Marcas

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La luz solar de mañana del día siguiente, se reflejaba en aquella cortina, tornando la habitación de color amarillento, di un leve estirón a mi cuerpo, vi la hora en mi telefono y pude ver que había despertado temprano por lo que,  me levanté de la cama y fui a tomar un baño mientras mi compañera aun seguía dormida. Sali de aquella ducha, rodeando mi cuerpo con una toalla, vi en el espejo y abrí los ojos cuando recordé las marcas que el profesor O'hara dejó en mi cuello y mis pechos, causándome una sonrisa recordando como las obtuve. Sali del baño y busqué entre mi ropero, alguna camisa de cuello alto. Finalmente encontré la blusa ideal, aunque sabia que no taparía todas aquellas huellas en mi piel, pero serviría un poco. Tomé aquella blusa y unos jeans de mezclilla, fui al baño de nuevo y me cambié.

Al salir ya cambiada, aun andando descalza por  la habitación, fui a despertar sigilosamente a Gwen para que se levantara y se cambiara de ropa para ir a nuestra clase de Bioquímica

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Al salir ya cambiada, aun andando descalza por  la habitación, fui a despertar sigilosamente a Gwen para que se levantara y se cambiara de ropa para ir a nuestra clase de Bioquímica. Obtuve solo quejas como respuesta, pero cuando supe que se había despertado, fui al tocador que estaba en nuestra habitación, donde empecé a cepillar mi cabello. Una vez terminado de alisar mi cabello, maquillé aquellas marcas que aún se hacían visibles por mi piel, usando diferentes bases para cubrirlas. Luego pasé por mi rostro, retocándolo un poco con maquillaje natural.

— Nos vamos? —habló Gwen cuando terminó de arreglarse y asentí y tomé mi chaqueta color beige.

Tomé mi mochila y salimos de la habitación, yendo al aula de Bioquímica, mientras las anécdotas y las risas se hacían presentes en el camino. Cuando llegamos al aula, ya habían alumnos dentro esperando por que llegara el profesor. Me acomode en mi mesa, sacando mi cuaderno y mis bolígrafos para tomar apuntes, hablando con Gwen en el asiento de al lado. El profesor O'Hara entró en el aula con su habitual elegancia y confianza, causando una sutil conmoción entre los alumnos que lo esperábamos. Después de todo, su presencia siempre llamaba la atención.

Sentada en mi mesa, observé al profesor y no pude evitar notar las marcas que todavía se atisbaban en su cuello. Una sonrisa traviesa apareció en mis labios al darme cuenta de que mi huella aún permanecía en su piel. El contraste entre su porte profesional y mis caprichosos chupones no pudo evitar sacarme una risa. Mientras los demás alumnos se acomodaban, mis ojos se encontraron con los de Miguel. Una mirada cómplice y juguetona pasó entre nosotros, revelando el secreto compartido de la noche anterior. Aunque sabía que era necesario mantener las cosas profesionales durante la clase, el recuerdo de lo que había compartido con Miguel seguía resonando en mi mente. Mientras esperaba a que comenzara la clase, la temperatura en el aula parecía aumentar ligeramente.

El profesor O'Hara comenzó a dar la clase de Bioquímica, explicando el tema del día con su habitual dominio y conocimiento. Sin embargo, no podía evitar que mis pensamientos se desviaran hacia la noche anterior y hacia el hombre apasionado que se encontraba justo frente a mi. Mientras los compañeros de clase tomaban apuntes y prestaban atención, mis ojos seguían fijos en Miguel, admirando cada uno de sus gestos y movimientos. Su voz resonaba en mis oídos, pero solo podía pensar en lo atractivo que podía ser en todas sus facetas.

Las miradas entre nosotros se cruzaban, y podía percibir una chispa de nerviosismo en la mirada de Miguel que me causaba gracia. Parecía que la conexión especial que compartíamos había dejado una huella imborrable en ambos. La tensión flotaba en el aire, y aunque sabía que durante la clase debía mantener la compostura, la atracción y el deseo seguían presentes. A pesar de que la materia en sí, me desafiaba a comprenderla en ese momento, había algo en el aura del profesor que te mantenía cautivada. Sus palabras se disolvían en el aire mientras tu mente se perdía en el recuerdo de su voz gimiendo en mi oreja y de sus cálidos y apasionados besos. Miguel, consciente de la conexión palpable entre nosotros, intentaba mantener la atención en la clase, pero su mirada también me buscaba una y otra vez. Era un coqueteo silencioso, una danza erótica que solo nosotros dos comprendíamos, en donde yo mantenía mi vista y mi leve sonrisa justo en él. Pudiendo percibir como causaba cierto sonrojo y pequeñas distracciones en medio de la clase.

