Capítulo 10

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     Caminaba por lo que parecía ser el parque de su niñez, una densa vegetación cubría todo, haciéndola sentir perdida, la senda de cemento ya no era visible. Estaba sola y sin ningún tipo de guía en aquella inmensidad.

     Escuchó una risa entre los matorrales, y aunque no le diera buena espina, decidió dirigirse hacia la fuente del sonido. Sentía sus piernas temblar, usó sus manos para apartar la hierba alta, y allí  se percató de que éstas estaban cubiertas de sangre.

      ─¿Qué...? ─los matorrales se movieron y ella se echó hacia atrás, cayendo de espaldas, sintiendo la húmedad rápidamente fundirse con su ropa, su miedo y su sudor. Al girarse vio que cayó en un charco de un líquido algo viscoso y rojizo. Más sangre. Miró aterrada hacia el frente.

     ─¡Asesina! Eso es lo que eres y nunca podrás luchar contra lo que eres.

      ─¡No! ¡No sabes lo que dices!

       ─Oh... ¿Tú piensas que no lo sé? Tú te niegas a aceptar la realidad, Sofía, recuerda que después de todo, soy la encarnación de tus más profundos deseos y temores. ─frente a ella se materializó una figura que más bien recordaba a una sombra, portaba lo que parecía ser un vestido y sus ojos eran brillantes como un par de linternas. Se acercó a ella, lo cual hizo retroceder a la pelirroja.

     ─Tu no eres real, y mientes.

      ─¿Qué es real y qué es ficción? ─la criatura rio y sacudió su cabeza en negación─. No puedes luchar contra la naturaleza, siempre terminarás siendo igual a tu padre, no importa lo que hagas.

       ─¡NO! No seré igual a él ─se retorció en el líquido tratando de levantarse y huir, más fue en vano. A su espalda sintió el toque de una mano, al girarse divisó el cadáver de alguien a quien conocía muy bien. Anna Hernández─. Ann...

     Aquella risa macabra resonó otra vez por todo el lugar.

     ─Dices que no serás igual a él, pero no tienes ni idea. ─la sombra empezó a acercarse a grandes zancadas mientras que profería un grito. Y éste no era de dolor y agonía, sino de ira y desesperación. Logró ponerse en pie y comenzar a correr pese a sus zapatos resbalando sobre lo que quedaba del cemento.

     ─¡VETE DE AQUÍ! ¡No creo en nada de lo que me dices! ─corría y corría sin saber realmente a dónde, y sin saberlo se adentraba más y más en el corazón del bosque.

      ─¿Cómo voy a irme si no soy más que una parte de tu mente?

     Despertó abriendo los ojos lentamente. Sentía su corazón latir desbocado y un sudor frío sobre su cuerpo. Se giró entre las mantas para ver la hora. Las 3:27 a.m. Tomó una lenta y profunda respiración tratando de calmarse.

     ─Ya pasó, no fue más que... ─aun estaba vívida en su memoria la apariencia escalofriante de aquella sombra ─
Otro estúpido sueño sin importancia.

***

       Le parecía raro volver a colocarse el uniforme del colegio. Acababa de planchar lo mejor que podía esa falda azul marino de cuatro tachones con su camisa beige… aunque más bien parecía de una tonalidad marrón fea. Sus medias ya estaban un tanto viejas, lo cual hacía que cayeran a sus tobillos como rollitos de tela blancos y sus zapatos deportivos negros ya estaban lo más presentables que podrían ser.

     ─¡Al carajo! ─exclamó después de mirarse en el espejo por largo rato, pensando en qué peinado hacerse. Desató su cabello dejándolo caer hasta la mitad de su espalda con sus ligeras ondas naturales.

No Estamos Locos, Somos Más Que EsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora