Capítulo 17

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     Mayo, 2008.

      ─¿Verdad o reto, Vero? ─preguntó su amiga a la rubia.

      ─Uhm… reto. ─decidió la rubia. Estaban todas sus amigas del grupo de las “populares” sentadas en un círculo en el patio del colegio. La morena le dio una mirada a través de sus pestañas cargadas de rímel.

      ─Te reto a que le des un beso al hermanito raro de Marcus.

     ─¿¡Qué!? ─exclamó una chica a su lado─. Cámbiale ese reto.

     ─Asco. ─exclamó otra.

     ─Pero…─Verónica Pagliariani miró de reojo al pelinegro que leía algún libro a varios metros de ellas─. Él es... feo.

     ─Gerson Contreras no es feo; solo es un niño al que su hermano mayor trata como si fuera un perro callejero. Y lo peor es que él se lo aguanta sin siquiera soltar queja alguna. ─todas miraron con atención a la pelirroja que se había atrevido a abrir la boca. Ella les devolvió la mirada a través de sus lentes de montura azul.

     ─Tú solo lo defiendes porque te gusta ─dijo la líder del grupo. Igual no importaba lo que Angie Davaus dijera. Ella solo formaba parte de su grupo porque sus padres tenían mucho dinero y ya─. Vero, tienes que hacerlo. Pediste reto y tienes que cumplirlo, son las reglas.

     Verónica se levantó entre los vítores de sus amigas yendo con paso decidido a donde el “hermanito raro de Marcus” estaba. Apenas y alzó la vista cuando ella se paró frente a él. Retomó su libro, de seguro solo venía a pedirle el número de teléfono de su hermano o alguna cosa parecida. Esa rubia teñida no podía tener nada de especial, además de osarse a interrumpir su lectura.

     ─Niño ─dijo Verónica luego de tomar una gran bocanada de aire. Le hizo alzar la mirada tomándolo del mentón y luego le plantó un beso rápido en los labios─; eres hermoso.

     ─Mentirosa. ─escupió Gerson y se levantó de golpe, chocándola con su hombro.

     ─Y-yo no te estoy mintiendo. ─soltó ella, herida por haber sido rechazada por alguien inferior a ella.

      ─Seré menor que ustedes, pero no soy ni sordo ni estúpido ─se detuvo y volteó para observarla─. Sé lo que dicen de mí, sé cómo me miran y también sé lo que piensan ─“bobo”, “inútil”, “débil”, “malgasto de oxígeno”, “razón por la que mamá se fue”, “enano”, “raro”, “loco”, “siempre estarás a la sombra de tu hermano”─. Pero además de eso, también tengo en claro que a ti te da asco la cicatriz que me cruza la mitad de la mejilla ─hizo énfasis pasándose una mano por el rostro─. Así que hazme un favor y cállate.

     Sabía que no debió hablarle así, era una dama después de todo. Pero estaba enojado, herido, frustrado. Llámenlo idiota o romántico sin remedio, porque Gerson Contreras se había imaginado otra situación. Nunca pensó que una chica de diecisiete años le robaría su primer beso a los doce.

     Julio, 2017.

     El olor a hojas y ramas quebradas inundaba su sistema, sentía que se ahogaba. También sentía otro olor, como a metal y brisa de mar, húmedo y repugnante. Al mover la cabeza sintió un pinchazo de dolor recorriendo toda su columna vertebral ¿Qué había pasado?

      “Eres débil, por eso mamá se fue. Y me dejó aquí, contigo.”

     ¿Por qué recordaba eso en ese momento? Abrió los ojos con pesadez y dolor. Estaba en su auto. Su Camry ahora estaba destrozado, chocado contra un árbol de pino. Los vidrios y demás restos del auto milagrosamente no le habían perforado el cráneo ni órganos importantes. Aún así sentía un dolor inmenso en una de sus piernas.

No Estamos Locos, Somos Más Que EsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora