XXI ❆ «La última profecía»

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La ceremonia era el evento más grande que Enoran había pisado en su vida. Desde la diversidad de distracciones y manjares que deleitaban los sentidos hasta la incomodidad palpable de los asistentes al hallarse rodeados por la presencia avasalladora de los astrómanos. Aunque los Estelkines siempre abrazaron el discurso de la paz, resultaba evidente que, ante la inminente amenaza de extinguir la estirpe astrómana, no vacilarían en recobrar su dominio exclusivo sobre los cielos y su magia.

Tras una introducción espectacular y sofocante, los invitados se pararon para recibir el himno de Crystalmond con orgullo.En aquel instante, Enoran aprovechó para retornar a su posición dentro de la agrupación de Plateados.

Las mesas fueron llenadas y los invitados acomodados. En el eslabón de la Corte de Escarcha, justo al lado de cada Archiduque, se hallaba su correspondiente Plateado. Enoran ascendió un eslabón más y se sintió diminuto ante el imponente trono helado que Rigel apenas alcanzaría a disfrutar.

Con majestuosidad, el Archiduque Langdon se levantó como si una brisa celestial lo acompañara, y el murmullo de la concurrencia cesó cuando su índice, empuñando un anillo significativo, golpeó tres veces la copa Plateada sobre el atril. Enoran tuvo la sensación de que el invierno retenía sus tormentas en algún recóndito rincón del firmamento; la tarde se presentaba más cálida de lo común y el viento apenas agitaba las orlas de los manteles. La paz parecía a punto de coronar aquel jardín, más un arco y una flecha aguardaban en la torre y la corona era peleada por el caos.

—Honorables presentes, ciudadanos de Crystalmond y tierras adyacentes, distinguidos invitados... —Langdon esbozó una sonrisa mientras su voz resonaba en los confines del jardín, capturando la atención de todos—. Nos congregamos bajo la magnífica constelación de Escarcha para dar la bienvenida con orgullo al único vástago, heredero de su magia y portador de su voz. ¡El legado de Orión!

El público estalló en un aplauso cargado de orgullo. Enoran se sintió desplazado entre aquellos que vivían en la falacia de que la magia era un privilegio, y que el régimen actual los conduciría por una senda virtuosa. Langdon aguardó al silencio para proseguir.

—Hoy, después de dos décadas sin un monarca en el trono, coronaremos al guardian del vínculo entre el pasado y el porvenir de Crystalmond. Coronaremos a Rigel, y nos preparamos para elevarnos nuevamente a las estrellas, llevando consigo los valores que han sido la columna vertebral de nuestra nación: honor, valentía y búsqueda constante de la verdad. ¡Nos erguimos con firmeza y acogemos la nueva Era de Escarcha! ¡De las estrellas venimos, y a las estrellas ascendemos!

El público vibró de entusiasmo, Langdon esbozó una sonrisa cargada de orgullo, alzando la copa al frente. En el extremo del jardín, la gran puerta de madera, despejada por los invitados, se abrió, y dos guardias junto a las Archiduquesas Cicely y Lavinia hicieron su entrada, marcando con gravedad el inicio de la procesión. Todas las miradas se volvieron simultáneamente hacia Rigel, quien descendía con paso firme y revelaba, por primera vez ante el mundo, su rostro.

Enoran sintió que el aire le resultaba insuficiente. Rigel, ataviado con la camisa blanca y celeste que Enoran conocía, pero ahora complementada con un sobretodo que llegaba hasta los pies, ceñido en su cintura con líneas plateadas delicadamente trazadas. Su cuello alto lo elevaba sobre la multitud, y sus manos enfundadas en guantes blancos le conferían un aura de superioridad, altivez y elegancia. Aquel era el vástago de Escarcha, y Enoran casi deseaba verlo coronarse.

El mundo habló, nadie guardó silencio ante su apariencia. Su piel, de un blanco tan puro como corresponde a los herederos de Orión. Su cabello, del mismo tono, resplandecía bajo los últimos rayos del sol, y en sus ojos oscuros reposaba la atención general. Rigel, la personificación de la pureza y el gélido esplendor, llevaba en su mirada la oscuridad de mil noches.

El hijo de la Escarcha [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora