Capítulo XIV: La canción de Edgar

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Simplemente lo dejó ahí, botado en el callejón. A Bibi no le importaba, por ella se lo podían comer las ratas. Sabía que no lo había herido mortalmente, así que probablemente estaría bien.

     Decidió regresar a casa. Por supuesto, no podía andar por la calle con los nudillos, la cara y la chaqueta salpicados de sangre. Tampoco quería que sus amigos la vieran porque le harían preguntas. Lo mejor era mantenerlo en secreto.

     Al llegar, de inmediato se quitó la ropa salpicada y la puso a lavar. "Puto cabrón, ¿sabe lo difícil que es quitar las manchas de sangre de la ropa?" pensaba mientras la tallaba un poco. Era especialmente cuidadosa con su chaqueta morada favorita. En cuanto al top color rosa pastel que llevaba, se había arruinado, unas pocas salpicaduras bastaron. La asiática no tuvo otra opción más que deshecharla. "Otra prenda que va a la basura" pensó con irritación. No era la primera vez que pasaba: propinar palizas generalmente resultaba en unas cuantas salpicaduras rojas. Simplemente estaba particularmente enfadada por ser Brock.

     También se lavó las manos, e incluso se dio un baño completo. Sentir el agua helada recorrer su piel la hacía relajarse y disipar el enfado que todavía tenía. Resultó bastante efectivo, pero, no dejaba de sentirse preocupada por las palabras de su ex.

     Aquella amenaza que había hecho sobre Edgar, aunque no quisiera, la hacía sentir intranquila. Por su parte su contraamenaza había sido contundente y clara, y esperaba que si valoraba un poco su vida hiciera caso a su advertencia, pero también sabía que Brock podía ser increíblemente idiota y dejarse llevar incluso después de sus palabras y los puñetazos.

     Aunque trató de no tomarle importancia, no podía, y una parte de ella no podía dejar de preocuparse. Lo cierto era que se había encariñado con el chico, y no permitiría que un imbecil como Brock le hiciera algo, no mientras ella pudiera protegerlo. Era raro que Bibi fuera así con personas que no eran Bull o Crow, pero Edgar era diferente. Sí que se había encariñado con él.

     Pasó la tarde jugando videojuegos para despejar su mente. Recibió una llamada de Bull, preguntando cómo estaba y por qué no se había pasado por el bar. La peli-negra se excusó diciendo que Piper la había llamado para unos envíos de emergencia y el tema quedó ahí. Logró relajarse un poco y despreocuparse, confiando en que Brock sí que valoraba su vida.

     Luego, otro tema ocupó su mente: se sentía... Culpable. Volvió la idea de disculparse con Edgar por cómo había actuado. Decidió que iría el jueves a darle una visita, aprovechando que era el día de descanso del chico. Apenas era lunes, así que tendría que esperar cuatro días.

     Llegado el día llegó de sorpresa a su casa a eso de las 6:00 p. m. No sabía si estaría en casa siquiera, pero estaba extrañamente nerviosa y avergonzada de avisarle que iría. Tocó el timbre, y el muchacho tardó un poco en abrir la puerta. Se sorprendió de verla ahí, por supuesto.

     —¡Oh! Vivianne... Yo-

     —¿Puedo pasar? —se apresuró a decir. Quería terminar con eso rápido, disculparse y volver a casa. Lo cierto es que la asiática se sentía intranquila porque era inusual en ella admitir sus propios errores, y disculparse le resultaba tedioso e incómodo.

     —Ehm, sí, por supuesto, solo... Dame un segundo —pidió antes de dejar la puerta emparejada y regresar. Bibi se quedó de brazos cruzados: odiaba que la hicieran esperar, pero Edgar tenía una buena razón.

     Ya que no sabía que Bibi vendría ese día, no había acomodado el desorden que tenía. Lo cierto es que Edgar era un chico desordenado y tenía varios videojuegos y cosas regadas por todos lados, sobre todo en su habitación. No quería darle una mala impresión, así que dio un rápido acomodo a todo. Luego volvió con ella.

How To Be A Heartbreaker (Bibi×Edgar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora