Capítulo 13

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Potter se levantó temprano esa mañana al comenzar a sentir frío. Se talló lo ojos y buscó sus gafas. Estaba solo. Se estiró y se puso unos pantalones de chándal con una camisa de manga corta, la ropa de la fiesta se sentía pegada a su cuerpo, ni siquiera se habían cambiado después de lo que había pasado la noche anterior. El chico suspiró, la vida era dura y si se juzgaba a las personas sin antes conocerlas, el mundo estaba jodido. 

Caminó por la mansión, no había señal de que el profesor estuviera ahí; así que lo único que se le ocurrió fue dirigirse al lago.

Severus se encontraba en la orilla, acariciando la melena de Lu, quien parecía estar dormida con la cabeza reposada en una roca y con la mitad del cuerpo dentro del agua. El hombre debió cambiarse, porque sus túnicas de gala ahora eran reemplazadas por unos pantalones negros, al igual que los de él, de chándal; una playera negra y su cabello recogido en una semicoleta. Escuchó al menor acercarse.

–Hola – murmuró Harry, sentándose en el lado contrario en el que estaba la hipocampo dormida. 

–No quise despertarte – repuso Severus sin mirarlo.

–Severus, yo...

–Escucha, Harry – Snape lo miró, sus ojos parecían tristes un poco decaídos –. No soy la persona que crees que soy. No soy la persona que viste ayer en mis recuerdos.

–¿Quieres decir que tus recuerdos no eran tuyos? – el joven se sentía confundido.

–No, sí eran mis recuerdos – permaneció un minuto en silencio –. He hecho cosas de las que no me enorgullezco.

–Todos hemos realizado cosas que no nos enorgullecen – Harry tomó la mano del hombre, pero este la retiró con cuidado.

–No, Harry, comprende, las cosas que he hecho, los errores que he cometido no son el tipo de cosas que cualquier persona haría – Severus veía el lago mientras seguía acicalando a Lu.

–Creo que ese tipo de cosas son las que nos hacen ser lo que somos.

–No entiendes, Potter – se levantó sintiéndose un poco frustrado. 

–Entonces explícame – Harry permaneció en donde estaba, solo que giro un poco el torso para alcanzar a ver al pocionista.

–Te contaré cosas, cosas que me duelen y de las que me arrepiento, cosas que aún me atormentan en forma de pesadillas. Estas en tu derecho de irte si así lo decides, y si no me quieres más como tu maestro, le diremos a Dumbledore que ya no soy útil en tu entrenamiento, el vejete siempre encuentra algo para solucionar las cosas. 

Harry se preocupó por el tono y por la declaración de Severus, sin embargo, se quedó. 

–Te escuchó entonces – pidió.

Snape regresó a donde antiguamente estaba sentado. Lu solo se movió un poco para seguir durmiendo.

–Yo – dudó – he torturado y matado gente, Harry, he hecho cosas que al final destruyeron familias y acabaron con la vida de las personas que quería...

–Pero, Seve – quiso interrumpir el chico.

–No, escúchame, por favor. 

>>Estaba en el colegio justo cuando recibí una llamada de San Mungo, me llamaron por mi madre, al parecer había colapsado de la nada mientras caminaba al mercado de frutas; unos señores la vieron y avisaron a los servicios de emergencia. Cuando llegué a verla, ella estaba muy mal, estaba en unidad de cuidados intensivos. Los doctores me dijeron que no sobreviviría, pregunté a qué se debía el daño, si ella nunca presentó ninguna señal de estar mal, siempre fue tan fuerte – Severus tragó fuerte para intentar continuar –. Ellos, los doctores, me aseguraron que se debía a heridas pasadas que nunca sanaron como era debido. Que había tenido una hemorragia interna, que finalmente llegó a un colapso multiorgánico. Sabía de donde venían esas heridas, sabía que Tobías Snape las había provocado, así como mis abuelos al echarnos de la mansión aquel día. Nunca en mi vida sentí tanto enojo como aquella vez y le juré a mi madre en su lecho que me vengaría del hombre que se hacía llamar mi padre; juré que lo mataría con mis propias manos.

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