Carlos estaba destinado a estar en la vida de Olivia Garavani. El 5 de agosto de 1999 Gabriella Garavani y Reyes Vázquez de Castro estaban dando a luz en el Hospital Materno Infantil Gregorio Marañón, en Madrid España.
Gracias a ese suceso, sus madr...
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Le Castellet, Francia - junio 19, 2021
POV Olivia
La clasificación de Carlos fue pésima. Creímos que era un problema de agarre de frenos lo que lo hizo quedar en décimo cuarto puesto. El se tendría que quedar reunido con su equipo para evaluar la estrategia que usarían el día de mañana en la carrera. Así que nos despedimos para cenar con Ana, no sin antes despedirme propiamente de Carlos.
Dijo que si podía revisar rápidamente algo con él en su cuarto descanso. Extrañada acepté para llevarme la sorpresa de Carlos tomándome del rostro cuando cerré la puerta de la habitación y plantándome un apasionado beso.
—Necesitaba eso.—Dijo Carlos cuando nuestro labios perdieron contacto.—Y claro que no me iba a ir sin un beso tuyo antes.—Acarició mi cabello.
Había notado eso, que le gustaba jugar con mi pelo, olerlo también, decía que olía a sandía y era de sus olores favoritos en el mundo.
—Te irá bien mañana.—Acerqué mi frente a la de él.—Y si no, siempre puedes mejorar para la próxima carrera.
Se alejó lo justo y necesario para mirarme a los ojos y juntar nuestros labios nuevamente.
Salí feliz del cuarto de descanso de Carlos para ir con Ana. Decidimos cenar en mi hotel para que no tuviera que pedir un auto tan tarde. El vino blanco fue el ingrediente de la noche y tal vez Ana se puso un poco más juguetona y alegre de lo que normalmente era.
—En serio que estás viviendo la vida Olivia, creeme.—Ana dijo tomando otro sorbo de su copa.
—Solamente es trabajo.
—Pero no puedo creer que no hayas aprovechado a follarte a algún mecánico o ingeniero del equipo, es decir...—Le dio otro sorbo a su copa.—No es como si lo vuelvas a ver ¿no?
Yo bebí un poco de mi copa, tal vez una copa era suficiente para mí.
—Creo que ya bebimos suficiente por hoy ¿no crees?—Aparté la botella de vino de su vista.
Llamé la atención del mesero que nos atendía para que nos trajera la cuenta y se llevara lo que restaba de la botella de vino.
—Dividiremos la cuenta ¿no es así?—Le dije a Ana.
Ella negó rápidamente.
—La cena va por mi cuenta, déjate de rollos tía.—Ella sacó de su bolso su billetera.
—Ana, siempre haces esto.—Ana seguí negando con la cabeza.—Déjame pagar esta vez.
Ana rodó los ojos divertida y siguió negándose, rápidamente sacó su tarjeta de la billetera y se la entregó al mesero diciendo "Cargalo todo a esta".
—Bueno, debo confesarte que cuando tu estuviste en el garage viendo la clasificación, yo me escabullí un rato al paddock y resulta que me encontré con uno de los desarrolladores de negocios inmobiliarios con el que estuve trabajando hace unos meses ¿recuerdas que te dije?
