Capítulo 7

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Los gemelos al fin se habían quedado dormidos después de que les leyera "El patito feo" más de tres veces, al fin un momento para él, para estar solo y en paz con sus pensamientos, justo lo que había temido durante todo el día. Por esa misma razón estaba hurgando en las cajas viejas del ático. Encontró ropa de los gemelos de hacía unos años, juguetes y una manualidad espantosa que él mismo había hecho en la primaria. Pensó que sería una buena idea hacer una venta de garaje en un futuro, podrían aprovecharse la mayoría de esas cosas en lugar de seguir acumulando polvo y arañas.

Junto a su manualidad hecha de plásticos reciclados halló una foto, era del primer día de clases. Se reconoció a si mismo con su cabello rubio oscuro con aquel corte que le hacía parecer un cepillo, y una sonrisa a la cual le faltaba uno de sus dientes de leche. A su lado, un pelinegro más pequeño que sostenía su mochila azul y miraba de mala gana a la cámara, aquellos ojos azul marino expresaban incomodidad y fastidio, sin duda alguna no quería estar allí por más tiempo. Ransom le tenía sujeto con un brazo, en un gesto de compañerismo unilateral. Se le hacía raro verle así, ya se había acostumbrado a ver la cicatriz que cruzaba su mejilla, en la foto estaba aún limpia, salvo por el lunar que siempre estuvo bajo su ojo.

Más algo había cambiado. Y no eran las casi dos décadas que habían pasado, era algo más, tal vez solo maduraron o era que el brillo de inocencia en los ojos de ambos se había apagado, no lo sabía y tampoco le tenía mucho cuidado, tomó la fotografía, ahora curvada por la posición que mantuvo en la caja, bajó las escaleras plegables cerrando la puerta tras de sí. Al llegar a su habitación se sentó en el suelo mirando aquella fotografía empolvada, estiró las piernas y se recostó de su cama, echando su cabeza hacia atrás, a la vez que recordaba el primer día de clases, estiró su mano buscando a tientas su celular.

Mientras, Gerson yacía con uno de los libros que su amigo le había regalado, puesto en el escritorio bajo la luz de la lámpara de mesa, como una rana que se sometería una disección ¿Te leo o no te leo? ¿Te leo... o no te leo? En ese momento escuchó el molesto tonito de su celular, un tono específico para:

─Ransom. ─se levantó y cruzó su habitación para ver qué quería ahora aquel rubio, no solía dejar su teléfono cerca mientras estudiaba o leía, eso podría distraerle. Abrió el mensaje que estaba en la bandeja de entrada: <<¿recuerdas el día que nos conocimos?>>

Claro que lo recordaba, fue el inicio de una amistad que no deseaba en aquel momento y que ahora se había acostumbrado a tolerar. Vino a su memoria esa mañana de septiembre, todo había sido tan diferente a lo que esperaba, la semana anterior tuvieron que comprarle un nuevo uniforme por el inesperado cambio de curso. Recordó con una abrumadora claridad lo horrible que se sentía usar shorts solo por ser reglamento del uniforme, ese día a penas le asignaron su pupitre, tomó asiento y se cubrió con su suéter, si alguien le preguntaba, diría que hacía frío. Estaba copiando distraídamente las cosas anotadas en la pizarra cuando aquel ruidoso niño llegó.

─¡HOLA! ¡ME LLAMO RANSOM MIGUEL, ¿Y TÚ?! ─el pelinegro trató de evitar la caída de su lápiz, el cual rodó al momento en que aquel compañero de clases se apoyó con fuerza en la tabla de su pupitre. El recién llegado no pareció notar eso.

─Gerson. ─contestó el más bajo con un hilo de voz, pensaba en su lápiz, su padre le había dicho que no lo dejara caer, si eso pasaba se le rompería la mina y cuando tuviese que sacarle punta, ésta se quebraría.

─¿No tienes segundo nombre? ─inquirió el menor apoyándose aún más en la tabla.

─No. Es peligroso apoyarse así en los pupitres, puedes dañarlo o darte un golpe. ─miró directamente al que se había presentado como Ransom, ¿por qué no se iba a hablar con alguien más? Y para empeorar las cosas, el rubio sonrió aún más.

No Estamos Locos, Somos Más Que EsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora