no sabes lo mucho que voy a sufrir tu partida.

–Me extrañaras y cuando requieras un consuelo por las noches no estaré ahí – se encogió de hombros –. Pero, permanecerás en mi corazón, querido.

Severu tocó el puente de su nariz. Dimitri le dio un rápido beso en la mejilla.

–Sigues siendo un imbécil. 

–Pero me amas así.

Harry vio el intercambio, las risas del conde, aquel beso en la mejilla. Todo estaba perdido, él solo había sido un beso que no significó nada para Severus. Él no era nada comparado con un conde. Su estómago se revolvió.

 Esa tarde mientras entrenaban, Potter rugía de coraje, cada hechizo que lanzaba recordaba el beso que se habían dado. Cada hechizo lanzado por el profesor se sentía como una puñalada.

Dimitri los veía sentado en una de las mesas que daba al lugar. Para él era demasiado obvio lo que sucedía. El chico Harry estaba enamorado de Severus y ahora estaba haciendo una escena de celos.

"¿Cómo no puedes darte cuenta, Severus?" pensó "Y dices que el idiota soy yo"

Una idea cruzó por su mente, se iría la mañana del día siguiente, así que podía agitar las aguas, darles ese empujón que necesitaban ambos.

–Severus, cariño. Hazlo pedazos – le gritó al mayor y le lanzó un beso con su mano.

Severus se distrajo, cuando menos pensó vio el cabello azabache de Harry abalanzándose hacía él. No tuvo tiempo de reacción cuando sintió el golpe en su espalda y como Potter, a horcajadas de él, intentaba golpearlo.

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