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—Así que, ¿Todo bien entre ustedes?

El frío se había vuelto rutinario, normal para la época del año. Aunque siendo sincero, Luzu siempre sintió la ciudad fría, en el clima y en el reflejo de la mayoría de personas que llenaban esta.

Individualistas, narcisistas, siempre velando por el bien propio y nunca capaz de extender una mano a quién la necesita. Haciendo hasta lo imposible por escalar en la pirámide, sin importarles si debían pisotear al resto para lograr sobresalir en algún ámbito.

Para su suerte, las personas que lo rodeaban eran, en su mayoría, lo contrario. Se consideraba suertudo en ese aspecto, no todos tienen el privilegio de rodearse con personas buenas de corazón, amables y que realmente se preocupan por quienes los rodean.

Justo como en ese momento, donde se encontraba fumando fuera del set junto a Rubius.

—Sí, por fin— Contestó, acompañado de unas risillas —No creo que hayan más problemas entre nosotros.

—¡Al fin!— Rubius estiró ambos brazos hacia el cielo —Mis plegarias fueron escuchadas por primera vez, aleluya.

Ambos se miraron antes de explotar en risas, volviendo a fumar.

—En varios momentos pensé que no lograría llegar a este punto, que todo terminaría mal y que renunciaría.

—Yo también lo pensé— Rubius llevó el vape a su boca, y exhaló antes de volver a hablar —Te veías tan tímido y no conflictivo el primer día, dejando que Quackity te tratara tan mal, creí que no soportarías una semana a su lado.

Luzu exhaló el humo mentolado de su boca, viendo como desaparecía frente a él. Rubius tenía razón, pasó por mucho y tuvo que soportar malos tratos que no merecía, miradas de desprecio por parte de personas del staff y de algunos actores, incluso escuchó a varios hablar tras su espalda, exclamando cómo sentían pena por él o apostando cuánto tiempo duraría trabajando para Quackity.

En repetidas ocasiones escuchó a Rubius defenderlo, aunque eso provocara que se peleara con otros. El peliblanco siempre estaba dispuesto a defender a sus amigos a capa y espada, sobretodo de comentarios maliciosos provocados por la envidia.

Como de costumbre, Luzu hizo oídos sordos a los malos comentarios e ignoró el dolor que estos le provocaban, y se concentró en hacer su trabajo, acercarse a las personas que eran buenas con él y en esforzarse por ganarse el corazón del menor. 

—Quackity habló contigo ya, ¿No?

Luzu lo observó y levantó una ceja.

—¿Sobre qué?

Rubius lo miró en silencio unos segundos, decidiendo qué decir. Quería preguntar, se moría de ganas de preguntar si ambos habían aclarado ya sus sentimientos o no, pero creía que si Quackity no le había contado nada era porque nada pasaba aún.

—Olvídalo.

—Pero dígame, ¿Qué tiene que decirme el señor Quackity?

—Sí Rubius, cuéntanos qué tiene que decirle Quackity.

El nombrado ahogó un grito de sorpresa, y lentamente se giró en dirección a la voz, encontrándose con el rubio de brazos cruzados, una sonrisa gigantesca en el rostro y su pie golpeando el suelo repetidas veces. Sonrió avergonzado, exhalando el humo antes de hablar

—¿Tú no estabas grabando?

—Ya terminé, duh— Contestó, antes de respirar con fuerza y arrugar el ceño, tapando su nariz con su mano —Estaba buscándolos a ambos, pero más especialmente a Rubius.

Célebre  [Luckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora