Emil

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"revolutionaries wait
for my head on a silver plate,
just a puppet on a lonely string,
oh, who would ever want to be king?" viva la vida, coldplay.

***

Era de día, pero no se había dormido. Aún luego de tantas visitas a Ilardya no podía acostumbrarse al horario de sueño de sus habitantes. Estaba en el balcón de la habitación que siempre se le entregaba para sus estadías en la Mansión, terminando su copa, que minutos atrás estaba llena de una bebida espesa color uva. Quería dejar de pensar, pero seguía con el corazón en la boca luego de todo lo sucedido en las horas posteriores a su llegada al Reino de la Luna. Sus emociones seguían a flor de piel y su cabeza daba mil vueltas.

Tomó la jarra que estaba en la mesita de té y se sirvió lo que sería su segunda copa de vino. La alzó para observar el líquido que había dentro y comenzó a beber, perdiéndose por unos momentos en las burbujas que explotaban al llegar a sus labios.

-¿Cuántas copas has bebido ya?-La voz de Ezra lo sobresaltó. Se dio la vuelta para encontrarse a su hermano con su ropa de dormir y con el cabello alborotado. Lo miraba con cara de preocupación y algo de frustración, como si le quisiera arrebatar la copa de sus manos y mandarlo a dormir.

El Rey no contestó, sintiéndose algo culpable. En cambio se fijó en el sol, que ya estaba en su punto máximo. Bastian, él, Zelos y los Viejos Sabios tendrían una reunión al anochecer, para hablar sobre la posibilidad de mover los preparativos para el Aniversario a otro lugar o posponerlos por unos días, pues con el temporal que estaba haciendo de seguro se iban a congelar durante la Fiesta. Aún no nevaba, era como si las nubes se estuvieran conteniendo. Emil se preguntó vagamente por qué, antes de darse la vuelta y ofrecerle una copa a su hermano.

-Sabes que no me gusta tomar.-Le reprochó el mayor que se estaba acercando a su cama para taparse un poco, de verdad hacía mucho frio. El Rey casi no lo sentía ya que el alcohol lo mantenía caliente. –Te vas a enfermar si sigues estando al aire libre así de desabrigado.-Emil sonrió, su hermano podría haberse casado con el Rey de otra nación, haber tenido un hijo y vivir la mayoría del tiempo alejado de él, pero aún veía a Emil como lo que era, su hermano pequeño. Se acercó a él, dándose cuenta que había comenzado a temblar y abrazando al mayor. -¿Qué sucede?- Le preguntó Ezra, que lo conocía muy bien y sabía que el Rey no podía dormir por culpa de sus pensamientos. Así que no tuvo que pensarlo dos veces antes de contestar.

-No quiero pasar por otro Proceso.-

Ezra suspiró, seguramente se imaginaba que era eso lo que al Rey lo tenía así. Ezra y Gavril eran los únicos a los cuales les había hablado sobre el tema.

Siempre, incluso de pequeño cuando tomaba sus clases con tutores particulares, le habían dicho que algún día tendría que casarse con una mujer y tener hijos para preservar el nombre de su familia y seguir con la línea de sucesión del trono. Era la única regla que tendría que seguir al pie de la letra por siempre. No podía revelarse y decidir reinar sin pareja o no tener hijos. Cuando tenía doce años solía pensar que era pan comido, solo tendría que encontrar una chica que le gustara y que ella gustara de él y ya. Pero claramente ese Emil era muy inocente e idiota, pues las cosas nunca eran tan fáciles. Sin embargo, la idea nunca le desagradó, le agradaban los niños. Cuando Gianna y Alistar anunciaron que estaban esperando un bebé él se puso muy contento y su pecho se llenó de calidez, estaba emocionado y feliz por ellos. Cuando veía a Oliver junto a su hermano se le encogía el corazón y deseaba poder tener algo así en el futuro. Pero ese era el problema. No podría. Y no podría porque no tenía idea de cómo dejar de amar a la persona con la que intentó una relación y falló. Porque Elyon no quería un puesto que la encasillara y él jamás podría obligarla, porque lo suyo no funcionó y él perdió la oportunidad de encontrar la felicidad que tanto deseaba.

hasta el sol y la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora