Capítulo XIII: Amenaza

389 45 2
                                    

Bibi tuvo la mente más despejada para pensar las cosas por la mañana. Tomó una taza de café mientras miraba por la ventana. Eran las 9:00 a. m., y a decir verdad hacía un clima bastante fresco. La calidez de la bebida entre sus manos la reconfortaba un poco, y tuvo tiempo para poner sus ideas en orden mientras veía las calles de la ciudad.

     Llegó a la conclusión de que su forma de actuar había sido estúpida. Después de todo, Edgar no era nada suyo, y no tenía por qué reclamarle o enojarse por lo que hiciera o no hiciera. Si bien era cierto que estaban teniendo... "citas"..., técnicamente no eran nada. Todavía le causaba conflicto que se hubiese alterado tanto por una situación tan insignificante (se negaba a aceptar que verdaderamente hubiera experimentado celos).

     De cualquier manera, estaba dispuesta a ofrecerle una disculpa por su comportamiento fuera de lugar, pero solo eso. Si el chico no la aceptaba, a Bibi no le importaba en absoluto (o al menos eso creía).

     Salió a tomar un paseo a eso del mediodía. Si bien ella era más de paseos nocturnos, solo por esa vez decidió apreciar la ciudad de día (mala idea, porque el smog le daba a la ciudad un aspecto gris y deprimente).

     Caminó, y por costumbre terminó haciendo el recorrido hasta el bar de Bull, dándose cuenta cuando se encontraba a una cuadra de distancia. No se sentía lista para enfrentar a sus amigos todavía, así que dio media vuelta para irse a otra parte. Sin embargo, de inmediato chocó con alguien.

     —Oye tú, fíjate por dónde- —pero su hablar fue interrumpido cuando alzó la vista y vio de quién se trataba. Casi de inmediato su rostro se arrugó en una mueca de perturbación y desagrado. No dijo nada más, solo lo tomó del hombro y le dio un fuerte empujón para apartarlo del camino. No sentía que mereciera siquiera que se le dirigiera la palabra ni para insultarlo.

     Sin embargo, fue tomada por la chaqueta, lo que de inmediato la puso a la defensiva y se giró. Bibi no era una persona paciente, y menos si sentía un profundo odio y resentimiento hacia dicha persona.

     —Si me vuelves a tocar te desfiguro la cara a golpes —advirtió encarándolo. Usualmente eso habría sido suficiente para que cualquiera saliera corriendo en el instante, pero aquel no era cualquier persona. Era quizás el tipo más estúpidamente envalentonado que uno pudiera conocer.

     —Hey, hey; tranquila princesa, ¿así me recibes después de tanto tiempo? ¿No hay un hola cariñoso para Brock? —expresó sin descaro con una sonrisa fanfarrona. Era increíble el nivel de cinismo que sacaba a relucir.

     En ese mismo momento la peli-negra pudo haberle dado la paliza de su vida, pero de nuevo, sentía que no valía la pena ensuciarse las manos con su asquerosa sangre. Con una paciencia de acero, lo ignoró, volvió a darse media vuelta y comenzó a caminar desinteresadamente.

     Sin embargo, Brock no se rendiría así como así. Era un sujeto demasiado narcisista y no toleraba ser ignorado, así que recurrió a una táctica sucia para llamar su atención.

     —Está bien, supongo que no te importará entonces lo que tenga que decir sobre Emz y... ¿Cómo se llama el mocoso ese? ¿Edgar?

     Al escuchar el último nombre, Bibi se detuvo en seco, quedándose de pie durante varios segundos. Luego, un impulso la hizo volver a darse la vuelta y caminar con premura hacia donde estaba el chico. Brock sonrió con satisfacción, pero de inmediato lo invadió momentáneamente el terror cuando la asiática lo tomó de la playera con firmeza y lo arrastró hasta un callejón.

     —¿Qué carajo dijiste, pedazo de cabrón? —interrogó en un tono molesto mientras lo tomaba del cuello del chaleco y lo alzaba, estampándolo en la pared. Brock no estaba asustado, creyendo que, aunque lo golpeara en ese momento, podría desquitarse después. Sonrió arrogantemente y rió, sabiendo que reaccionaría así.

     —Oh, ¿entonces ahora sí te interesa? Bien, te lo diré: la verdad es que yo le pagué a esa chica para que te lo quitara de encima. ¿No lo entiendes, Bibi? —expresó, y en un segundo, su semblante se suavizó, lanzando una mirada lastimera— Te amo, Vivianne. Por favor, regresa conmigo, te trataré como la reina que eres, y además, vamos, ambos sabemos que jamás encontrarás a alguien como yo —expresó, esto último diciéndolo con un tono fanfarrón que no pudo ocultar—. ¿En serio preferirías a ese chico? Dios, es solo un mocoso, ¿por qué lo preferirías cuando puedes estar con un hombre-

     —Cierra la puta boca, Brock —espetó al borde de la cólera, apretando su agarre. Cada insolente palabra que salía de su boca solo lograba ponerla más y más furiosa. Por un momento, sintió una extraña melancolía cuando este suavizó su mirada. Le recordó inconscientemente aquellos días cuando Brock no era (o fingía no ser) un patán. Pero no podía sentir ya ninguna pena, el amor que alguna vez sintió por él ya no existía, y ya no provocaba nada en su pobre corazón—. Más te vale que no te vuelvas a meter en mi vida, porque de lo contrario me aseguraré de hacerte mierda —declaró antes de soltarlo y darse la vuelta. No deseaba dirigirle más palabra, pero sintió necesario dejar en clara una última cosa—. Tú eres quien no lo entiende —comenzó mirándolo por el rabillo del ojo, al inicio en un tono más de decepción—. Lo que menos deseo es estar con una basura como tú —expresó y finalmente se dio la vuelta. Iba a salir del callejón y dejarlo ahí, pero entonces lo escuchó reír.

     —Oh, princesa, ¿no entiendes tu posición, verdad? —dijo en un tono burlón y se acercó a ella tomándola del hombro, impidiéndole irse— Solo te estaba dando la posibilidad de hacer todo esto por las buenas. Deberías agradecerme, estaba siendo piadoso con el chico, pero viendo que te sigues resistiendo a regresar conmigo, tendré que hacerlo por las malas —insinuó apretando su hombro—. Sabes que soy capaz, Vivianne. O te alejas del chico y regresas conmigo o tendré que quitarlo del camino a la fuer- —pero no pudo terminar de decir la última sílaba. Bibi ya había escuchado suficiente, y no pudo soportarlo más. Sus ojos se agrandaron de furia y con la velocidad de un rayo se giró, dándole un puñetazo en la cara con una fuerza increíble que lo aturdió e hizo caer al suelo. No se detuvo ahí, y toda la ira que estaba aguantando explotó en una serie de golpes, uno tras otro sin darle tregua. Brock entonces finalmente sintió terror, era un imbecil tan incrédulo que genuinamente creyó que Bibi no lo atacaría, en su alterada mente narcisista, creyendo que todavía lo amaba, no importase cuánto la provocara. Cometió un grave error, en efecto.

     —¡Espera, para! ¡Para! —suplicó entre cada golpe, pero Vivianne, teniéndolo sometido en el suelo, no se detuvo, y continuó golpeándole salvajemente con el puño cerrado. Nunca se había sentido tan irritada, no escuchó los gritos, y todo el mundo a su alrededor se había borrado. Descargaba su ira sin importar qué. No se detuvo de golpearlo hasta sintió sus puños humedos, y eran sus nudillos manchados de sangre. Fue cuando se dio cuenta de que la cara del chico estaba hinchada y llena de profundos cortes por la bestial fuerza con que lo había golpeado. Pero, lejos de sentir pena por él, incluso sentía que no había sido suficiente, pero se detuvo. Tampoco quería matarlo.

     —Escúchame bien —dijo en un tono bajo y amenazante tomándolo de nuevo por el cuello del chaleco. Había quedado tan debilitado que era como un muñeco de trapo, sin oponer ninguna resistencia a la brusquedad del agarre—. Atrévete a ponerle un dedo encima y me aseguraré de destruirte por completo —amenazó dirigiéndole una mirada asesina que a cualquiera le habría calado hasta el alma y esta habría abandonado su cuerpo del pavor. Una vez dada la advertencia, lo soltó sin más, se puso de pie y se dio la vuelta.

     Brock tardó en aclarar su cabeza, apenas y pudo escuchar la amenaza, pero no tuvo las fuerzas para responder. Cuando pudo levantarse, todo daba vueltas. Notó entonces que uno de sus dientes había volado cerca de unos botes de basura. De inmediato el miedo se convirtió en ira, y se sintió avergonzado de haber recibido tal paliza por parte de una chica e impotente de no poder responder a su amenaza.

     "Por las malas será entonces. Prepárate, Vivianne, porque haré de sus vidas un infierno" pensó mientras se limpiaba la sangre que se le escurría de la cara.

How To Be A Heartbreaker (Bibi×Edgar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora