Nat tragó ante la mirada nada divertida en la cara de Tong cuando clavó directamente los ojos en él. ¿Será que había oído lo que le había dicho a Max...?
—Sí —dijo él misteriosamente. —Lo hice, y me pregunto cada jodido día exactamente lo que tú te has preguntado. ¿Qué tan bueno soy? La respuesta es simple. No hay nada bueno acerca de mí y me gusta de ese modo. Me enorgullezco de ello, de hecho.
Tong era un hombre realmente extraño.
Y todavía, él parecía enfadado.
Nat pasó la mirada alrededor de la sala a los miembros del consejo, todos se quedaron con la mirada fija, no en ellos, sino en las puertas. Siguió sus miradas y luego se quedó sin aliento.
Max frunció el ceño hasta que miró para donde todos tenían clavada la mirada. Se quedó boquiabierto.
Parpadeó, tratando de aclarar su visión. Pero todavía veía lo que no podía ser.
—¿Papá?
El padre de Max sonrió y asintió.
Max dio un paso indeciso adelante, entonces se detuvo a sí mismo. Esto no era real. No podía serlo.
Su padre cruzó la distancia para atraer a Max en un abrazo. Él solo se quedó allí en estado de shock, incapaz de devolver el abrazo. Max miró a Nat, quien parecía estar igual de confundido, luego a Tong, quien simplemente se veía estoico.
Temiendo que fuese un truco, Max apartó al hombre que se parecía a su padre.
—¿Qué diablos es esto? —exigió Max.
—Tu padre no murió —dijo Tong insípidamente. Él se levantó de su trono para acercarse a ellos. —Fue un infierno de una noche. Fue una pena que te desmayases y te perdieses los fuegos artificiales.
Max negó con la cabeza.
—Le toqué. Vi su cuerpo. Él estaba muerto. Asesinado.
—Tú viste el cuerpo de Grayson —explicó el padre de Max.
Tong agitó su mano y sobre la lejana pared aparecieron unas imágenes. Max no podía respirar mientras veía a su padre y a su tío peleando como tigres. Con un movimiento rudo, el padre de Max abrió de un corte la garganta de su hermano.
Grayson salió cojeando y murió en el piso donde Max recordó encontrar a su padre. Dos segundos más tarde, el tigre se convirtió en un hombre.
—¿No pensaste alguna vez que era extraño que el cadáver pareciese humano? —le preguntó Tong. —Según sé, ¿no debería ser tu padre un tigre como cadáver?
Los ojos de Max se ensancharon. Era verdad. Él debería haber pensado en eso, pero en el trauma resultante nunca se le había ocurrido. Ni aun cuando volvía a pensar sobre ello. No es que él acostumbrase a hacer hincapié en esa noche.
—No lo entiendo.
Su padre colocó una mano en el hombro de Max.
—Mi hermano era Arcadio, como nuestra madre. Y él odiaba eso acerca de él mismo. Igual que tú, ocultaba lo que él era del mundo. Él nunca aprendió a llegar a un acuerdo con eso. Es por lo que yo no confiaba en él. Él tenía todo el poder de un tigre y todos los celos y el odio de un humano.
—Ya te dije que esos bastardos estaban tras el dinero.
Max miró ceñudo a Billy Patchanon, quien le daba al concilio una sonrisa afectada de, te lo dije, desde su asiento en la mesa.
El padre de Max se aclaró la garganta, concentrando la atención de vuelta a él.
—Mientras tú y Nathy estabais fuera, comencé a pensar acerca de lo que los dos me habíais dicho acerca de la noche en que me encontraste. Y recordé que tú dijiste que era humano. Me di cuenta de que no era yo a quien viste. No podía haber sido. Soy un tigre y habría sido tigre incluso muerto.