Día 7

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Christian ya se ha ido, las chicas siguen en Barcelona, mi padre no para de trabajar e ir a la clínica a saber cómo está mi madre y mi madre sigue sin querer ver a nadie. ¿Y yo? Yo sigo aquí, en casa el mayor tiempo y sola. Mirando el móvil constantemente por si alguien se acuerda de mi. Pablo no ha dado señales de vida, supongo que ya no sabrá ni quien soy. Anoche le envié un whatsapp que decía: "ya no me queda nada" pero se quedó sin respuesta. No sé que es lo que espero de él, sinceramente es un desconocido y... bueno, no va a estar.
Me he pasado la mañana limpiando, mi padre es un pequeño desastre de la limpieza, parece que limpia pero en realidad no acaba de estar limpio aunque agradezco que lo intente. Me he preparado un gazpacho fresco para comer y he dejado un poco para que mi padre se lo tome cuando venga, seguro que no le apetece cocinar. A veces no sé cómo aguanta todo el día trabajando. Sale a las seis de la mañana de casa y vuelve, con suerte, a las diez de la noche. Dieciséis horas trabajando, y eso con suerte. Supongo que, en parte, le hace falta desconectar de toda la mierda. Estoy tan agradecida de tener un padre como el que tengo... Los fines de semana con él, sin duda, son los mejores. La última escapada que nos hicimos fue a un camping que tiene un lago cerca en un pequeño pueblo cercano. Fuimos a pescar, paseamos y hablamos. Con él siento que puedo hablar de todo pero la falta de tiempo no me permite mucho.
Me suena el móvil y veo que es Christian.

-¿Si? -digo respondiendo-.
-Buenos días, le llamaba de Jazztel por un recibo pendiente que tenemos a nombre de Anna López, ¿es usted?
-Sí, soy yo -digo siguiéndole el royo-.
-El recibo es del mes de Mayo.
-Pues que curioso porque nos cambiamos de compañía telefónica en Marzo, al acabar el contrato con su compañía.
-Emm -dijo nervioso- No me consta ese cambio de compañía, señorita López.
-Christian, ¿vas a seguir mucho tiempo con esto? Lo digo porque tengo tu número guardado y deberías haberlo puesto oculto y eso...
-Podrías haberme cortado antes, ¿sabes? -dijo haciéndose el ofendido-. ¿Qué tal estás?
-Ahora te acuerdas más de mi que cuando estaba en Barcelona que ni me llamabas.
-Ahora me necesitas y tiendo a estar ahí. No me has contestado, no te hagas la loca.
-Se me cae la casa encima, Christian, no te lo voy a negar. No llevo ni dos días aquí y este es mi pueblo, aquí llevo toda la vida y, a veces, siento que si no estuviese aquí podría tener la misma vida en cualquier parte, ¿sabes?
-¿Y yo qué? -suspiré- ¿No me echarías de menos?
-Vamos, Christian, claro que te echaría de menos pero... tengo veinte años. Veinte años aquí y me echarían de menos cuatro personas y si eso.
-Anna, ojalá algún día llegues a entender que no es cuestión de cantidad si no de calidad. A veces es mejor que alguien te quiera de verdad a que veinte mil te quieras con peros.
-Christian, ¿por qué sigues a mi lado después de lo que pasó cuando te declaraste? -pregunté con miedo-.
-¿Qué pasó? Me dijiste que tú no sentías lo mismo, que no me veías de la misma forma y que sentías hacerme daño, no pasa nada -dijo entre risas-.
-Nadie debería rechazar a alguien como tú.
-¿Y a ti si? ¡Si eres perfecta! Eres atenta, divertida, alegre, luchadora, tienes unos ojos en los que adentrarse y perderse y tienes los detalles más tiernos del mundo. Y, aunque no estás 24 horas encima de una persona haces que la persona sepa que estás siempre ahí, para lo bueno pero, sobretodo, para lo malo -nos quedamos los dos en silencio un tiempo-. Enana, me llaman, nos vamos a tomar unas cervezas. Te quiero mucho, no lo olvides -y colgamos-.

Muchas veces pensé en lo fácil que sería si yo sintiese algo por él. Siempre tan atento conmigo, hacía las cosas tan sencillas que todo era un poquito mejor. La de veces que estuvo cuando ni yo quería estar... ¿Por qué no podía quererle como él me quería a mí? Me senté en el sofá y me puse una película que me habían recomendado hace mucho, mucho tiempo, "Divergente", cogí palomitas con chocolate y estuve viéndola.
Cuando acabó, preciosa, por cierto, me fui a la cama. Ya llegará mi padre.

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