Al terminar la clase, empaque mis cosas y me prepare para salir del aula. Antes de irme, decidí dirigirme al profesor con una mirada de complicidad y una sonrisa atractiva. 

— Nos vemos, profesor... —susurre las palabras mientras mi voz resonaba con un tono seductor. La sonrisa en mis labios dejaba en claro mis intenciones mientras él me miraba fijamente con una sonrisa en sus labios.

— Hasta luego, señorita —murmuró él en respuesta, su voz llena de anticipación y deseo. Sus ojos recorrieron a mis labios antes de desviar la mirada hacia la puerta del aula.

Finalmente salí del aula con una sonrisa satisfecha por toda la tensión acumulada entre nosotros. 

El día parecía desvanecerse lentamente, mi mente ocupada en varias cosas a la vez, hacia que el tiempo corría rápidamente, llegando a las inimaginables horas de la noche que ya se hacían presentes. Los chicos salieron a cenar una pizza, invitándome a salir de mi cueva, accedí a ir con ellos, relajando un poco mi mente y descansando de todos aquellos deberes y responsabilidades que cargaba por mis materias. Disfrutábamos los 6 chicos de aquella enorme pizza con queso resaltando y cayendo por las mesas, mientras compartíamos risas y anécdotas sobre cualquier cosa.

Mientras comía un pedazo de mi segunda porción de pizza, mi vista se desvió a la vista de la calle transitada, observando a Harry con unos amigos, al parecer ebrios. Llevaba a una chica  a su lado con un brazo al rededor de ella y observé claramente como reían y como besaba su mejilla a lo lejos a medida que caminaban con aquellos otros chicos y se fueron del lugar donde estaban. Dejé aquel pedazo de pizza en mi plato mientras las voces y las risas de mis amigos resonaban a lo lejos, como si estuviesen desvaneciéndose. Tomé mi cabeza entre mis manos, me sentía confundida y decaída. Se que no debería sentirme culpable por esta situación, por lo que había empezado con Miguel, por este engaño, pero en el fondo dolía pensar e imaginar que él me engaña desde mucho antes que todo esto pasara y no debía de llorar.

— Hey, ____ —Hobie tocó mi hombro haciendo levantar mi cabeza viéndolo atentamente— Paso algo? no terminaste tu pizza... —habló con preocupación y miré mi plato con la pizza medio mordida.

— Ah, no, no, es solo que... estoy llena —sonreí forzosamente.

— Estas segura? Te ves un poco pálida, quieres que te lleve a la habitación? —sugirió y yo negué con la cabeza.

— No hace falta, Hob —afirmé— Es solo el estrés de todos los proyectos que tenemos... Además, comí una hamburguesa hace ratos asi que, estoy mas que llena... —reí levemente y mi amigo esbozó una sonrisa tranquilizante.

— Bien... Pero si necesitas algo, puedes decírmelo —mencionó no muy convencido y yo asentí

— Ahora vuelvo, chicos. Iré a lavar mis manos —hablé y me levanté de la mesa, yendo a los baños. 

Entré y abrí el grifo del lavabo, dejando caer el agua por aquel material cerámico, resonando por toda aquella área solitaria, lavé mis manos y luego mojé mi rostro un poco, tratando de borrar aquel decaimiento que llevaba encima. Tomé una toalla desechable para secar mis manos y mi rostro, dejando ver mi reflejo en el enorme espejo que decoraba el baño. Negaba con mi cabeza aquellos sentimientos confusos. Por una parte, sentía un leve dolor creciendo en mi interior, pensar que los años compartidos como novios se habían ido a la basura de un día para el otro y por otro lado, sentía que realmente no debía de sentirme mal por su engaño, Harry perdió mi interés desde hace un tiempo, antes de que Miguel llegara a mi vida y conducir mis sentimientos hacia aquel hombre. 

Una señora entrando al baño me hizo salir de mis sentimientos repentinamente, tomando otra toalla para terminar se secar mi rostro. Suspiré y tenia que fingir que todo estaba en orden, salí con una sonrisa en mi rostro hacia la mesa donde estaban los chicos, tratando de olvidar todo por un momento, dejando a un lado aquella balanza de emociones que cargaba, mientras seguía disfrutando con los chicos una vez mas.

Debía de poner fin a todo esto y decidir de una vez que es lo que realmente quería.

𝐏𝐑𝐎𝐅𝐄𝐒𝐎𝐑 // 𝐌𝐈𝐆𝐔𝐄𝐋 𝐎'𝐇𝐀𝐑𝐀 +𝟏𝟖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora