08

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Llevaba despierto desde las tres de la madrugada, y las dos tazas de café que llevaba dentro no le ayudaban en absoluto con todo el sueño que estaba sintiendo. Odiaba tener que grabar tan temprano, pero sobre todo odiaba grabar al aire libre, pues el frío y la oscuridad no ayudaban en nada a su ánimo.

Ya eran las cinco de la mañana, el cielo estaba un poco más iluminado pero aún no habían señales del sol, el frío había disminuido un poco y el café que se había tomado hace minutos lo mantenía caliente por dentro.

Aún así, solo quería meterse en su cama a dormir.

O mejor dicho, a llorar.

Los días seguían pasando, pero el malestar dentro de él no desaparecía por nada, solo se volvía cada vez más pesado e incómodo. Había llorado un par de veces, intentó evitarlo pero llegó un punto en que no pudo más y las lágrimas no dejaron de salir de sus ojos.

Y todos los momentos junto a él se repetían en bucle, haciéndolo sentir más miserable de lo que ya era.

Roier le había enviado varios mensajes, pero solo le contestó que estaba bien y muy ocupado, que hablarían cuando tuviera un descanso. La verdad es que no se atrevía a hablarle después de cómo lo trató, mucho menos se atrevía a confesarle lo que había escuchado.

¿Cómo le diría que se había hecho ilusiones por nada?

A Luzu no le había hablado desde aquel día, y era mejor así, ya que estaba seguro que si escuchaba su voz dirigida hacia él solo se sentiría peor y terminaría por quebrarse frente a todos, y no pensaba dejar que eso sucediera.

Le daba vergüenza que la gente lo viera llorar por cosas personales.

Por momentos durante las grabaciones se sentía deprimido, como si toda la tristeza del mundo le llegara de golpe y lo dejara incapaz de hacer algo, aprovechaba esos momentos para tomarse un descanso y esconderse en el baño, alejado de todo aquel que pudiera juzgarlo.

No quería ser juzgado, mucho menos mostrarse débil frente a la gente que lo rodeaba.

Pero debía admitir que extrañaba a Luzu, y eso lo hacía sentir peor. Extrañaba girarse a mirarlo y que este le sonriera, extrañaba las conversaciones de camino a casa y cuando se tomaban un descanso para comer algo juntos.

Después de todo lo que le costó acostumbrarse a él, debía acostumbrarse a estar sin él.

Había pensado en insistirle a su padre para que lo despidiera, pero eso significaría que otra persona sería contratada, y quería evitar eso a toda costa, así que desechó la idea. Aún después de lo ocurrido, prefería que Luzu fuera quién estuviera a su lado y no otra persona.

Porque, a pesar de estar distanciados, se sentía seguro con él.

—¡Corte!

Se sobresaltó y parpadeó un par de veces al escuchar el grito, observó hacia el frente y al ver el rostro del chico entendió lo que acababa de ocurrir.

Se había quedado quieto otra vez.

—Lo siento— Se disculpó mirando al director, quién lo miraba de vuelta con rostro de pocos amigos. Observó a Rubius, notando su mueca de tristeza mientras sostenía contra sí la tabla portapapeles que siempre tenía encima —Volvamos a grabar.

—¿No quieres descansar?— El chico lo miraba con preocupación —Podemos hacerlo si necesitas leer tus líneas.

—No es necesario, mejor sigamos grabando para terminar rápido.

—Sí, ya no soporto más este maldito frío.

Ambos se sonrieron, antes de retomar sus posiciones.

Célebre  [Luckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora