—Diablos, tigre. ¿Qué has hecho? Además de que te dispararan, quiero decir.
En su forma del tigre, Max abrió sus ojos para ver a Boun entrando en su dormitorio. Él recorrió con la mirada el reloj en su mesilla de noche para ver que era poco más de mediodía, demasiado temprano para que estuviese levantado, especialmente cuando estaba muy herido.
Realmente le asombraba que el oso estuviese levantado y en forma humana, vagando por su cuarto. La mayor parte de los Katagaria les costaba mucho mantener su forma humana hasta después de anochecer. Como regla general, eran en su mayor parte nocturnos.
Sin mencionar, que los ocupantes de Casa Peltier sabían que a los tigres no les gustaba ser molestados, especialmente no mientras dormían.
Sin cambiar su forma animal, Max levantó su cabeza de la almohada para observar a Boun entrar a su aparador. Max gruñó en advertencia al oso, quien no le prestó atención mientras colocaba una enorme flor sobre esta.
Max empezó a cambiar de posición en la cama, pero su herida fue demasiado reciente. En lugar de eso, rugió amenazadoramente.
—Cálmate tigre estúpido —le dijo Boun en tono irritado. —Si alguien tiene derecho a estar cabreado, somos nosotros. ¿Advertiste que yo soy el único que estoy en forma humana? ¿Crees que quiero estar despierto y de esta manera a esta desalmada hora del día?
El oso tenía un punto.
—¿Y sabes por qué estamos levantados?
Como si le importase. Si Max estuviera en forma humana se quedaría mirando con ironía al oso.
Dándole igual el estado de ánimo de Max, Boun apenas vaciló antes de contestar a su propia pregunta.
—Porque todos nosotros pensamos que eran para New. Tú nunca habrás visto a unos osos moverse tan rápidos como nosotros lo hicimos cuando Mamá nos dijo que había un camión cargado con flores que debían ser entregadas aquí. Nosotros estábamos listos para abrir la puerta de cierto local cuando el tipo de la entrega nos dijo que eran para ti.
Boun se movió a la cama y sacó una pequeña tarjeta pequeña del bolsillo de atrás de sus pantalones vaqueros.
—Dice, gracias por lo de anoche. —Boun le dedicó una afectada sonrisa. —¿Así qué? ¿Finalmente tuviste suerte y encontraste a alguien desesperado por un rápido revolcón?
Max le lanzó un mordisco a Boun, obligando al oso a dar un respingo alejándose de la cama.
Boun estrechó los ojos ante.
—Mejor será que pares o si no vamos a acabar mal. No me importa si estás herido, no juego.
—Yo tampoco lo hago, imbécil. —Max le envió las palabras mentalmente.
Boun clavó los ojos en Max asombrado.
—Wow. Múltiples sílabas y una frase entera del tigre. ¿Quién lo habría pensado? Quienquiera que fuese, ha debido de tener un montón de talento para hacerte hablar. La próxima cosa que sabrás, es que será un zombie. Rápido, llama a un Dark-Hunter. Estoy seguro que ha alguno de ellos les gustaría otra resurrección.
Max gruñó, pero antes de que pudiese abalanzarse, más flores fueron traídas por los cuatro hermanos de Boun. Muchas más. En unos minutos, el cuarto parecería una completa funeraria.
Tan pronto como tuvieron las flores apiladas alrededor de la cama y el tocador, todos los chicos salieron excepto Boun y su hermano pequeño Serre.
Serre sacudió su cabeza rubia cuando se detuvo a los pies de la cama para clavar los ojos en Max.