Nat redujo el paso cuando sintió otra vez la sensación de alguien observándolo en las sombras. Se dirigía bajando por Chartres, hacia Jackson Square, a fin de que pudiese tomar un taxi y llegar a casa antes de que se hiciese más tarde.
Mirando alrededor, mitad esperó encontrar a Max allí.
No lo encontró. Lo que encontró fueron cuatro desaliñados hombres que lo miraban con infundado interés. Se mantenían en las sombras como si no quisieran que los identificase. El miedo lo asaltó. Su atención estaba solo demasiado enfocada. Demasiado intensos y amenazadores cuando se abrieron paso directamente hacia él.
Nat recorrió el lugar con la mirada, buscando otras personas, pero a esas horas de la noche, no había nadie en los alrededores.
Ni siquiera el grupo de algún tour... "Está bien. Mantente en la luz y sigue adelante. Ellos no te lastimarán si permaneces a plena luz."
Aceleró cuando oyó el ruido de pies corriendo.
Justo cuando estaba seguro que pasarían corriendo por su lado, uno de los hombres lo agarró y lo lanzó hacia un patio medio abierto.
Nat trató de empujarlo y salir corriendo.
El tipo lo abofeteó con dureza.
—Dame tu bolso, perra.
Nat estaba tan asustado, que ni siquiera podía pensar en soltarlo de su brazo.
Los otros hombres entraron corriendo al patio y cerraron de golpe la portilla. Uno de ellos agarró su bolso y rasgó su camiseta en el proceso de sacarlo de su hombro.
—Hey —dijo el hombre a los otros tres. —¿Y si todos nos divertimos un poco con él?
Antes de que pudieran contestar, tirándolo al suelo. Alguien salió de la oscuridad y le devolvió el bolso.
Nat contempló al recién llegado y quiso llorar cuando vio a Max allí. Sin andar con ese encogimiento, se levantó en toda su altura... y era dominante. Intenso. Había un brillo fiero en sus ojos que no era muy cuerdo cuando se interpuso entre él y los demás. Él se veía como si pudiese matar a todo ellos y sin dar un respingo.
Los hombres atacaron.
Nat se tambaleó hacia atrás y observó con temor como Max los repelía con una habilidad increíble. Un asaltante se abalanzó sobre él con un cuchillo. Max atrapó la muñeca del hombre y la retorció hasta que chasqueó y el cuchillo se cayó de su mano. Entonces Max volvió la mano del hombre con tanta fuerza, que el asaltante rebotó contra la pared.
Otro llegó a espaldas de Max sólo para ser arrojado sobre su cabeza al suelo mientras otro le daba desde atrás. Él golpeó a Max con toda su fuerza, pero ni si quiera se tambaleó o mostró algún signo de dolor. Se volvió contra el hombre y le devolvió el golpe.
Nat sintió alivio hasta que uno de los asaltantes sacó un arma y se lanzó hacia ellos.
Contuvo la respiración cuando Max se congeló.
Un latido más tarde, el hombre disparó el arma. Max se apresuró y la golpeó sacándola de sus manos. Los otros tres se echaron a correr cuando Max se deshizo del único que llevaba un arma. El hombre cayó al suelo, luego se escabulló.
—¿Estás bien? —Preguntó Nat al tiempo que corría hacia Max. —¿Te disparó?
—Estoy bien —dijo él, recogiendo el arma del suelo. La abrió y quitó las balas antes que la hiciese trizas al golpearla contra la pared de piedra. Echándola a un lado, se volvió a mirarlo mientras lanzaba las balas a la oscuridad. —¿Te han herido?