Emil

29 2 0
                                    

"I've struggled for years
and through all of the tears,
I've faced the doubts i hide,
i never gave into my fears deep within,
'cause i heard my voice inside,
i know i was born for this
i know i was born for this" born for this by the score.

***

Emil recordaba que lo que más quería en el mundo cuando era pequeño era crecer y convertirse en el Rey de Alariel.

Recordaba cómo ansiaba el momento de poder usar la Corona Real y ser querido por su pueblo, recordaba las charlas que tenía con su madre sobre su gente y lo que significaba reinar una nación como Alariel, incluso si él era muy pequeño para entender algunas cuestiones, amaba escucharla hablar con tanto orgullo y emoción sobre el puesto que él ocuparía en un futuro lejano mientras la miraba con ojos llenos de anhelo. Oh sí, porque Emil deseaba ser Rey tanto como un niño desearía tener juguetes nuevos, pero él sabía muy bien que serlo significaba que la vida de su madre acabaría, por lo que estaba feliz con esperar décadas para que eso sucediera.

Pero claramente, el universo o Helios, le arrebataron esa añoranza y a la corta de edad de dieciocho años se vio obligado a cargar con el puesto con el que había soñado desde que tenía memoria.

Al principio cuando aún era ingenuo y estaba lleno de esperanzas, Emil no se había permitido pensar en la idea de gobernar Alariel, bloqueaba esas ideas y las escondía en algún rincón de su mente para no prestarles atención mientras intentaba encontrar respuestas sobre el paradero de su madre, por lo que escuchaba las reuniones del Consejo por la mitad jugueteando con su anillo hasta que Zelos carraspeaba la garganta y lo forzaba a enfocarse en el presente. La idea de que en unos meses tendría que ser él quien tomara decisiones y dirigiera reuniones lo hacían sentirse enfermo, porque jamás pensó que iba a convertirse en Rey tan temprano, jamás pensó que su madre se iría de su lado sin siquiera dirigirle la palabra. Y es que era algo tonto de pensar, todo el mundo sabía que para que haya un nuevo monarca, el anterior debe morir, pero Emil estaba seguro que eso pasaría cuando ya hubiese aprendido todo lo que necesitaba saber, cuando su madre se convierta en una mujer anciana y se deje ir a descansar con Helios de forma natural, no siendo aplastada por rocas gigantes en una Batalla sin sentido.

Si Emil tuviera que ser sincero, admitiría que jamás se le hubiese pasado por la cabeza pensar en que algo podría pasarle a su madre, la sola idea sonaba irreal y absurda. Porque para el chico de diecisiete años era imposible que su madre, la Reina Virian Solerian, fuera incapaz de no resolver cualquier problema, para él, ella era invencible, como si fuera la persona más poderosa y perfecta del mundo entero. Como si fuera incapaz de hacer algo erróneo o dejarlo solo.

Pero no tenía idea de lo mucho que se equivocaba, por lo que un día tuvo que esconder sus emociones, dejar de lado su inmadurez y enfrentarse a la cruda verdad. Esa que le quitó todo en un abrir y cerrar de ojos, la cruda verdad que compartía apellido con quien ahora era su cuñado y padre de su sobrino, la cruda realidad que lo tomó de los brazos para gritarle en la cara que daba igual lo que él hiciera o lo mucho que se esforzara porque siempre habría alguien a quien le iba a fallar.

Porque eso era lo que había hecho, parecía lo único que sabía hacer desde la Batalla en la Isla de las Sombras, fallar, fallar y fallar. A su madre, a sus amigos, a Elyon. Los había perdido a la mayoría en ese día porque él no había podido evitar fallarles.

Y fue esa misma verdad la que lo acobijó en sus brazos para decirle que no iba a dejarlo, porque lo seguiría hasta que él mismo muriera, porque era una verdad espantosa y llena de violencia, pero era una verdad al fin y al cabo. Era una verdad que él no podía evitar, así que el día de su boda la enfrentó con una máscara en su rostro, una que se prometió a sí mismo que jamás iba a quitarse, daba igual lo infeliz que fuera, ser Rey era algo que iba a ejercer de manera correcta y orgullosa, porque así lo hubiese querido su madre y así lo había soñado él mismo. No iba a fallarle a su pueblo, no cuando su deber era lo único que le quedaba.

hasta el sol y la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora