Capítulo V: Segunda cita

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La mañana siguiente, día lunes, Edgar se dirigió a su trabajo bastante contento. Seguía sin creer lo que había pasado ayer, y aunque se sentía físicamente cansado, su mente estaba más activa que nunca.

Al llegar, su compañera ya se encontraba preparando todo para abrir. En cuanto lo miró entrar, inmediatamente notó una inusual sonrisa en su rostro. De todos modos, eso no la detuvo de reclamarle por haberla dejado todo el trabajo a ella ayer.

—¡Edgar! ¿¡Cómo demonios se te ocurre irte así!? Griff se molestó conmigo —expuso la peli-blanca.

—Lo siento... Sé que el cierre nos toca a los dos, pero, bueno; no podía dejar a Vivianne esperando afuera... —explicó el chico bastante apenado. Colette se cruzó de brazos y suspiró.

—Tuve que encubrirte, así que me debes una —advirtió mirándolo seriamente. A decir verdad, daba un poco de miedo ver a una chica tan sonriente como Colette así.

—Lo sé, lo sé. Gracias por eso —respondió tímidamente.

Colette lo miró de reojo, y para ella fue suficiente verlo arrepentido para perdonarlo. Era su mejor amigo, después de todo, y comprendía que probablemente lo olvidó por la emoción de ir a su cita.

—Está bien. No me molesta echarte una mano y hacer el cierre, pero para la próxima pídemelo, ¿vale? —sugirió su amiga con una leve sonrisa. Luego, recargó sus codos en el mostrador y le dirigió una mirada intensa al pelinegro—. ¿Y bien? ¿Qué tal te fue? ¡Cuéntamelo todo! —pidió con gran curiosidad y alegría. Edgar se sintió un poco sofocado por aquellas preguntas, pero ya que le debía una a su amiga, no pudo negarse.

Terminó contándole su noche mientras acomodaban todo antes de abrir la tienda. Colette lo escuchaba con emoción y de vez en cuando lo interrumpía abruptamente para comentar algo o preguntar otra cosa. Así era ella, y Edgar ya se había acostumbrado.

Aunque fue algo difícil, terminó por satisfacer la curiosidad de su amiga contándole cada detalle y cómo había empezado en primer lugar a interesarse por la chica. A Colette le pareció bastante tierno ver a su amigo enamorado, y deseaba que le fuera de maravilla.

En cuanto a Bibi, llegó al Bar de Bull de nuevo ese lunes. Se encontró con el dueño del bar y su amigo Crow.

—¿Qué hay, chicos? —saludó Bibi al dirigirse a la barra. La chica tenía una sonrisa de satisfacción en su rostro, mientras que su compañero la miraba con cierto recelo.

—¡Oh, Bibi! Anda, toma asiento. ¿Te sirvo algo? —invitó Bull, también bastante alegre.

—Hoy no, viejo —respondió sentándose al lado de Crow, quien evitaba mirarla. Era demasiado evidente que estaba molesto. A pesar de eso, decidió dirigirle la palabra en un ligero tono ácido.

—Entonces, ¿qué tal vas con el chico ese? —preguntó fingiendo indiferencia. Bibi sonrió y miró a Bull con complicidad.

—Oh, muy bien de hecho —contestó en el mismo tono de indiferencia que su amigo—. Ya tuvimos una cita.

—¿¡Qué!? ¡Estás mintiendo! ¡Es demasiado pronto! —argumentó elevando el tono de su voz. Bibi y Bull solo se rieron.

—Es verdad, amigo —intervino el dueño del bar—. Ayer trajo al chico y me lo presentó. Tomaron algunos tragos y charlaron, se veían bastante lindos juntos —dijo el mayor con una sonrisa. Bibi lo miró con una ceja alzada por su comentario, pero él solo se rio y alzó los hombros— ¿Qué? Estoy siendo sincero.

—¡Oh, mierda! ¡Esto es muy injusto! —expresó el chico cruzándose de brazos.

—Fuiste tú el que comenzó, así que deja de quejarte como una perra —respondió Bibi, y Crow se quedó en silencio. No iba a decir nada más, porque aunque lo odiaba, tenían algo de razón.

How To Be A Heartbreaker (Bibi×Edgar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora