Emil

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"it's me,
hi!,
i'm the problem, it's me,
at tea time, everbody agrees.
i'll stare directly at the sun but never in the mirror,
it must be exhausting always rooting for the anti-hero" anti-hero by taylor swift.

***

Las pequeñas manos del bebé agarraban su dedo con aprensión mientras sus ojos grandes y acaramelados no dejaban de absorber los colores y las formas delante de él, completamente absorto en el mundo que lo rodeaba. Sus piernitas no dejaban de moverse, pateando suavemente mientras lo mecía de un lado a otro, a paso lento y seguro, sosteniendo su cabeza para darle un mayor soporte.

Aún se sorprendía de lo pequeño que era, hace algunas semanas había cumplido nueve meses, pero no lo aparentaba, todavía lo veía del mismo tamaño que la primera vez que lo sostuvo en brazos. También seguía sorprendiéndole lo parecido que era a su madre, el mismo color de ojos y piel, sin haber heredado ningún rasgo físico de su padre, aunque suponía que era lo justo, ya que era ella quien había hecho todo el trabajo de darlo a luz.

El pequeño Zev comenzó a reír, distraído por los movimientos de las hojas de los árboles mientras él le devolvía la sonrisa, dejando que esta le llegara a los ojos, la brisa del verano los envolvía a ambos. Realmente era muy tranquilizador tenerlo en brazos, su cuerpito no pesaba casi nada y por lo general se dormía al instante.

Se encontraban en el jardín trasero de la casa, alejados del resto. Había decidido llevárselo afuera para distraerse. Al niño le gustaba estar al aire libre, siempre miraba al cielo con ojos soñadores, expectante y al Rey de Alariel le agradaban los bebés. O tal vez solo Zev, que era el niño más pacífico que había visto jamás en su vida. Había conocido otros pequeños, hijos del personal del Castillo, hijas de profesoras, pero nunca había experimentado de primera lo que significaba sostener uno en brazos de esa forma, cuidando de no hacer ningún mal movimiento para asegurar su bienestar, pendiente de no hacer algún sonido que no fuera el adecuado. Era completamente aterrador y fascinante al mismo tiempo.

Cuando Zev nació, recordaba que no tenía idea de qué hacer, no se sentía preparado para nada y se abrumaba de los nervios, pero lo adoró desde el primer momento que lo vio y comenzó a empaparse de información en la biblioteca del Castillo.

Quería ser un buen padrino.

Escuchó pisadas detrás de él y vio a Alistar acercarse a donde se encontraba.

El hombre sonrió cuando vio a su hijo en brazos del Rey, observando las nubes que adornaban el cielo celeste.

-Gianna preguntó por ti. –

Emil asintió, aun sonriéndole al pequeño.

-¿Sabes algo sobre Bastian y Ezra?, se supone que ya deberían haber llegado. –

-Sé que tenían una reunión en el colegio de Oliver. – Extendió los brazos para sostener al bebé mientras Emil lo depositaba con cuidado en sus manos. -¿Sucede algo? Te ves preocupado. – Comenzó a mecerlo mientras Zev agarraba uno de sus cabellos, poniéndoselo en la boca.

El Rey negó con la cabeza. -Solo estoy cansado. –

Alistar asintió, con un atisbo de una sonrisa en los labios y Emil le devolvió el gesto. Le agradaba la cercanía que habían logrado tener. No es que se llevaran mal anteriormente, simplemente no tenían nada en común, más que su amistad con Gianna y Bastian. Pero con la llegada de Zev su relación se hizo más cercana, al ser el padrino, los visitaba al menos una vez por semana, ayudando en lo que podía y manteniendo conversaciones de apoyo con ambos, en caso de que lo necesitaran.

Bastian le había comentado una vez que, según él, era una excusa para estar lo menos posible en el Castillo del Sol. Emil se enojó tanto con el Rey que no le dirigió la palabra por un mes entero.

hasta el sol y la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora