Splinter fue arrojado a las alcantarillas.
Leo está en coma.
Luego de la invasión que azotó su hogar, nuestros héroes se vieron obligados a huir con rumbo al norte, a la granja de la familia de Abril. Aquí esperan recuperarse de todas sus heridas, e...
Era una noche preciosa. El viento soplaba con calma acompañado por el suave cantar de los grillos.
Abril y su madre se encontraban sentadas afuera, apreciando el tranquilo ambiente mientras rememoraban los tiempos en los que la pelirroja era solo una niña.
—Desearía que papá estuviera aquí con nosotras—Comenta Abril mirando distraídamente las estrellas.
—También yo. Pero estoy segura de que regresará pronto, y cuando lo haga, estaremos todos juntos otra vez. Volveremos a ser una familia—Asegura la rubia tomándole las manos.
—Si...tienes razón—Dice mirándola. Si tan solo supiera la verdad.
Siguieron conversando y recordando muchas cosas. Mientras tanto, detrás de unos arbustos, Mikey las observaba con mucha atención, sobre todo a la mujer. Había algo en ella que le causaba una extraña sensación. Se acercó un poco más para verla mejor, y sin querer pisó una rama. Como ese sonido era muy común por el movimiento de los árboles, Abril ni lo notó, pero...la señora O'Neil miró en su dirección, al lugar justo donde él se encontraba oculto.
Sintiendo la mala vibra que le dio su mirada, el ninja de naranja salió de su escondite y, sin pensarlo ni un segundo, atacó a la madre de Abril. Y por supuesto, la pelirroja se interpuso al tiempo que su madre salía corriendo al interior de la casa completamente aterrada.
—¡¿Se puede saber qué pasa contigo?!—Cuestiona la chica evitando que fuera tras ella—¿Sabes qué? Olvídalo, no me interesa escuchar tu respuesta—Se va molesta a buscar a su madre para intentar calmarla.
—¡Abril, espera! ¡Puedo explicarlo!—Grita Mikey corriendo tras ella, pero antes de dar un paso dentro de la casa, Raphael lo interceptó en la puerta.
Llamó a los demás y fueron al granero, donde sentaron al pecoso en una silla y, como si de un interrogatorio se tratase, le apuntaron con una cegadora luz que le impidió verlos claramente.
—Mikey. ¿Tú...te atreviste a atacar...a la madre...¡De Abril!?—Interroga Casey furioso.
—¿Acaso se te está secando el caparazón?—Inquiere Raph frunciendo el ceño.
—No confío en ella, hay algo muy raro—Se defiende Mikey mirando a sus hermanos con súplica—Tienen que creerme.
—¿En serio? ¿Cómo aquella vez cuando unos duendes te robaron tus nunchakus y los reemplazaron con dedos de queso?—Cuestiona Leo.
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