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Se encontraba en el mismo camerino que la vez pasada, incluso estaba sentado en el mismo lado del sofá, con sus manos juntas y la curiosidad recorriendo su cuerpo al completo. Quackity se había escondido detrás del biombo para cambiar su atuendo por el que necesitaba usar para actuar, pero antes de salir había pedido que todos abandonaran la habitación.

Todos, menos él.

Y eso era lo que más le sorprendía de todo.

Gracias a la conversación que habían tenido, las cosas entre ellos se habían calmado un poco más. Le había servido a ambos para dejar salir las bolas de emociones que tenían atrapadas, y a pesar de que fueron interrumpidos, habían logrado el cometido.

Ese mismo día, cuando se hizo de noche, Quackity lo buscó antes de irse a dormir para terminar la conversación. Se sentaron en la terraza del patio trasero y dejaron salir las últimas palabras que se habían quedado dentro de cada uno. Luzu volvió a recalcar que no quería ser una molestia, y pidió que se le diera una oportunidad de demostrarlo, Quackity aceptó y pidió disculpas otra vez por su mala actitud, y prometió poner todo de sí para dejar la incomodidad atrás.

Y sinceramente, le alegraba ver resultados positivos.

—¿Se fueron todos?

Volvió a la realidad, y dejó salir un sonido afirmativo. Con calma, Quackity salió de su escondite, dejándose ver en el atuendo que tanto lo aterraba.

Llevaba unos jeans anchos, un cinturón negro y un montón de cadenas colgando de sus bolsillos. También vestía una camiseta blanca sin mangas, dejando al descubiertos sus brazos, los cuáles eran adornados con un par de pulseras.

—¿Me veo muy ridículo?

Luzu era una piedra, moviendo solo los ojos para encontrar cada detalle del atuendo. Nunca lo había visto vestido de esa manera, no era su estilo para nada, por eso se encontraba tan sorprendido al ver lo bien que se veía fuera de su estilo diario de vestir. Sin duda, Quackity podía ponerse una bolsa de basura y sería el hombre más lindo a los ojos de Luzu.

Y ese pensamiento lo sorprendió.

—Se ve...diferente.

—No intentes disfrazar la verdad— Le reclamó, caminando hasta el espejo para verse mejor —No me queda bien, me veo ridículo, las cadenas suenan y pesan, y la tela extra de los jeans no deja de molestarme al caminar.

Quackity seguía mirándose en el espejo, y no se reconoció. Ya no era solo el cabello, ahora también era la ropa de usaba, y puede ser que estuvieran siendo dramático por el cambio, pero le era tan extraño actuar por primera vez tan fuera de su comodidad.

Se maldijo mentalmente, quizás debió negarse al papel como fue su primera idea. Pero Rubius lo había persuadido para aceptar el rol, hablándole de la fama que conseguiría y que si quería mantenerse relevante tenía que probar cosas nuevas para mantener al público cautivado.

Había leído los comentario por internet cuando la prensa publicó fotos de su nuevo aspecto, encontrándose con personas que alababan su nuevo cabello, otros más interesados en el desarrollo que tendría su personaje, incluso reconoció un par de usuarios que siempre le comentaban lo bien que se veía con cualquier cosa.

Pero aún así, se sentía inseguro de sí en ese momento.

Y sentirse inseguro siendo uno de los protagonistas era una mala idea, debía sentirse seguro de sí mismo para dar una buena actuación y lograr transmitir lo que su personaje debía hacer.

Aunque en ese momento solo quería hundirse en su cama.

—Es un cambio impactante a primera vista, pero no se ve mal. Es cosa de que se acostumbre a verse así, al igual que hizo cuando decoloró su cabello.

Célebre  [Luckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora