Emil

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"do u know,
i could break beneath the weight
of the goodness, love, i still carry for you?
that i'd walk so far just to take
The injury of finally knowing you" unknown/nth by hozier

***

Si su reloj no le mentía, ya llevaba al menos dos horas en el mismo lugar, estancado.

Su idea inicial era irse de Ilardya lo más rápido posible, caminar hasta el centro de la ciudad y alejarse de ella y todo lo que su presencia conllevaba.

Pero por alguna razón, no había sido capaz de caminar más de diez minutos antes de detenerse.

Había comenzado a aminorar su paso a medida que se alejaba del granero, como si una fuerza superior le impidiera continuar, así que se detuvo y se sentó sobre una roca posando ambas manos sobre su rostro. Sabía que se estaba perjudicando a sí mismo al no marcharse inmediatamente del lugar, sabía si se quedaba, cometería un error. Pero se sentía incapaz de alejarse. Incluso cuando comenzó su partida, había decidido no prestarle atención a esa voz en su cabeza que le imploraba regresar con cada paso que daba, pero fue en vano.

Había intentado retomar la marcha unas cinco veces, pero cada vez que se levantaba para comenzar a caminar, lo hacía en círculos, con una mano sobre la nuca, pensando, pensando, pensando. Luego de algunos minutos, se rendía y volvía a sentarse.

Aún no podía realmente entender lo que había sucedido la noche anterior. No solo había vuelto a verla, a escuchar su voz y ver su sonrisa, sino que también se había embriagado y habían terminado por discutir.

Levantó un poco la cabeza y divisó la choza a lo lejos, entre el trigo y los árboles. Pensó en que solo tenía dos opciones.

Volver a Alariel con la angustia carcomiéndolo por dentro, sin respuestas ni soluciones. O regresar al granero y hablar.

Suspiró pesadamente y supuso que el nudo de su garganta iba a terminar por ahogarlo si no hacía nada al respecto. Necesitaba... solo algunos minutos. Cuando acabaran de charlar (o discutir, lo que sea que suceda primero) volvería a Alariel e intentaría una vez más, dejar todo atrás.

Volvió a suspirar y comenzó a caminar hacia ella de nuevo, sacudiendo levemente la cabeza. Irremediable, si se lo preguntaban.

Mientras recitaba mentalmente lo que tenía planeado decir, escuchó en su lado izquierdo el sonido que esa misma mañana casi le había dado un infarto del susto.

Una cabra. El animal se encontraba detrás de él, caminando mientras mascaba unas tiras de trigo. Recordó con horror cómo se había despertado con el grito del animal en la oreja, que había decidido asustarlo mientras hacía ruidos y lo observaba detenidamente cuando él dormía hasta que al fin despertó y la tuvo a pocos centímetros de su rostro. Se hubiese reído de sí mismo de no ser que aún tenía resaca y la cabeza le dolía.

-¡Shu!, vete. –Le incitó.

La cabra, obviamente, no se movió.

Emil puso los ojos en blanco y siguió su camino hasta chocarse de nuevo con el granero. Lo rodeó y la divisó a ella.

Elyon se encontraba arrodillada en frente de un arbusto de flores silvestres junto a una pequeña canasta. El cabello color ceniza le caía con gracia por la espalda y la cintura, esparciéndose por el suelo como si fuera líquido. La noche anterior no se había percatado de lo largo que lo tenía. Ahora lo llevaba semi recogido con dos trenzas desarregladas a los costados y un pañuelo celeste. Su falda azulada se mezclaba con la tierra del suelo y sus manos blancas recogían distraidamente diferentes raices. La vista era una que deleitaba sus ojos.

Puso ambas manos en sus bolsillos y se preparó para hablar. Pero al abrir su boca, nada salió de ella. Cerró los ojos un segundo y volvió a respirar hondo. Cuando los abrió, carraspeó suavemente la garganta, pues no quería asustarla.

hasta el sol y la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora