V ❆ «Muros adentro»

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Enoran había visualizado el castillo de Frostmoor de mil maneras aquellas noches en que se quedaba repasando su plan, posibilidades y permitía a su mente vagar por parajes desconocidos, imaginando el mundo fuera de los inestables muros. Aquellas tardes sumergido en la vida de las profundidades de Modra, todos presa de la desesperación, la ansiedad y la falta de esperanza. Aquellas mañanas donde el insomnio le cobraba factura. Los mil desvelos y las malditas pesadillas. El castillo era cuna de monstruos, refugio de bestias y santuario de secretos.

Con seres automatizados paseando por los pasillos en busca de tachar todas sus tareas diarias antes de que se acabe el día, carente de cualquier sentido del humor, y con cuadros que alababan tanto a las constelaciones como a los antiguos reyes, el castillo se erigía como un mausoleo de aburrida historia y tediosas tradiciones. La cúspide del engaño. Allí donde fuera, un escalofrío recorría su columna vertebral.

Pero no fue exactamente lo que se encontró cuando las grandes puertas del castillo se abrieron ante su indefensa persona y la de otros cuatro astrómanos que parecían ansiar lo mismo que él. El arte arquitectónico exterior no superaba la piedra cubierta de nieve y los tonos grisáceos que parecían caracterizar a los ciudadanos de Frostmoor y toda Crystalmond, pero por dentro el blanco, el azul y el plateado eran protagonistas incluso en las sombras.

Las columnas ostentaban el diseño meticuloso de constelaciones que Enoran reconoció al instante. Cinco pilares dispuestos en un círculo perfecto, representando las casas de las pocas constelaciones que aún atesoraban un leve rastro de magia. Las cinco casas de los miembros de la Corte Real. Avanzó entre ellas con la destreza de un felino acechando en la penumbra, alerta a cualquier sombra que pudiera esconder un posible depredador.

En lo alto del umbral, suspendida por hilos imperceptibles, la constelación de Orión brillaba con un poder imponente, majestuoso e inalcanzable, como un faro en la oscuridad que guía a los perdidos y avisa a los intrusos de su dominio.

—Que vestigio tan absurdo —murmuró Zephyr, casi buscando que algún guardia le reproche su sonrisa ladina—. ¿No es algo anticuado este monumento?

—¿No lo son todos los monumentos, en esencia, Lord Audiem? —respondió una voz ajena que reverberó con eco entre las columnas.

La Archiduquesa Cicely Serenum, una mujer de precioso cabello dorado y una pálida piel que solo mostraba una emoción en su rostro; la calma. Como digna hija de su constelación, Cicely pertenecía a la casa de la Serenidad y, por lo tanto, a la Corte Real. Parecía la contraparte del deslumbrante espectáculo de emociones que Veridian Fulgur había ofrecido para cerrar el festival.

Enoran, desde su lugar, no dejó escapar el detalle de la sensación que dejaba en el ambiente cuando entraba en una habitación. Era la personificación de la calma, pero también llevaba consigo la sensación de que el caos acechaba a sus talones, dispuesto a seguir sus pasos dondequiera que fuera.

—¿Va a decirme usted, Arichiduquesa, que Orión gobierna actualmente estas tierras? —contestó Zephyr sin borrar su media sonrisa—. No es mi intención ofender, por supuesto. Solo busco una sincera discusión.

—No busque discusiones, Lord Audiem. Es mi primer consejo. Nadie está lo suficientemente abierto a cambiar de opinión, y solo se generará un malestar personal. Insatisfacción. Mi segundo consejo es que aprenda a aceptar la realidad tal como se la presentan; a veces es mejor para su propio bienestar.

—¿Lo es, Archiduquesa? —Zephyr borró su sonrisa, pero sus ojos revelaban que era el tipo de persona que sabía cómo detectar las debilidades de los demás y encontrar los huecos antes de pisarlos. No era impulsivo, sino calculador.

—Continuaré con el recorrido yo misma —continuó Cicely como si hubiese encontrado retórica aquella pregunta—. Mientras tanto... Bienvenidos al ala principal del castillo. Zona de exposición, cultura y, por supuesto, historia.

El hijo de la Escarcha [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora