Carlos estaba destinado a estar en la vida de Olivia Garavani. El 5 de agosto de 1999 Gabriella Garavani y Reyes Vázquez de Castro estaban dando a luz en el Hospital Materno Infantil Gregorio Marañón, en Madrid España.
Gracias a ese suceso, sus madr...
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Madrid, España - enero 11, 2020
Carlos POV
Veía como todos los invitados estaban tomando asiento en uno de los salones del museo que habían designado para la lectura del libro de Evelyn. Con la mirada traté de localizar a Ana o a Olivia mientras seguía conversando con Maxine y otro grupo de escritores que había identificado como amigos de Evelyn.
Disfrutaba de la charla pero me preocupaba de Olivia. Sí, tal vez había sido un error haber aparecido de esa forma, pero solo quería un momento a solas con ella para disculparme y ver como estaba. Había sido un patán con ella, pero en el fondo sabía que Olivia era una persona importante para mí y para mi familia.
Ya habían pasado dos años casi y para entonces tal vez Olivia había terminado con los sentimientos que tenía hacía mi. Ella tenía su vida en París, suponía que algún francés se le hubiera propuesto para alguna cita. Pero se sintió extraño después de pensar eso porque había odiado la idea en cuanto aterrizó en mi mente. "Ella saliendo con otro chico", en mi mente resonó que no cualquier hombre merecía el alma que tenía Olivia. Reconocía que me había sentido celoso, pero supe al instante que era algo que no me podía permitir sentir, no mientras tuviera novia.
—Creo que deberíamos ir ya a tomar nuestros lugares.—Uno de los amigos de Evelyn habló sacándome de mis pensamientos.
Todos los del grupo miraron al resto de invitados tomando sus respectivos lugares y ellos mismos hicieron lo mismo.
Seguía buscando a las mejores amigas, y al estar la mayoría de invitados ya sentados pude divisar a Olivia saliendo de un cuarto pequeño a la orilla del salón y tomando lugar en una de las primeras filas. Y aunque lo intenté, no pude acercarme a ella, así que decidí esperar a que la noche terminara. Si todo salía bien, tal vez Olivia se fuera de camino a casa con Ana.
Sin prestar mucha atención, estuve presente la media hora completa que Evelyn tardó en leer los cinco primeros capítulos de su libro. No podía concentrarme del todo sin estar viendo de reojo el cabello rubio de Olivia que caía de manera agraciada en una media coleta. Pensaba mucho en lo que le diría y así mismo se me aceleraba el corazón cada que pensaba en lo que ella podría decir.
Agradecí en silencio cuando la lectura terminó y pude dirigirme al pequeño bar que habían puesto en el salón. Un buen whisky con agua mineral me caería bien para relajarme. Mi yo ebrio es mejor para estas situaciones. Lo había comprobado el fin de semana después de la graduación de Ana y Olivia, para tratar de superar cualquier sentimiento que me había estado atormentando durante la semana, el viernes por la noche salí a un bar y no me atreví a hablar con ninguna mujer hasta que dejé pasar tres shots de tequila por mi garganta. Esa noche dormí con una rubia a mi lado, pero no la que yo en verdad deseaba.
—¿Dónde te habías metido?—Ana apareció de repente con una copa en sus manos y un rostro de pocos amigos.—Te estuve guardando un lugar junto a mí y Olivia durante la lectura.
