Capítulo 05

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Max estaba en el pequeño cuarto de baño fuera de su dormitorio maldiciendo cuando Marvin le lanzó agua.

—Para ya, Marvin —le gruñó al mono juguetón, quien ahora le hacía pucheros. —Sabes que odio que se me meta agua en los ojos.

Él no podría quedarse ciego. Ninguno de su especie podría, lo cual era extraño debido al hecho de que les encantaba jugar en el agua.

Ellos solo odiaban las debilidades. Un tigre débil era uno muerto.

Su padre había muerto como prueba de eso.

La puerta, la cual Max había dejado ligeramente entreabierta, se abrió por completo para mostrar a New en el pasillo.

—¿Qué estáis haciendo vosotros dos?

Max jaló el peine de su pelo. Miró alrededor en busca de algún lugar al que retirarse, pero el único camino era a través del osito. Odiaba que lo hubiese atrapado. No quería que alguien supiese lo que estaba haciendo.

New entró en el cuarto y cerró la puerta detrás de él. Inclinando la cabeza hacia un lado, lo estudió con una fijación que lo ponía sumamente incómodo.

Marvin saltaba arriba y abajo del lavabo, charlando.

—¿Estás tratando de desenredar tu pelo?

Max no dijo nada cuando colocó el peine al lado de Marvin. No era asunto suyo.

—¿Es por ese humano, verdad?

Él intentó pasar junto a New, sólo para que le bloquease la salida.

—Está bien, Max —dijo suavemente New. — No le contaré a nadie sobre él. Créeme, entiendo todo acerca de las relaciones imposibles.

Sí, él lo había pillado con el lobo Tay la semana anterior. Los dos habían estado a punto de besarse. Si algún otro lo hubiese descubierto con Tay, Tay habría acabado muerto y seriamente triturado. Pero afortunadamente para ellos, a Max no le podría importar menos quién New llevaba a su cama. De todos modos no era asunto suyo.

New recogió el peine del lavabo.

—¿Quieres que te ayude?

Parte de él quería gruñirle y hacer que se escabullese, pero la otra parte se daba cuenta de que su ayuda sería agradable.

—Puedes intentarlo —masculló Max. —Pero creo que no hay esperanzas.

Él había estado intentando desenredar su pelo durante una hora y hasta ahora sólo había obtenido fracaso y dolor.

Y todo porque él quería... quería lo imposible. Por una vez, quería sentir las manos de alguien más en su pelo, y no era New a quién quería.

Él quería a Nat.

La expresión de New era de concentración cuando intentaba pasa el peine a través de un pequeño trozo de pelo. Después de algunos minutos de intentarlo tan sólo dio como resultado que el peine se rompiese por la mitad, suspiró frustrado.

—De acuerdo, Max, lo que necesitamos es un especialista. Déjame llamar a Magie para que nos eche una mano. Ella es la mejor desenredando el pelo. Si alguien puede hacer esto, es ella.

Cuando New se dirigió a la puerta, Max lo detuvo.

—¿Por qué estás siendo tan amable conmigo? —Ninguno de los otros osos había sido realmente amable con él alguna vez. La mayor parte de ellos apenas le toleraban.

Pero New siempre había tenido buen corazón.

New le ofreció una sonrisa.

—Me gustas, cachorro. Siempre lo hiciste. Sé que no eres peligroso... quiero decir, sé que podrías matarnos, que ese es tu peligro, pero que tú no planteas un peligro para alguien excepto para ti mismo.

09 MaxNatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora